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¿Por qué escuchamos El Mesías en Navidad?

El Mesías, el oratorio escrito por Händel en 1741, está asociado a la Navidad… ¿Por qué, si sólo el primer tercio de la obra se refiere el nacimiento de Jesús? Incluso, su estreno en el siglo XVIII tuvo lugar en abril, durante la Pascua de Resurrección. Una historia relacionada con el orfanato londinense donde Händel organizó, año tras año una función benéfica, podría ser la razón. En ocasión de la interpretación dirigida este miércoles por el holandés Daniel Reuss, en el Auditorio Nacional, conviene repasar algunos apuntes del famoso oratorio.

De las más de 40 óperas y casi 30 oratorios que escribió Händel, esta es una de sus obras más famosas. ¿Por qué? «El Mesías es una composición tan universal como excepcional», asegura el musicólogo Pablo L. Rodríguez, «porque, a diferencia de otras obras fundamentales que compartieron tiempo, como las pasiones de Bach, nunca ha dejado de escucharse en sus casi tres siglos de historia». Händel tenía 56 años cuando la escribió, también una salud menguante tras sufrir un derrame cerebral que le impidió volver a interpretar.

En aquel entonces, aparcó su producción operística y se dedicó exclusivamente a los oratorios, un tipo de composición que identifica su repertorio. El más conocido de todos es justo El Mesías, que Händel completó entre el 22 de agosto de 1741 y el 14 de septiembre, apenas en tres semanas. La obra se estrenó en Dublín el 13 de abril de 1742 con una instrumentación muy sencilla. A diferencias de sus orquestaciones posteriores, en la función de Dublín, de carácter benéfico, los solistas, el coro y la orquesta no sobrepasaban las 50 personas.

 

El estreno en Londres tuvo lugar un año más tarde, en 1743, pero su impacto fue discreto hasta que, en 1749, el propio Händel dirigió el oratorio en el teatro de ópera del Covent Garden. A partir del año 1750 se instauró la tradición de ofrecer funciones anuales caritativas de El Mesías en el Foundling Hospital de Londres, la primera casa dedicada al cuidado de niños abandonados del Reino Unido. Händel acudió a todas, hasta su muerte, en 1759.

El papel de esta institución fue importante en la difusión de la obra. Las funciones se celebraron hasta 1770, un periodo de 20 años que permitió arraigar el oratorio entre los británicos y que se extendió en el tiempo. En 1784, se interpretó en la Abadía de Westminster en ocasión del vigésimo aniversario del nacimiento del compositor. Entonces intervinieron 261 cantantes y tres directores, con casi diez veces más músicos que en su estreno en Dublin. 

Como oratorio, El Mesías se enmarca en la tradición surgida en Roma en 1600, «pero que Händel transmutó con suma habilidad en entretenimiento popular para teatros dieciochescos», apunta Rodríguez. El resultado, enmarcado en la síntesis de la música italiana, alemana y francesa que identifica su obra, es una creación dramática acerca de la vida de Jesucristo como Mesías, pero sin escenografía ni vestuario.

Descrito como un comentario musical sobre el nacimiento, la pasión, la resurrección y la ascensión de Jesucristo, El Mesías está estructurado en tres partes -Händel las llamó así, no actos-, subdivididas por Charles Jennens en escenas inspiradas en una colección de textos bíblicos.

Casi 40 años después de su muerte, en 1798, Mozart hizo una versión de El Mesías de Händel, a cuya partitura añadió, entre otros instrumentos,  flauta, oboe, trombones y fortepiano. Las interpretaciones vienesas que hizo Mozart provocaron que el oratorio sobrepasara su ámbito de influencia británico, ya que Händel a pesar de haber nacido en Alemania, se nacionalizó inglés. Su influjo en los grandes compositores fue manifiesto. Ante él, dijo Beethoven, había que ponerse de rodillas. 

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