Predicciones acerca de la Tercera Guerra Mundial
Arco de triunfo algeriano. Una Tercera Guerra Mundial, de una amplitud probablemente igual o superior a las dos precedentes guerras mundiales se encuentra en estadio preparatorio y posiblemente estallará durante la primera mitad de este siglo. He aquí las razones y sus protagonistas.
La Primera Guerra Mundial 1914-1918, de la que nos encontramos festejando su primer centenario, y que constituyó una inmensa catástrofe para Europa, fue previsible muchísimo antes de que ocurriera. La Segunda Guerra Mundial no fue más que su prolongación y también ella fue previsible desde la firma del Pacto de Versailles y sobre todo desde la ascensión de Hitler y del partido belicista japonés al Poder.
La Guerra Fría (1945-1991) que enfrentó a los aliados, bajo la égida norteamericana, al campo soviético y parcialmente al campo de la China comunista, se asemejó a un aborto. Puesto que fue un enfrentamiento sin objetivos concretos y de gran envergadura. La URSS se desinfló como un suflé, sin violencia. ¿Por qué razón la guerra fría, el comunismo contra el mundo libre, jamás desembocó en una guerra caliente? Porque fue ideológica, no étnica, religiosa o económica. Los tres resortes pasionales y belicosos de la humanidad, aquellos que dan origen a las guerras, son el nacionalismo étnico, la religión y los intereses económicos bajo todas sus diferentes formas. La sacralidad y el materialismo vital. El enfrentamiento comunismo/capitalismo, puramente ideológico, se destacaba por constituir una forma conflictiva fría que jamás desembocó en una confrontación general, sino bajo la forma de guerras parciales (Corea y Vietnam). Fue esa, no el temor a un apocalipsis nuclear, la causa que impidió el desarrollo de una guerra generalizada entre la OTAN y la URSS.
Durante la Antigüedad, las guerras púnicas fueron previsibles por la rivalidad económica vital que mantuvieran Roma y Cartago tras el control de los circuitos económicos del Mediterráneo Occidental. La Primera Guerra Mundial se hizo previsible – mientras todo el mundo se estaba preparando para acometerla – debido a la exacerbación nacionalista de los Estados europeos y de sus pueblos, cuyas opiniones públicas se habían recalentado al rojo vivo. De la misma forma y tal como lo veremos luego, se hace previsible una tercera conflagración mundial. Las guerras se han hecho previsibles desde la antigüedad. Tal fenómeno reposa sobre la mismas leyes que rigen el campo de la física: una tensión termina siempre por desarrollarse hasta convertirse en una conflagración. La subida de la temperatura de un gas da lugar a una explosión, el empuje de las placas tectónicas culmina provocando un sismo, la acumulación de cúmulos nimbos termina por provocar una tormenta, fuertes precipitaciones dan lugar a inundaciones, etc. Se puede prever perfectamente el desarrollo de las guerras. Por el contrario, jamás se puede predecir con exactitud la forma que asumirán dichas guerras.
Como ha sido demostrado por la etiología humana, el estado de paz no corresponde a la naturaleza humana. La regla de nuestra especie es la agresividad intra específica. El ideal kantiano o cristiano moderno de la “paz perpetua” no ha funcionado jamás. La historia humana está verdaderamente estructurada por la guerra. El estado de paz no es más que una transición pasajera entre dos estados de guerra. La guerra es muy ambigua, más bien ambivalente, tal como la “innovación destructora” de Schumpeter. Es al mismo tiempo un factor de destrucción como un factor de evolución. Contrariamente a lo que constituye una idea recibida, desde el fin del neolítico, las guerras no han representado más que una causa marginal de la mortalidad. Querer eliminar la guerra (ideología pacifista) es tan estúpido como pretender eliminar la sexualidad (ideología del género), la religión y la economía privada (ideología marxista) o el sentimiento de pertenencia o de identidad étnica (ideología cosmopolita).
El problema no consiste en evitar las guerras: consiste en ganarlas. Y lo más rápidamente posible, de manera que los efectos positivos generados por la victoria se impongan por sobre los efectos negativos del esfuerzo guerrero demasiado prolongado. El autor de esta comprensión de la guerra no es ni Tsun Tzu ni Clausewitz, es un cierto Julio César.
