Otros temas

¿Por qué puede resultar tan peligroso el cuestionamiento de Xi Jinping?

Las revueltas sin precedentes están sirviendo para recordar los límites del pacto faustiano planteado por su longevo régimen comunista

El folclore medieval y la literatura germana han acuñado la expresión «pacto faustiano» para describir el intercambio de algo de suprema importancia espiritual por algún mundano beneficio. El término se deriva de la leyenda del alquimista Fausto que accede a entregar su alma a un espíritu maligno a cambio de conocimientos y poderes mágicos para acceder a todos los placeres del mundo. Con la lección implícita de que este tipo de rendición acomodaticia acaba siempre mal, muy mal porque en última instancia se entrega algo mucho más valioso en comparación a lo que se obtiene.

Las revueltas sin precedentes que durante las últimas tres semanas se han extendido por las grandes ciudades de la República Popular de China contra la política de ‘Covid Cero’ están sirviendo para recordar los límites del pacto faustiano planteado por su longevo régimen comunista. A cambio de no meterse en política –incluida la exigencia de libertades básicas y derechos fundamentales– el pueblo chino se ha podido beneficiar de este próspero capitalismo de amiguetes, empezar a disfrutar de la ilusión de una sociedad de consumo y sacar a cientos de millones de la miseria.

Sin embargo, al prolongar durante un tercer año sus duras normas contra la pandemia originada en China, el pacto planteado por los comunistas está perdiendo a una velocidad vertiginosa su aceptación por parte de una opinión pública sin inmunidad de grupo ni acceso a vacunas efectivas. La inevitable ralentización de la actividad económica en China, sumada a otros desequilibrios financieros, ha hecho que el régimen no pueda seguir cumpliendo con su parte del trato.

En lugar de escuchar gritos para que dimita, Xi Jinping debería estar disfrutando de la apoteosis de un tercer mandato sin precedentes, más allá de las limitaciones impuestas después de Mao. Este asombroso cuestionamiento público, y las crecientes dificultades para seguir separando prosperidad y democracia, pueden resultar especialmente peligrosas para desafíos como Taiwán. Ya que en Pekín no hace más que multiplicarse la tentación de sustituir la legitimidad del crecimiento económico por la del nacionalismo rampante.

 

 

Botón volver arriba