DictaduraEconomía

Producción industrial en Cuba: otro fracaso del “castrocanelismo”

Las autoridades cubanas dicen querer “satisfacer las necesidades del pueblo”, pero no logran recuperar las capacidades productivas de la industria

MADRID, España. ─ Una reciente emisión del programa Mesa Redonda dedicó su espacio al análisis de la industria cubana. Se abordó la situación de 15 actividades, entre las que resaltan la producción de bienes de gran demanda, como aseo, perfumería y cosméticos, artículos gráficos, confecciones textiles, calzado, productos de talabartería, higiénico-sanitarios, plásticos, pintura y mobiliario. Se trata, en líneas generales, de una producción escasa y de baja calidad, lo que suele generar no pocas protestas entre los cubanos.

En dicho programa, los directivos del Grupo Empresarial GEMPIL abordaron temas de actualidad, como los encadenamientos productivos, exportaciones y sustitución de importaciones, así como el apartado de la colaboración con la ciencia y las inversiones más significativas de la industria ligera cubana, incluidas las extranjeras.

Según se informó en la Mesa Redonda, el mencionado grupo cuenta con 11 empresas mixtas, tres de ellas en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM). Posee además cuatro Contratos de Asociación Económica Internacional para la administración productiva que dirigen sus producciones a la población (artículos higiénicos y sanitarios, aseo y cosmética, confecciones), al turismo, al sector agroalimentario y a la industria farmacéutica. La OSDE (Organización Superior de Dirección Empresarial) cuenta también con un centro de investigación y da empleo a 20 784 trabajadores de todas las provincias.

Antes de avanzar en los asuntos tratados en la Mesa Redonda conviene recurrir a algunos datos oficiales ─que no se ofrecieron en el programa─ para situar el estado actual de la industria en Cuba. En 2019, el índice de producción industrial publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) mostraba un decrecimiento de casi 40 puntos (61,4) con respecto a 1989, cuando alcanzó el nivel 100. De ello se desprende una primera conclusión: la producción industrial en la Isla ─en las actividades anteriormente mencionadas─ ha caído casi un 40% en este período.

La situación es aún más crítica en el caso de la fabricación de bienes de equipo, maquinaria y otros, donde la caída ha sido del 94,1%, al situarse el índice de 2019 en 5,9. La fabricación de bienes intermedios (energía, materiales de construcción) disminuyó un 71% (29,5 en 2019) y la industria de bienes de consumo también se situó en 2019 por debajo del nivel de 1989, con un 96,2 (descenso del 3,8%).

De esta destrucción sistemática de la base industrial de Cuba no se habló en la Mesa Redonda, por lo que las autoridades decidieron esconder unos datos que, siendo oficiales y por tanto conocidos, deberían haber servido para orientar un diagnóstico eficaz de los problemas.

Lo primero que deberían explicar las autoridades es cómo piensan cumplir con el que dicen que es su primer objetivo, “satisfacer las necesidades del pueblo”, si previamente se tiene que realizar un ingente esfuerzo para recuperar las capacidades productivas de la industria (en fase terminal tras haber perdido el 40% de su capacidad productiva en tres décadas). El cómo afrontar ese escenario, qué instrumentos utilizar y de qué manera aplicarlos será determinante en el éxito o fracaso de las actuaciones a emprender para revitalizar el sector.

Los directivos no abordaron estas cuestiones y se limitaron a ofrecer datos parciales ─y poco relacionados entre sí─ sobre los incrementos de los productos de higiene para enfrentar la pandemia en los últimos meses. En ese sentido, admitieron que la producción todavía no era suficiente, aunque se había logrado “cierta estabilidad en productos básicos como el jabón de tocador y de lavar”.

Sin embargo, los datos oficiales no parecen confirmar este optimismo, y por ello conviene tenerlos en cuenta. Por ejemplo, la producción de jabón de tocador experimentó una reducción de un 42% de 2015 a 2019, y el jabón de lavar nada más y nada menos que un 52% en el mismo período. Recuperar estos niveles de producción perdidos en los últimos cinco años no es algo que se logre en solo uno, y menos con el coronavirus azotando la economía.

Un directivo explicó que han dado apoyo a otras producciones como el desodorante, las colonias, el champú, el acondicionador, el gel bactericida, parte del detergente y más de tres mil toneladas de pasta dental. De esta última hubo una caída de la producción del 43,7% de 2015 a 2019, y del resto de productos citados, aunque no se dispone de desglose, el descenso ha sido de un 30% en igual período.

Claro, la culpa de esta pésima ejecución la tienen el bloqueo y las sanciones aplicadas por la administración Trump, lo que ha influido de forma negativa en la importación de insumos necesarios para la fabricación de estos productos. Bien está que Cuba no tenga reservas de petróleo, pero ¿por qué estos insumos no se producen en Cuba? ¿Es que no se está defendiendo la autonomía productiva de la nación? Entonces, ¿en qué quedamos?

Por ello, no se puede creer a los directivos del Grupo Empresarial cuando afirman su interés en “satisfacer las necesidades del pueblo”. Si realmente lo quisieran, tendrían que hacer las cosas de forma muy diferente. Siempre están hablando de lograr encadenamientos productivos con las entidades nacionales, pero cuando llega la hora de las responsabilidades, la culpa es del bloqueo, que impide comprar insumos en el exterior. Alguien de jerarquía, por encima de estos Grupos Empresariales de tanto poder, debería tomar buena nota. No puede haber más contradicciones y errores de gestión. Un consejo de administración ya habría tomado decisiones drásticas.

