¿Qué está atizando la guerra por Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán?
Desde este 27 de septiembre, los países vecinos Armenia y Azerbaiyán se han enfrascado en intensos combates y, por primera vez desde el cese del fuego de 1994, ha habido enfrentamientos armados a lo largo de la línea de conflicto. Hay muertos y heridos.
Armenia impuso primero la ley marcial, y después lo siguió Azerbaiyán, aunque el estado de guerra allí sólo se aplica a algunas partes del país. Ambas partes se consideran responsables de la escalada más grave en años, y esta podría empeorar aún más en el sur del Cáucaso. Pero ¿qué es lo que alimenta esa violencia?
Azerbaiyán: «La diplomacia ha fracasado»
El resurgimiento del conflicto en torno a Nagorno-Karabaj, que ha estado vivo entre Bakú, capital de Azerbaiyán y Ereván, su homóloga en Armenia, durante más de 30 años, ya se anunció en el verano. El 12 de julio comenzaron los combates entre soldados armenios y azerbaiyanos que duraron unos diez días, pero no en Nagorno-Karabaj, sino en la frontera internacionalmente reconocida entre ambos Estados. Alrededor de dos docenas de personas, incluyendo civiles, fueron víctimas de los combates.
La escalada en el sur del Cáucaso también está relacionada con una cierta frustración en Bakú. Incluso después de 30 años, y a pesar de numerosas negociaciones de paz, el territorio que, según el derecho internacional, pertenece a Azerbaiyán, no ha sido recuperado. «Nuestra prioridad siempre ha sido resolver este asunto dentro de las fronteras reconocidas. Durante 28 años hemos tratado de resolverlo pacíficamente, pero no funciona», dice a DW Farhad Mamedov, politólogo azerbaiyano y jefe de la empresa consultora Strategic Consultancy Group. Por eso ahora se está llevando a cabo el «contraataque».
También en Azerbaiyán, Laurence Broers, director del programa para el Cáucaso del laboratorio británico de ideas Chatham House, dice que la diplomacia ha fracasado. «Una pregunta legítima es: ¿qué tiene Bakú para mostrar en los años de negociaciones de paz? Por otro lado, Armenia pudo consolidar su control sobre Nagorno-Karabaj, mientras el proceso de paz se prolongaba indefinidamente».
Ereván buscará que guerra sea «cara» para Bakú
Armenia tiene ahora dos opciones, dice Boris Navasardjan, observador político armenio y presidente del club de prensa de Ereván: «Máxima movilización para responder al ataque azerbaiyano e infligir el mayor número posible de pérdidas al enemigo. O, en cooperación con la comunidad internacional, tratar de apaciguar a los líderes azerbaiyanos».
Ereván quiere mostrar a Bakú el altísimo precio que tendría que pagar por la escalada en pérdidas militares y vidas humanas, dice Broers, de Chatham House. El primer ministro armenio Nikol Paschinjan es «menos reacio» a la escalada que su predecesor Serzh Sargsyan.
¿Un alto el fuego estable? Difícil de imaginar
En Azerbaiyán se espera un éxito militar, y sólo se puede imaginar un nuevo alto el fuego en «condiciones absolutamente nuevas, con un calendario fijo para la retirada de las armas del territorio azerbaiyano ocupado, todo ello en estricta conformidad con cuatro decisiones anteriores del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas», explica Farhad Mamedow la posición de Bakú.
Ereván también es escéptico sobre un nuevo acuerdo. Un alto el fuego sería «difícil de imaginar, porque requiere un alto grado de confianza entre las partes contratantes y los mediadores», indica el armenio Boris Navasardjan. Y en este momento «no hay confianza entre Yerevan y Bakú».
«Armenia insiste en que la situación de seguridad debe mejorar antes de que comiencen las conversaciones, mientras que Azerbaiyán no tiene más remedio que desestabilizar la situación», comenta Laurence Broers. No se puede dejar de lado la responsabilidad de la escalada, ya que ambos países han invertido mucho en armamento.
Situación internacional favorece conflictos armados
Una razón importante para la escalada es también la situación internacional, que ha cambiado dramáticamente desde el cese del fuego en 1994. «El Proceso de Minsk (negociaciones de paz bajo los auspicios del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. OSCE) fue en gran medida un producto del mundo unipolar de los primeros años después del final de la Guerra Fría», dice Broers. La idea en ese momento era que el conflicto se resolvería «de alguna manera en el marco de una paz negociada», pero Estados Unidos se ha «retirado» y otros actores geopolíticos como Rusia y Turquía han ocupado su lugar.
No existen esfuerzos internacionales conjuntos que podrían prometer a Ereván y Bakú suficiente seguridad para entablar un diálogo de paz. Las partes prefieren buscar un «patrón geopolítico» que una vía diplomática sin una «base internacional sólida», afirma Broers.
El potencial de escalada
El experto en el Cáucaso también considera que la situación es tan peligrosa porque actualmente no hay fuerzas internacionales que puedan ejercer suficiente presión para un cese del fuego. También queda por ver hasta dónde llegará Turquía en su apoyo a Azerbaiyán. «La solidaridad con Azerbaiyán se están convirtiendo en apoyo, incluido el militar”, concluye Broers.
El potencial para una mayor escalada y para la interferencia de otros estados en el conflicto está ahí, advierte Broers. A menos que ambas partes puedan terminar su conflicto después de unos días con una «narrativa de éxito» para pacificar la situación.
(jov/cp)