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Pulso de poder Arce-Morales en Bolivia, con forcejeo en la coca y el litio

Los dos sectores avanzan en la ruptura del MAS y en la guerra fratricida de las candidaturas para las elecciones generales de 2025

El actual mandatario de Bolivia, Luis Arce, con el expresidente Evo Morales (derecha) REUTERS

 

Conocido el caudillismo de Evo Morales estaba cantado que, de no aceptar que su etapa política ya pasó al quedar cerrada en 2019 su presidencia de 14 años –más larga de lo que la Constitución permitía–, iban a llegar las luchas de poder en el seno del partido gubernamental, el Movimiento al Socialismo (MAS). La incuestionada victoria electoral en 2020 de su delfín, Luis Arce, anunciaba que difícilmente este iba a aceptar un tutelaje.

A medida que Arce fue creando su equipo y gobernando de modo autónomo, las críticas de Morales fueron aumentando: primero muy sordas, en cenáculos del MAS, pero luego abiertamente y en público. Los rifirrafes entre los dos, amplificados por sus respectivos grupos de apoyo, apuntan a un estallido interno que no va a tardar en consumarse conforme los plazos para las elecciones de 2025 obliguen a definir las candidaturas para diputados y senadores y para la presidencia del país. En un traumático divorcio, habrá lucha por quedarse con las siglas del partido; precisamente se está retrasando la celebración de un congreso, en el que deberían renovarse muchos puestos.

En cualquier caso, la situación ya ha creado dos sectores en el MAS. En la celebración a finales de marzo del aniversario del partido, cuyo presidente sigue siendo Morales, este y Arce pronunciaron discursos antagónicos, con ataques velados del uno al otro: el primero denunciando que se esté creando división interna mediante «prebendas» (en referencia a los favores que el Gobierno otorga a sus grupos afines); el segundo reclamando «pluralismo».

Escenificada la confrontación en ese gran acto de partido, el 2 de abril Morales proclamó que el MAS «no está en el Gobierno», acelerando así el momento del parteaguas. También rompió con quien fue su vicepresidente, Álvaro García Linera: «Tengo un enemigo más. Catorce años mi vicepresidente, duele mucho. Será porque soy indígena o será porque soy leal a los principios y valores que nos dejaron los antepasados. Solo decir gracias, Álvaro». García Linera ha venido pidiendo la reconciliación entre Morales y Arce, pero al estar asesorando al Gobierno el expresidente lo percibe como alguien alineado con su oponente, como lo están los ministros.

Figura importante en el bando de Arce es el vicepresidente David Choquehuanca, que fue canciller durante la presidencia de Morales y que este no designó como sucesor posiblemente por temor a que, también de ascendencia indígena aymara como él mismo, pudiera desbancarle como líder del MAS. Choquehuanca se está empleando a fondo para poder atraer el apoyo de las bases sociales al proyecto alternativo a Morales, con quien lleva tiempo enfrentado. Podría incluso sustituir a Arce como candidato, sobre todo si eso le permitiera quedarse con gran parte del aparato del MAS y sus siglas, si bien el perfil de Arce alcanza un mayor espectro del electorado y lo normal es que opte a la reelección.

Cocaleros y empresas chinas

La lucha entre los dos bandos se libra de modo muy directo en el ámbito del cultivo de la hoja de coca, que ha sido la base social y económica del liderazgo de Morales y constituye una fuente de ingresos para la actividad del MAS, muy cercano a los sindicatos cocaleros. El Gobierno de Arce puso a un hombre de su confianza en la dirección de los cocaleros de los Yungas, región competidora de la de Chapare, cuyos sindicatos dirige Morales, para luego crear un tercer mercado de coca en la Paz que daba al Gobierno un mayor protagonismo en el sector. Durante su presidencia, Morales amplió de 12.000 a 22.000 las hectáreas de cultivo legal de coca, supuestamente para uso tradicional de los indígenas, si bien los organismos internacionales lo estiman excesivo, aparte de que el cultivo real es mucho mayor.

Las acusaciones de narcotráfico forman también parte de la disputa. El ministro de Gobierno, Fernando del Castillo, otro de los políticos especialmente enfrentado al sector de Morales, acusó a su antecesor de haber excarcelado una destacada figura del narco. El diputado oficialista Rolando Cuéllar denuncia al vicepresidente del MAS, Gerardo García, un hombre de Morales, de haber recibido «narcoaportes» para la campaña de este de 2019.

Los de Arce vienen a acusar a Morales además de haber gestionado mal la industria de los hidrocarburos. El ministro de Economía, Marcelo Montenegro, ha extendido la sombra de la corrupción sobre la administración realizada de la estatal YPFB, de la que se está realizando una auditoría.

Por su parte, el otro bando está sembrando dudas sobre la posible corrupción del actual Gobierno en otro de los sectores económicos importantes, el de la extracción del litio, cuyas licitaciones a empresas extranjeras podrían suponer una tentación para ingresos ilícitos. Uno de los diputados «evistas» ha acusado al hijo del presidente, Marcelo Arce Mosqueira, de actuar de intermediario de esas empresas con la posible intención de cobrar comisiones.

Morales atribuyó la presión para que en 2019 dejara el poder a presuntos intereses de Estados Unidos para hacerse con el litio boliviano

Bolivia cuenta con unas de las reservas de litio más importantes del mundo. Precisamente Morales atribuyó la presión para que en 2019 dejara el poder a presuntos intereses de Estados Unidos para hacerse con el litio boliviano, en un momento de gran interés internacional por esa materia prima para la confección de baterías. Pero quien de momento se está ocupando de ese negocio es China. La oposición considera que el convenio firmado con tres compañías chinas para la extracción directa de litio, elegidas por delante de otras firmas interesadas, no se ha negociado con la suficiente transparencia.

 

 

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