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¿Por qué se pierde el presidente Petro?

Es hora, señor presidente, de que en un acto de transparencia le dé explicaciones al país sobre la razón de sus misteriosos extravíos.

Ni al mejor libretista de series sobre el poder, de esas que se ponen de moda como House of Cards o Scandal, se le habría podido ocurrir una trama tan particular como la que estamos viviendo en la vida real en Colombia: la de un presidente que se pierde. No una, ni dos, ni tres… sino muchas veces.

‘Se pierde’ entendido como el mandatario que se desaparece del mapa sin dejar rastro y sin importarle los compromisos o la agenda oficial que tenga. Y no distingue oficio ni estatus social: ha dejado plantados a los más importantes líderes del mundo y también a comunidades de base en nuestro territorio, pasando por los alcaldes del país en pleno y los militares en su sagrado reconocimiento de tropas.

El episodio de extravío más reciente ocurrió en París. Unos 10 periodistas, que acompañaron al presidente Gustavo Petro a su periplo (el número 20 de su gobierno), hicieron el check out de sus hoteles y se dispusieron a esperar para tomar el avión presidencial de regreso a Colombia. Pero el mandatario no apareció. Los reporteros tuvieron que recuperar sus equipajes, improvisar un airbnb o coger un cupo en la embajada para no quedar a la intemperie.

En París, a diferencia de otros extravíos, desde la Casa de Nariño trataron de montar una excusa para explicar la repentina ‘desaparición’ de Petro, y dijeron que se había programado a última hora una reunión con una empresa que vende aviones. Pero esa cita nunca se produjo. Y, dos días después de la fecha inicialmente acordada, los periodistas pudieron regresar a Colombia, sin saber más de Petro.

¿Por qué se perdió del mapa el presidente? ¿Qué hizo en esos dos días? ¿Por qué no les dio la cara a los periodistas, ni él ni nadie de su equipo, para explicar lo ocurrido?

El problema es que esta es apenas una más de las decenas de veces que el primer mandatario de los colombianos deja en visto su agenda oficial y se pierde horas o días enteros sin dar razón de dónde está. Y lo que es más preocupante: a Colombia entera le toca ser testigo de estos misteriosos extravíos sin explicación alguna, sin saber qué le ha pasado al capitán del barco, como si no estuviéramos en una democracia y no tuviera que dar cuentas a nadie de sus actos.

En algunos casos llega tarde. Y en otros, nunca llega. Antes de tomar posesión como presidente tuvimos el primer campanazo. Entre el 1 y el 4 de agosto no atendió ningún compromiso de los que tenía como presidente electo – dejó plantados incluso a 917 alcaldes que lo esperaron todo el día en el Salón Rojo del Hotel Tequendama –, reapareció el 5 de agosto y escribió en Twitter que estaba en Caño Cristales, Meta. La excusa no resultó cierta.

En agosto, no llegó al reconocimiento de tropas en Bogotá, y dejó vestidos e ilusionados a los militares y sus familias. En septiembre, llegó tarde a una reunión con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En noviembre, no llegó a la foto oficial de todos los líderes del mundo de la Cumbre del Cambio Climático, en Egipto.

En este 2023, la racha de ausencias se mantiene. En marzo, citó a una cumbre de paz en Cartagena y dejó plantados al expresidente Juan Manuel Santos y al ex Farc Rodrigo Londoño. En abril no llegó a eventos agendados en Palmira y Sevilla. En mayo, no se apareció en el desayuno al que había invitado, en Madrid, a 35 presidentes de las más grandes empresas de España. Tampoco llegó a la Comisión Asesora de Exteriores que él mismo citó en Bogotá, con el expresidente Ernesto Samper a bordo.

Cómo será de grave la situación que incluso personajes que en su momento votaron por Petro comienzan a mostrarse indignados. Lo acaba de decir el escritor Mario Mendoza: “La impuntualidad es un insulto. Es una manera de escupirle al otro en la cara y decirle ´usted no sabe quién soy yo´. Esa es la peor frase que hay en Colombia. Y aunque Petro no la ha dicho, en sus praxis la parece decir. Entonces puede llegar tarde, puede dejar a todo el mundo metido”.

¿Por qué se pierde el presidente Petro? ¿Tiene algún problema de salud? ¿Tiene algún tipo de dependencia que no le permite cumplir su agenda en determinados momentos? ¿O como también dice Mendoza “nos están mostrando a un narcisista, mesiánico, enamorado de su inteligencia”?

Es hora, señor presidente, de que en un acto de transparencia le dé explicaciones al país sobre la razón de sus misteriosos extravíos. Si es un tema de salud, estamos hablando de un asunto de seguridad nacional y debe ser divulgado. Así como lo hicieron en su momento mandatarios como Juan Manuel Santos, Dilma Rousseff y Luis Inácio Lula.

Y si no es un tema de salud, sino algo como lo que describe el escritor Mario Mendoza, también los colombianos tenemos el derecho de saber los desvaríos del carácter del primer mandatario.

El país necesita explicaciones. Colombia no es una serie de televisión sino una democracia en vivo y en directo.

 

 

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