¿Prepara el régimen el funeral de la libreta de racionamiento en el peor momento para los cubanos?
Eliminar la libreta es una antigua aspiración del régimen, pero los cubanos esperaban que ocurriera cuando estuvieran creadas las condiciones.
El 27 de septiembre, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, dijo que el Gobierno no tenía divisas para importar la cada vez más ínfima cantidad de productos que adquieren los cubanos a precios subvencionados mediante la libreta de racionamiento.
Cinco días después de esas declaraciones en el programa televisivo Mesa Redonda, un reporte del estatal Canal Caribe calificó de «titánica» la tarea de distribuir los alimentos de la canasta «normada» en el país, principalmente en la región oriental, debido a las lluvias.
Tanto la intervención del ministro Gil como el reporte del Canal Caribe parecen preámbulos de una pésima noticia, aunque no sorprendente, para gran parte de los cubanos: la libreta de racionamiento desaparecerá.
Pese a que los productos que se adquieren mediante la libreta no alcanzan ni para malcomer 15 días, los cubanos sin familiares que los ayuden desde el exterior dependen de la libreta para no morir de hambre.
La cartilla de racionamiento cubana surgió el 12 de julio de 1963, con el eufemístico nombre de «Libreta de Abastecimiento». El objetivo fue racionar y controlar el consumo de los cubanos, mientras se creaba la ilusión de que el socialismo ampararía a la población y le garantizaría todo lo necesario.
Los cubanos recibían carne de res, pollo, aceite, manteca, leche condensada, papel sanitario, café, arroz, granos y otros productos de primera necesidad. También caramelos, galletas, chocolate, cigarros, refrescos y cajas de cerveza llegaron a adquirir los cubanos a través de la libreta, mientras la extinta Unión Soviética y el campo socialista subsidiaban al régimen cubano.
Con la desintegración de la primera y el derrumbe del segundo, varios artículos salieron de la libreta y otros permanecieron como privilegio para personas con padecimientos crónicos y niños.
Pero década tras década la libreta ha ido «adelgazando». Eliminarla es una antigua aspiración del régimen cubano, aunque no renuncia a echarle mano para su propaganda política.
En septiembre de 2021, dos meses después de las protestas antigubernamentales conocidas como 11J, Miguel Díaz-Canel presentó la libreta como ejemplo de garantía del derecho a la alimentación, al intervenir en la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, en el Segmento de Alto Nivel del 76 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
Sin embargo, el 11J sacó a relucir una realidad que no mencionó Díaz-Canel en su discurso ante la ONU: decenas de miles de cubanos no recibían ni la magra cantidad de productos que se entregan por la libreta, porque no tenían. Era el castigo por haberse trasladado desde sus provincias a La Habana, en busca de mejores condiciones de vida.
Una de las medidas que tomó el régimen para aplacar el descontento que condujo al estallido de julio de 2021 fue entregar libretas de racionamiento a quienes no tenían. Hasta el 6 de septiembre de ese año, se habían entregado 45.995 a nuevos núcleos familiares.
Pero diez años antes, el régimen había anunciado la eliminación paulatina de la libreta, durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). En ese evento se aprobaron los «Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución».
El lineamiento 112 planteaba «continuar la distribución de los productos de la libreta de abastecimiento sin renunciar a la eliminación ordenada y gradual de los subsidios y de su forma de distribución normada, cuando las condiciones estén creadas».
Esa acotación tranquilizaba a los cubanos. El régimen no se desharía de la libreta ni de los subsidios hasta que estos dejaran de ser necesarios.
Ha sucedido todo lo contrario. El régimen no ha esperado a que las condiciones estuvieran creadas para distribuir cada vez menos productos a través de la libreta.
En 2018, antes de la Tarea Ordenamiento —que, según la ONU impactó la seguridad alimentaria en el país y, según el propio régimen, empeoró la vida de la población— los cubanos recibían, una vez al mes, por la libreta: cinco huevos (en algunos lugares diez, la mitad sin subsidio), un cuarto libra de pollo, cinco libras de arroz (más dos adicionales en algunos lugares), media libra de aceite, diez onzas de frijoles negros y otras diez de chícharos, una caja de fósforos y un paquete de café (para los mayores de siete años). Cada tres meses, además, 400 gramos de pastas alimenticias y un paquete de sal.
