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¿Por qué Irene Montero nos trata a las mujeres como auténticas subnormales?

La ministra de Igualdad está llevando a cabo actividades con nuestro dinero que dejan en muy mal lugar a las féminas, pues nos presenta como incapacitadas a ojos de la sociedad

Irene Montero piensa que las mujeres somos subnormales, esto es, personas con un desarrollo mental inferior al «normal». Como nos considera medio incapacitadas, la ministra de Igualdad se afana en guiarnos por lo que ella cree que es el buen camino.

Para ello, no sólo nos pone en peligro ante el coronavirus a sabiendas –tal y como se demostró en un vídeo en el que ella alertaba de la gravedad de la covid-19 en las manifestaciones feministas que ella misma alentaba–, sino que además se gasta el dinero de todos («y de todas», como le gusta decir a este Gobierno) en publicar guías que remarquen el retraso evolutivo que tenemos.

La última se titula ¿Adicciones para qué?. En ésta se señala que las féminas bebemos alcohol y fumamos tabaco para igualarnos a los hombres. Vamos, que como somos unas completas imbéciles que no sabemos decidir por nosotras mismas y como somos inferiores a los varones y medio tontas pues tenemos que imitarlos. Atención, que no tiene desperdicio:

«Las mujeres hemos ido incorporando en nuestras vidas actividades que antes nos estaban vetadas. Para acceder al mundo ‘masculino’ público y valorizado económicamente, algunas mujeres, en la esfera profesional, hemos asumido comportamientos asociados al modelo masculino hegemónico, normalizando el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias para poder estar en las mismas condiciones que ellos o para no perder oportunidades de negociación en la esfera pública (reuniones de trabajo en horarios tarde-noche, acuerdos en espacios informales ‘de copas’)».

 

El Ministerio de Montero asegura que las mujeres bebemos alcohol y fumamos tabaco para igualarnos a los hombres. Vamos, que como somos unas completas imbéciles que no sabemos decidir por nosotras mismas pues tenemos que imitarlos

 

Vamos a ver, Irene Montero, las mujeres bebemos y fumamos si nos da la real gana. Estas actividades que antes «nos estaban vetadas» son de la época de nuestras abuelas. Ahora es incluso al revés, los locales de ocio nos intentar atraer cada vez más porque les sale a cuenta. Es que es de locos.

Pero hay más:

«La presión social es más fuerte sobre las mujeres que sobre los hombres en cuanto a las expectativas sociales y mandatos de género. Para nosotras, el consumo de sustancias está más penalizado y sancionado socialmente. En este sentido a las mujeres se nos puede llegar a estigmatizar por no cumplir con nuestro ‘modelo ideal de mujer», añade el documento del Ministerio de Igualdad.

Sí, claro, Irene, una mujer borracha en el suelo queda muchísimo peor que un hombre borracho en el suelo. ¡Dónde va a parar! Igual que un jefe. Si un jefe llega con tres copas de más a su trabajo nadie le reprende, ¡porque es varón! En cambio, si una jefa lo hace, pufff… todo el mundo pero que si qué mala madre, que qué poco profesional, etc. ¿No? Por Dios.

Ellas beben sus copas para sentirse integradas, según Montero, no porque quieran

Ellas beben sus copas para sentirse integradas, según Montero, no porque quieran. Gtres

 

Y esperáos, que sigue:

«Una gran parte de las mujeres hemos sido educadas para dedicarnos a otras personas, relegando nuestras propias necesidades. Parte de nuestro tiempo y nuestras energías se emplean en que personas de nuestra familia se sientan bien y esto, a menudo, provoca una sensación de vacío, de debilidad y de confusión que puede hacerles vivir una situación de vulnerabilidad».

Es que, a ver, perdonad que me ría. Pero si una mujer cuida de su familia, será porque les quiere, ¿no? Será porque son su familia, porque es buena persona. ¿Querer a tu familia te provoca vacío, en serio? ¿Acaso amar no te hace ser más feliz? ¿Te hace ser vulnerable? ¿Es mucho mejor que una mujer deje de cuidar a sus hijos? ¿Y el hombre no ha sido educado en pleno siglo XXI para lo mismo? Ah, no, ya, que ha sido entrenado por sus padres para ir a buscar alimento para llevarlo a casa de su mujer subnormal, que como es incapacitada se queda en el hogar cuidando de los bebés e hinchándose a beber y a fumar, para ser como su marido. Yo es que alucino, en serio.