Durante la mitad de la Mesa Redonda los directivos estuvieron culpando a la administración Trump de todos los males; en la otra, repitiendo de forma machacona que hay que conseguir encadenamientos para “defender la producción nacional y evitar que se importe lo que se puede producir en Cuba”, incluso ─y aquí llegó una de las novedades de la noche─ con los trabajadores por cuenta propia.

La tarea en la que se han concentrado es identificar todo lo que se puede producir, con un intercambio permanente con los organismos, “como se ha hecho con el MINTUR, organismo al cual la industria asegura habitualmente alrededor de 75 renglones, identificándose 23 nuevos productos para garantizar en lo fundamental la sostenibilidad y mantenimiento de las instalaciones hoteleras, aun en esta etapa de enfrentamiento a la COVID-19”.

La cuestión en este punto es por qué esta identificación no se ha hecho antes, observando el derrumbe de la producción industrial que muestran los datos. Se tiene la sensación de que han llegado tarde y que ese objetivo de sustituir importaciones en productos como cajas de cartón corrugado, cubetas plásticas o productos químicos de limpieza tiene un recorrido muy corto y no va a resolver los problemas de fondo.

Después se dedicaron a citar ejemplos de procesos de colaboración que están en marcha, dirigidos desde la OSDE, como la experiencia en la producción de hilazas de algodón por la hilandería Inejirō Asanuma, o la empresa Tenería y Pieles y la empresa mixta Dujo Copo S.A.

Respecto a la industria textil, el directivo dijo que se labora en la producción de frazadas de piso, así como de sábanas. Estas últimas consiguen el encadenamiento productivo con las unidades que se dedican a la creación de colchones, pero, en realidad, la producción de sábanas disminuyó un 28,5% de 2015 a 2019, según datos oficiales de la ONEI que no fueron ofrecidos en la Mesa Redonda.  La producción de colchones, por su parte, disminuyó un 10,1% en el mismo período. Mucho hay que hacer para remontar estas cifras.

Mientras, la industria del mueble aumentó un 40% su capacidad productiva, con 80 000 unidades, incluyendo productos de alto estándar que sirven para amueblar 3 500 habitaciones en el sector turístico. Cabe señalar que no hay datos oficiales recientes de esta actividad. Los últimos son de 2017 y ahí se detiene la información.

Se ofreció también información de los 134 proyectos en que trabaja la OSDE actualmente, dedicados a fortalecer el vínculo entre ciencia e innovación, un mensaje recurrente del gobernante Miguel Díaz-Canel.

En cuanto a las exportaciones, en la Mesa Redonda se afirmó que “se ha cumplido”, alcanzando cuatro millones de dólares en ventas, diversificando productos y con nuevas estrategias para penetrar mercados. Destacaron los funcionarios el caso de Angola, país en el cual la empresa mixta Suchel Camacho S.A. contará con una tienda para la comercialización directa. También abordaron la gestión de Suchel Proquimia S.A., que comercializará productos hidroalcohólicos en España y Republica Dominicana. También se hizo mención de la presencia de la industria en las Tiendas de GELMA dirigidas al sector campesino y en otros establecimientos que tributan al mercado minorista, donde se vende en dólares. No hubo un análisis del impacto de la devaluación sobre la competitividad de las empresas y tampoco se hizo referencia al aumento de salarios.

Los directivos afirmaron consolidar las ventas por el comercio electrónico a través de cuatro tiendas virtuales y la consolidación del sistema de relaciones entre las empresas estatales, la sociedad mercantil 100% cubana, Industrias NEXUS S.A. y las modalidades de inversión extranjera. Por medio de esta acción, las empresas citadas pueden retener parte de sus ingresos en divisas para la compra de materias primas, de acuerdo con el nuevo modelo de gestión implantado por la Estrategia económica y social. Pero ¿realmente con esto se beneficia al pueblo cubano?

Se informó que la financiación necesaria para asegurar el Plan 2021 de la industria prevé que el 45% tenga su origen en la gestión empresarial. Por ello, consideran fundamental el papel de la inversión extranjera en áreas como calzado, pintura, envase y embalaje, para atraer nuevas fuentes de divisas, diversificar e incrementar las exportaciones. Los directivos señalaron que “es de vital importancia para la organización impulsar la inversión extranjera que sea capaz de generar los ingresos que garanticen su sostenibilidad”.

El objetivo de inversiones parece ser una prioridad para los directivos de la OSDE. En ese sentido, anunciaron importantes operaciones para este mismo año 2021, en línea con la tendencia al crecimiento registrado en los últimos años. Y en esto llevan razón. En 2015, la inversión en la industria era de solo un 5% del total, mientras que en 2019 había aumentado al 10%, duplicando su cuota, aunque lejos del 30% destinado a servicios empresariales, la actividad con mayor concentración de inversiones.

En todo caso, este aumento de las inversiones en la industria no ha tenido impacto sobre el nivel de empleo, ya que la ocupación del sector descendió un 12% de 2015 a 2019, de modo que estas inversiones han tenido un impacto negativo en el empleo. Si siguen adelante con los procesos de reconversión tecnológica, que parecen ser el destino de las inversiones, la industria seguirá destruyendo empleo con su correlato en términos de productividad, que apenas aumentó un 3,5% en el mencionado período 2015-2019.

 

 

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