A los niños menores de tres años se les garantizaban diez compotas de frutas y a los menores de siete una bolsa de leche en polvo; a partir de esa edad, los niños recibían yogurt de soya. Los niños también recibían una libra de picadillo de res. Los enfermos con dietas médicas recibían cantidades adicionales de pollo, pescado, leche en polvo y en algunas ocasiones viandas.
Además, cada núcleo familiar recibía jabón de baño y de lavar, en dependencia de la cantidad de personas anotadas en la libreta.
Comparado con la situación de 2023, parece que en 2018 los cubanos nadaban en la abundancia, aunque en septiembre el coordinador de programas y objetivos del Comercio y los Servicios del Gobierno de Santiago de Cuba, Juan Carlos Rosell Zarrabeitía, afirmó que ningún producto había sido eliminado de la canasta familiar normada, pero existían atrasos en su distribución.
La entrega fragmentada de los productos y la reducción de la cantidad asignada es el pan nuestro de cada día para los cubanos desde que arrancó la Tarea Ordenamiento.
En Santiago de Cuba, según informó Rosell Zarrabeitía en la página web del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), en septiembre no se planificaba entregar pollo ni carne en conserva como parte de la canasta básica. Solo se estaba ofertando la carne de res para niños y dietas médicas.
Tampoco había pronósticos sobre la distribución del café y el aceite. El arroz del mes faltaba en 98 bodegas de la provincia.
Respecto al azúcar, de la que Cuba fue el principal exportador a nivel mundial, de las cuatro libras que debe recibir cada consumidor, ese mes se distribuyeron tres. La afectación debía mantenerse en octubre, según el pronóstico del MINCIN, debido a la falta de disponibilidad.
A esas alturas, las personas estaban recibiendo el jabón de lavar de julio. En cuanto a los huevos, se entregaban los correspondientes al mes de agosto, pero faltaba la mitad.
Lo mismo sucedía con la distribución del producto en los 13 municipios de Villa Clara, reconoció el periódico local Vanguardia.
Esa situación en la distribución normada de alimentos y productos de primera necesidad ocurría al mismo tiempo que el régimen inauguraba la XIII Edición del Festival Internacional Varadero Gourmet.
A mediados de agosto, varios habaneros entrevistados por DIARIO DE CUBA solo habían recibido arroz, azúcar y los frijoles negros del mes anterior.
«En lo que va de mes solo han llegado las siete libras de arroz, dos libras de azúcar blanca y una libra de azúcar prieta. Hoy vine a sufrir las compotas de mi nieto del mes julio y el café correspondiente al mes de mayo. Lo demás brilla por su ausencia», dijo Federico Prats, residente en el consejo popular Palatino.
«Esto es todos los meses: o traen lo que falta del mes pasado, o la mitad de lo que te dieron al principio del presente. ¿Recuerdas aquella época en que necesitabas cuatro o cinco jabas para sacar los mandados de una sola persona? Pues ya en Cuba todo es así, un recuerdo del pasado que a veces no sabes si lo has soñado o lo has vivido. Creí que al menos el pensamiento de Fidel (Castro) se podría salvar de Cuba, pero es que fue su propio pensamiento porfiado quien nos condujo a lo que ahora estamos sufriendo», añadió.
En mayo, el MINCIN anunció que la distribución a través de la libreta del pollo, uno de los pocos cárnicos a los que tienen acceso la mayoría de los cubanos, solo sería para los niños de hasta 13 años y las dietas médicas. Después de las protestas que estallaron ese mes Caimanera, Guantánamo, apareció el producto para el resto de los cubanos.
A mediados de marzo, los holguineros solo habían recibido una libra de arroz de las siete correspondientes y dos de azúcar de las cuatro que tocan. En diciembre de 2022, se quejaban de la reducción de la cuota de jabón de baño y de lavar.
«A cada rato es algo nuevo y siempre para peor. Suben el precio de los productos, como pasó con el picadillo y el café, o recortan la cuota, como nos hicieron con el jabón. En mi núcleo (libreta), por ejemplo, somos cuatro personas y hace un año me vendían cinco jabones de baño, uno por encima, y dos de lavar; ahora, solo tres jabones de baño y uno de lavar», dijo a DIARIO DE CUBA Inés, una consumidora del reparto Primero de Enero, en el municipio de Mayarí.
Sin renunciar a la propaganda y a la autodenominación de «Estado Socialista de Derecho», el régimen se deshace de responsabilidades y, mientras los cubanos reciben a buchitos los escasos productos de la libreta, ven cómo estos abundan en las MIPYMES a precios que exceden sus posibilidades.