¿Por qué hablar de “guerra mundial”?
Desde 1945 nos imaginamos que no habrá otras guerras mundiales, sino sólo locales o regionales y que la ONU podrá evitar una Tercera Guerra Mundial. El mismo grave error se lo cometió después de la guerra del 14-18, llamada por lo demás la “Der de las Ders” – y la creación de la Sociedad de las Naciones. Sin embargo, en un contexto mundializado, como es el caso, a grandes rasgos desde 1880, es absolutamente inevitable que exploten guerras mundiales. Decir que “no habrá nunca jamás otra guerra mundial” es como decir “yo no moriré jamás” o “el verano durará eternamente”.
Pasemos ahora a estudiar el escenario de la futura Tercera guerra mundial, la TGM.
Los focos de tensiones son múltiples y no cesan de agravarse. Nunca, en toda la historia de la humanidad, de una humanidad que se ha globalizado y se ha hecho extraordinariamente populosa (pronto seremos 9,5 millardos de habitantes) sobre un planeta cada día más exiguo, han sido tan graves los riesgos de un incendio generalizado. La globalización es un factor de confrontación gigantesco, más que de la creación de un estado universal que no tendría más que ingentes problemas de policía pública a regular. Esta globalización (o mundialización empujada al máximo) no es un factor de paz, sino un factor de guerra generalizada.
He aquí los focos de tensión que amenazan con interactuar y provocar un conflicto general:
1) La masiva inmigración hacia Europa (sobre todo hacia la Europa Occidental) bajo el estandarte del Islam, derivará progresivamente hacia una guerra civil de naturaleza étnica. La incapacidad europea para imponerle un dique a la emigración invasiva proveniente del Magreb y del África continental sometida a una auténtica explosión demográfica desembocará inevitablemente en un conflicto mayor. La presencia en Europa de muy poderosas masas de jóvenes, de origen árabe-musulmán, más y más islamizadas, con una minoría formada militarmente y anhelante de extenderse en una yihad de motines insurreccionales y terrorismo, será el factor desencadenante de una espiral incontrolable.
2) La confrontación global entre el Islam y Occidente (incluida Rusia) en desmedro de la guerra de religión entre sunitas y chiítas va a dominar poco a poco sobre el paisaje y adquirir una connotación militar, con conflictos interestatales. Por ahora resulta imposible prever la forma. A escala mundial, el islam -que es una ideología-religión fuertemente etnicizada- no cesa de reforzar y de radicalizarse en el mundo entero. El islam es un factor mayor de la inevitable explosión mundial.
3) El problema de Israel, verdaderamente insoluble, desembocará inevitablemente en una nueva guerra entre el Estado hebreo y sus vecinos, sobre el telón de fondo de la revuelta contra los judíos integristas de Cisjordania y el ascenso en potencia de las organizaciones terroristas islámicas. Sin dejar de tener en consideración el hecho de que muy probablemente Irán tendrá éxito en proveerse de algunas ojivas nucleares. La erradicación de Israel es una idea fija de todos los musulmanes. Incluido el régimen turco de Erdogan, neo islamista y neo otomano. La imbricación de todos estos elementos está programada y los Estados Unidos no podrán dejar de intervenir.
4) El mundo árabe-musulmán – a excepción de Marruecos – ha ingresado a una espiral de caos que no hará más que acentuarse, con dos frentes entremezclados: sunitas contra chiítas y dictaduras militares contra islamistas. Sin olvidar la voluntad de liquidar a toda la población cristiana. De lo cual deriva el agravamiento de los desórdenes que no pueden más que amplificar la emigración hacia Europa. Los actuales sucesos bélicos de Siria y de Irak que presencian el nacimiento de un Estado Islámico “salvaje” (el “califato”) constituyen otro paso más hacia la confrontación.
5) El conflicto China-USA en el Pacífico, un choque entre dos imperialismos de naturaleza eminentemente económica, desembocará sobre un choque geopolítico mayor. China pretende arrebatarle a los Estados Unidos el status de primera potencia mundial. Circunstancia agravante: la tensión entre China y Japón (aliado de los Estados Unidos) no hace más que acrecentarse y este último país, asediado por un neo-nacionalismo, acaba de levantar el obstáculo constitucional a las intervenciones armadas.
