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Premio Nobel pide a Obama que discuta crisis de Venezuela con Castro

DSC01227Ex presidente de Costa Rica advierte que el pueblo venezolano se podría “tirar a la calle”

El ex presidente costarricense Óscar Arias, Premio Nobel de la Paz 1987, instó el miércoles a Barack Obama y a Raúl Castro a que discutan a profundidad sobre el grave conflicto humanitario, político, económico e institucional que sacude a Venezuela, para evitar que los venezolanos, hastiados del chavismo, se lancen a la calle en lo que podría terminar con un derramamiento de sangre.

En una entrevista con el Nuevo Herald en su residencia en San José, Arias, presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y del 2010 al 2014, insistió en que la crisis venezolana debe ser parte de las conversaciones entre Obama y Castro en la visita que el presidente estadounidense realizará a Cuba el 21 y 22 de marzo.

El chavismo y el gobierno de Nicolás Maduro reaccionaron con molestia con Arias, porque del 17 al 19 de este mes, y por invitación de la opositora Mesa de la Unidad Democrática, visitó Caracas, pronunció un discurso en la Asamblea Nacional y recorrió comercios para conversar con venezolanos sobre el agudo desabastecimiento de artículos básicos o medicinas.
El siguiente es un extracto de la entrevista:

Tras su visita a Venezuela, ¿cree que puede haber una ruptura en el ejército y precipitar la crisis?

No lo creo. Hay un colapso evidente de la economía y esa caída abrupta traerá consecuencias políticas. Como lo repetí en Venezuela, América Latina no acepta golpes de Estado. Esa página los latinoamericanos ya la pasamos y la última aventura fracasada de un golpe fue Honduras (en 2009), triste aventura del ejército hondureño.

La crisis económica venezolana es sin precedentes. El Fondo Monetario Internacional proyecta para 2016 una caída del 8% en el Producto Interno Bruto, una inflación del 700%. El costo de la canasta básica familiar equivale a 11 salarios mínimos y se estima que para finales de 2016, el 75% de la población de Venezuela estará bajo el nivel de pobreza. El déficit fiscal es del 24% del PIB, financiado con emisión del Banco Central y atizando la inflación. El endeudamiento externo es tal que si pagan amortización e de intereses, no van a tener un dólar para importar alimentos, medicamentos y demás. La producción está destruida por las expropiaciones en agricultura, industria. Estando yo allá se fijó el salario mínimo en 9,600 bolívares. Con un tipo de cambio libre de mil bolívares por dólar, es un salario de 9 dólares y medio al mes.

Entonces, ¿cuánto más falta para que una población con el estómago vacío, sobre todo la gente más pobre, la gente que fue más chavista y que ya no lo es, la gente que fue ilusionada con el verbo de Hugo Chávez (fallecido en el 2013) y que creyó en él y lo apoyó, cuánto falta para que esa gente se tire a la calle? No lo sé, pero el tiempo apremia.

El gobierno rehúsa acudir a la comunidad financiera internacional para estabilizar la economía, porque las medidas que le va a imponer son impopulares y el chavismo las ha criticado, porque son las que suele aplicar el FMI y no le pasan por la mente al equipo económico del chavismo ponerlas en práctica.

¿Hacia dónde va Venezuela?

El laberinto de Venezuela conduce a un precipicio, sin voluntad política del chavismo para hacer lo que hay que hacer, que es negar todo lo que ha dicho el chavismo durante 17 años. Va a un colapso y la consecuencia en la institucionalidad política será muy seria. Se habla de la posibilidad de un gobierno de transición. Los diputados opositores me dijeron que hay seis opciones para acortarle el periodo a la actual administración (que empezó en 2013 y debe concluir en 2019), desde un referendo revocatorio hasta una constituyente y la renuncia de Maduro. Eso será asunto de los venezolanos.