Medio millón de euros para acabar con lo femenino

Hago broma (porque parece de coña) pero el asunto es bastante serio, más que nada porque no es un panfleto de una ong feminista de tres al cuarto, sino que es del propio Ministerio de Igualdad, que está pagado con todos nuestros impuestos. Un Ministerio que ha recibido nada menos que 464.534,42 euros, impuestos incluidos, para un nuevo teléfono de atención sobre «discriminación por sexo» que incluirá denuncias de «publicidad sexista» y que será atendido por el Instituto de la Mujer a través del Observatorio de la Imagen de las Mujeres, recoge Ok diario.

En plena crisis del coronavirus y con 3.831.203 desempleados destinar casi medio millón de euros a las tonterías de Montero me parece una broma de mal gusto. ¿Y qué hace este Instituto con este dineral? Pues se encarga de la «recepción de quejas de publicidad sexista emitida en cualquier soporte, medio de comunicación o redes sociales, para su ulterior canalización al Observatorio de la Imagen de las Mujeres del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, mediante el formulario establecido en el sitio web del organismo». Este teléfono también atiende quejas acerca de cualquier producto o conducta «sexista» que se vea.

 

En plena crisis del coronavirus y con 3.831.203 desempleados destinar casi medio millón de euros a las tonterías de Montero me parece una broma de mal gusto

 

Vamos, que se va a dedicar a perseguir culos femeninos sexis en los anuncios y a molestar a empresas que tengan la osadía de vender cosas «para niñas» y otras «para niños». Esto le ha pasado a una empresa de San Sebastián de los Reyes (Madrid), que ha sido reprendida por las amigas de Montero por vender unas placas para ellas y otras para ellos.

 

La carta

La carta

«Me pongo en contacto con usted porque he tenido conocimiento, a través de una queja recibida en el Observatorio de la Imagen de las Mujeres, de la venta por su compañía de la venta de modelos de placas de puertas para habitaciones infantiles en las que se ofrecen versiones diferenciadas en función de si son para niños o niñas; representando piratas y héroes en primer caso, con los mensajes ‘Aquí duerme un pequeño héroe’ o ‘Aquí duerme un pirata’. Y representando princesas en el segundo, con mensajes como ‘Aquí duerme una pequeña princesa’ o ‘Aquí duerme la reina de la casa'», se lee en el escrito firmado por Beatriz Gimeno, la directora del Instituto.

¿Quiénes se creen estas mujeres para decirles a otras mujeres lo que tienen que hacer?

Si esas placas se venden es porque hay personas que las compran. Si a una madre o a un padre le sale del mismísimo comprarle a su hija una placa rosa de una princesita para la habitación, y a la niña le gusta, ¿qué problema hay? ¿Quiénes se creen estas mujeres para decirles a otras cómo tienen que educar a sus hijos? ¿Para prohibirles hacer cosas femeninas con sus hijas y masculinas con sus hijos?

Señoras Beatriz e Irenelos niños y las niñas no son iguales, y no hay más que irse a un parque para verlo. Yo no tengo hijas, pero sí tengo dos gatas. Y adivinen qué: tienen casi todo rosa. Su arenero es rosa. Sus cuencos son rosas. Sus juguetes son rosas. Sus mantas son rosas. Mis sábanas son rosas. Mi habitación es rosa. Y tengo muñecas en casa. Si quiero tener todo rosa y si quiero algún día que mis hijas se sientan como unas princesas porque me da la real gana respétenme y respeten a las demás mujeres, que hagan lo que quieran con total libertad con sus hijos (dentro de lo correcto, se entiende). Y si tengo un hijo y quiero que se sienta un guerrero, pues lo mismo. Y dejen de dar por saco a los empresarios con estas bobadas, que bastante tienen con el panorama actual.

Lo que me preocupa realmente es que haya mujeres que vean estas cosas bien. Me preocupa cómo se han educado, qué visión tienen del mundo actual y de ellas mismas

En fin, si es que es lo de siempre. Lo que me preocupa realmente no sólo es el dinero que se está llevando esta gente por coartar las libertades de los demás y presentarnos a las mujeres como unas auténticas incapacitadas a los ojos de la sociedad, sino que haya mujeres que realmente vean estas cosas bien. Me preocupa cómo se han educado, qué visión tienen del mundo actual y de ellas mismas. Yo todo esto lo veo aberrante. Espero que en unos años, por el bien de todos («y de todas») pase esta fiebre feminista y podamos centrarnos en lo que de verdad importa, como, no sé, la pobreza, la economía, la salud, el paro, los delitos o los suicidios, se me ocurre.

 

 

 

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