6) Los conflictos latentes entre India y Pakistán – ambas, actualmente, potencias nucleares – también deben ser tomados en consideración.
Debemos mencionar los factores agravantes, esencialmente económicos y ecológicos, que van a pesar sobre el clima, sobre los recursos energéticos fósiles, sobre el agua (el bien escaso por excelencia) , sobre los recursos minerales. El punto físico de la ruptura se ubicará en la primera mitad del siglo. Sin olvidar, evidentemente, el terrorismo de gran amplitud, sobre todo provisto de medios nucleares “artesanales”, de los que no podremos escapar.
El Islam es el principal factor desencadenante de una TGM, en la medida en que asistimos por doquier al ascenso del radicalismo islámico, en parte financiado por Arabia y Qatar, con un enemigo implícito pero muy claramente presente en los espíritus: la “civilización occidental”, a la cual, por lo demás, Rusia se ha asimilado. A groso modo, en el espíritu de los islamitas del mundo entero, cuya ideología se expande como un virus, el enemigo es “el mundo blanco y cristiano”, así no corresponda efectivamente a ninguna realidad sociopolítica.
Las líneas de fuerza de las confrontaciones y las alianzas serán complejas, más incluso que durante la precedente guerra mundial. Las zonas geopolíticas mayores en las que tendrá lugar la explosión serán Europa, África del Norte, el Medio Oriente y, eventualmente, el Pacífico. La forma de esta guerra: tendrá múltiples focos y sumará guerras civiles, enfrentamientos interestatales, guerrillas y ataques nucleares. A este respecto, Israel se encuentra en un gran peligro. Si bien dispone de armas de disuasión nuclear, ello no impedirá que algunos de sus vecinos, probablemente dotados muy pronto de las mismas armas, decidan jugar al kamikaze y golpear. Es de imaginarse la carnicería…Es preciso comprender que los fanáticos islamizados no razonan como lo hicieran americanos y soviéticos durante la guerra fría, recíprocamente contenidos por la disuasión mutua. Israel bien podría convertirse en el cebo de la explosión general.
Contrariamente a lo sostenido machaconamente por todos los loros de la comunicación, Rusia no constituirá un factor generador de problemas. El imperialismo ruso orientado hacia la Europa oriental y que constituiría un peligro de agresión es un mito construido por la propaganda de ciertos círculos de Washington. Muy por el contrario, también Rusia se ve afectada por el avance del islam.
La previsible confrontación mundial producirá desde luego una catástrofe económica, especialmente a causa de la ruptura de los aprovisionamientos petrogasíferos provenientes de África del Norte y del Medio Oriente. Una economía mundializada, muy frágil por lo compleja, fundada en intensos flujos de intercambio – marítimos, aéreos, numéricos, etc. – caerá como una partida de dominó en caso de perturbación conflictual de una gran amplitud.
La principal debilidad de Occidente, sobre todo de los europeos occidentales, reside en su envejecimiento demográfico y en su molicie mental, su pasividad, su temor a defenderse, un síndrome que afectara a los romanos a partir del siglo II. La TGM, como la Primera Guerra Mundial, podrá comenzar por efecto de un acontecimiento localmente limitado y propagarse por un desencadenamiento de hechos incontrolables, como una avalancha. La TGM verá muy probablemente un intercambio de ataques nucleares. Pero no serán más graves que los de Hiroshima y Nagasaki. Sus efectos serán más destructivos sobre el plano psicológico que físico.
Se asistirá a un retroceso global de la humanidad, en particular sobre los planos técnico y demográfico, durante numerosos siglos. No tanto por la cantidad de muertos que provocará la TGM, como a causa del derrumbe económico y sanitario que provocará. Los hechos amenazan con producirse hacia el 2025 -2035. Luego, las cosas podrían demandar numerosos siglos hasta poder restablecerse. El retroceso de la civilización ya se produjo en el Siglo V cuando el derrumbe del Imperio Romano. Se ha requerido un milenio para restablecerse. Una minucia a escala histórica.
Simplemente, a punto de celebrar en una pálida euforia el centenario de la primera Guerra Mundial, bueno sería prepararse para la tercera, que ya se perfila.
Estoy de acuerdo, los Europeos hasta cuando van a soportatar la humillacion y q los pisoteen?