Lo cierto es que hoy hay una mayoría de la oposición en la Asamblea Nacional por primera vez en 17 años, después del triunfo del 6 de diciembre pasado. Ese triunfo lo que indica es que una buena parte del chavismo votó por la oposición. De otra manera no hubieran tenido ese triunfo tan contundente. Hay una salida política, establecer un nuevo gobierno. Recomiendo dialogar. Pero para negociar hay que estar dispuesto a dar concesiones y veo que los dogmas chavistas son demasiado poderosos, inflexibles, fuertes. En toda negociación se obtiene lo que uno puede y no lo que uno quiere. Ambas partes tendrían que ceder y comenzar cediendo a buscar medidas para revertir la crisis.

¿Qué piensa de la oposición venezolana?

Está unida y luchando por aprobar en la Asamblea, en el plazo más breve posible, una ley de amnistía. El tiquete que tiene que pagar Venezuela para regresar a la comunidad democrática del mundo es liberando a sus presos políticos. La oposición tiene claro la legislación que debe aprobar luego de la amnistía para utilizar la Constitución Política y recortar el mandato de Maduro, que tiene tres años más. Pero el colapso económico está a la vuelta de la esquina. Esto no espera tres años.

Por eso pienso que ojalá se pudiera llegar a acuerdos, pero es muy difícil porque son pensamientos muy distantes. El dogma más importante del chavismo es mantenerse en el poder y hasta el momento es exitoso. Chávez estuvo de 1999 a 2013. Pero nadie esperaba la caída del precio del petróleo y Venezuela nunca pensó en diversificar su economía ni en hacer un fondo para cuando viniera la época de vacas flacas. En el pueblo venezolano palpé un enorme malestar, una generalizada insatisfacción. Es una situación a la que hay que buscarle un arreglo inmediato y para eso el chavismo tiene que renunciar a sus dogmas.

El escenario regional es de entendimiento. La paz en Colombia es inminente y hay diálogo Cuba—EU, mientras hay un cambio en Argentina y la intención de Evo Morales de reelegirse en Bolivia fue derrotada. ¿Es Venezuela el gran incendio continental?

Si. En algunos de esos casos el cambio lo ha dado el pueblo en la urna y ya ese cambio lo dio el pueblo venezolano el 6 de diciembre. No me cabe duda de que unas elecciones hoy en día para elegir presidente mandarían a Maduro a su casa.

Le dije a la oposición aquella frase de Montaigne (Michel Eyquem de Montaigne, filósofo francés): ‘Si el príncipe no le hace daño a su pueblo, le hace mucho bien’.

Y Maduro le está haciendo mucho daño a su pueblo. Pretender terminar el mandato es hacerle demasiado daño a su pueblo. No veo que eso sea factible. De no haber cambios políticos, la gente con el estómago vacío se va a tirar a la calle y lo que uno no quisiera es que haya derramamiento de sangre de los venezolanos. Es lo último que uno quisiera. Ya fue bastante dramático lo que vivieron dos años atrás cuando murieron 43 personas. Nadie quiere que eso se repita. La bola está en la cancha del gobierno.

En este contexto, ¿qué se puede esperar de la visita de Obama a Cuba?

Me parece que es sumamente importante. Es un hito en la historia de las relaciones de Cuba y de Estados Unidos. Es lo que tiene que hacer Obama una vez que se establecieron relaciones (en julio de 2015), una vez que el secretario de Estado (John Kerry) visitó La Habana (agosto 2015) me parece que es importante que el presidente sea el que pise tierra cubana en esta ocasión, antes de terminar su mandato.

¿De qué se va a hablar ahí? No sé. Evidentemente que en la agenda van a estar las relaciones entre Cuba y EU, pero creo que no deberían dejar de tocar el tema venezolano, porque los cubanos han sido los principales asesores del gobierno de Caracas y porque posponer la búsqueda de soluciones a este drama económico, social, político, humanitario que vive Venezuela, es incitar a la violencia, violencia que uno no quisiera ver en ese país.

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