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¿Qué hubiera pasado si… la política fuera inteligente?

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21 de diciembre de 2015. Rajoy asegura ante el Comité Ejecutivo del PP que ha entendido el mensaje de las urnas. Está dispuesto a rectificar sus políticas y ofrecer un ambicioso programa de reformas. Sánchez reconoce ante el PSOE su responsabilidad en la derrota. Pide ayuda a los suyos para buscar juntos la salida, ya que tienen la llave del Gobierno.

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El profesor y psicoterapeuta italiano Giorgio Nardone recoge en un librito delicioso las claves de El arte de la estratagema. Con ejemplos históricos, épicos y cotidianos, explica cómo resolver problemas difíciles mediante soluciones simples. «La inteligencia y la creatividad aplicadas a la gestión estratégica de la vida forman parte de esa sabiduría que guía siempre a los seres humanos en la consecución de sus propios objetivos, en la superación de sus propios límites y en la mejora de sus propias capacidades».

Tal vez si los líderes políticos españoles hubieran leído con inteligencia el 20-D, no sería necesario repetir las elecciones. ¿Era posible evitar este futuro? Lo era. Estaba en manos de los dos partidos mayoritarios. La granítica actitud de Rajoy y la endémica crisis interna del PSOE -que llevó a Sánchez a tomar el camino hacia ninguna parte- lo han hecho imposible. Pero cabía imaginar un escenario distinto. Esto es lo que podría haber pasado si…

21 de diciembre de 2015. El Comité Ejecutivo del PP se reúne para analizar los resultados de las elecciones. Habla Mariano Rajoy. «Nuestra victoria electoral es insuficiente. Hemos perdido 60 escaños y más de tres millones de votos. Tenemos que escuchar y entender lo que nos han dicho las urnas. Centrados en evitar el colapso financiero, olvidamos que los españoles nos demandaban más atención a sus vidas, sensibilidad y mayor firmeza contra la corrupción. Quiero decirles que he entendido el mensaje. Debemos cambiar el paso para adecuar nuestra acción política a lo que piden los españoles. La fragmentación del Congreso no pone fácil la formación de Gobierno. Pero estoy dispuesto al diálogo y a la negociación sin líneas rojas. Plantearemos una oferta generosa al resto de los partidos. Si es necesario, tendremos que asumir cambios en las leyes que hemos aprobado desde el Gobierno». Rajoy termina diciendo que para demostrar la sinceridad de su oferta y porque el Gobierno de España es más importante que las personas, está dispuesto a dar un paso atrás si fuera necesario.

El presidente del PP se entrevista en días posteriores con los líderes políticos. Pedro Sánchez dice no a la gran coalición. Pero Rajoy no quiere tirar la toalla. Albert Rivera sí está dispuesto a abrir una negociación con el PP que sumaría 163 escaños en el Congreso. Los equipos negociadores de PP y Ciudadanos alcanzan un acuerdo que contiene los siguientes puntos:

  • Reforma de la Constitución.
  • Plan de choque para la regeneración. Eliminación de aforados, limitación de las puertas giratorias, reforma del Poder Judicial, los imputados serán apartados de sus cargos y no podrán ir en las listas.
  • Ley de emergencia social para combatir la desigualdad y atender a los excluidos por la crisis.
  • Cambios en la legislación laboral con especial atención a la protección de los derechos de los jóvenes que se incorporan al trabajo.
  • Nueva Ley de Educación.
  • Compromiso de negociar con Bruselas un aplazamiento del objetivo de déficit impuesto por la UE.

Las direcciones del PP y Ciudadanos aprueban el pacto. Rajoy y Rivera lo rubrican. El presidente del PP se dirige entonces al PNV y a CC para sumar hasta los 170 votos. Le faltan seis para la mayoría absoluta.

Con ellos en la mano, el candidato del PP apela al PSOE. En un encuentro con Pedro Sánchez, pide su colaboración. Rajoy busca la complicidad de los diputados socialistas, alegando que en su acuerdo con Ciudadanos figuran algunas de las propuestas que el PSOE llevaba en su programa electoral. Rajoy se muestra dispuesto a cambiar y hace autocrítica del uso de su mayoría absoluta. En mitad de las conversaciones, estalla un escándalo de corrupción que afecta a la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Rajoy le exige que deje su escaño de senadora y el PP la suspende de militancia.

21 de diciembre. La Ejecutiva socialista se reúne a primera hora de la mañana para analizar los resultados electorales. La noche anterior, Pedro Sánchez había comparecido ante los medios con el gesto triste para reconocer que los resultados del PSOE eran malos sin paliativos. 22% de los votos. 90 escaños. «Asumo mi responsabilidad y consultaré con los compañeros de la Ejecutiva cuál es la mejor manera de afrontar este revés. Los socialistas debemos encontrar unidos la forma de recuperar la confianza de los españoles. Estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad en el fracaso, pero también a tirar del carro con la ayuda de todos para encontrar el camino de regreso a lo que fuimos».

En su intervención ante la Ejecutiva, Pedro Sánchez se centra en Podemos. Sólo 300.000 votos separan al PSOE del partido fundado por Pablo Iglesias hace apenas dos años. Una bolsa grande de voto joven y urbano ha abandonado a los socialistas para rendirse a la nueva formación. En la Comunidad de Madrid, el PSOE ha quedado en cuarto lugar. «No debemos cerrar los ojos a la realidad. Por primera vez desde la recuperación de la democracia, hemos perdido en parte la hegemonía de la izquierda. Podemos no es el PCE, ni IU. Podemos es una amenaza, al mismo tiempo que un aliado en los gobiernos de comunidades y ayuntamientos. Hemos de mirarle a los ojos con valentía y decidir si le tratamos como a un socio o como a un enemigo. Lo que no podemos hacer es ignorarlo, ni permitir que nos gane por la mano proponiendo públicamente un Gobierno. Pablo Iglesias nos montará un espectáculo si no nos adelantamos. Os propongo que iniciemos esta reflexión interna sobre la derrota electoral y las alianzas, mientras dejamos que el candidato del partido más votado, Mariano Rajoy, sea quien lleve la iniciativa para la formación de gobierno. Es difícil imaginar un futuro para volver a gobernar con mayoría absoluta. Seguramente tendremos que contar con Podemos. No van a desaparecer tan fácilmente». Sánchez propone iniciar un diálogo con Pablo Iglesias.

En la Ejecutiva no hay consenso sobre cómo tratar al nuevo partido. Mientras que algunos dirigentes creen que no se les puede dar ni agua, otros sostienen que sería mejor integrarlos para que los votantes fascinados con su discurso acaben decepcionados. Pablo Iglesias, sostienen éstos, difícilmente soportaría una prueba de realidad. Destacadas figuras del PSOE advierten que no hay una mayoría de izquierdas y que la investidura sólo podría salir adelante con los votos de los nacionalistas y la abstención de los independentistas. El líder socialista les responde que es muy consciente y que no actuará por su cuenta. Someterá la decisión a los órganos de dirección, si fuera el caso. La Ejecutiva autoriza al secretario general a dialogar con Podemos y con los nacionalistas, dejando claro que no aceptarán un referéndum en Cataluña porque su propuesta ya contempla una consulta una vez que se reforme la Constitución.

El líder de Podemos traslada a Sánchez su disposición para un Gobierno de coalición y su ayuda para el diálogo con los partidos nacionalistas. Pablo Iglesias está dispuesto a aparcar el derecho a decidir. Lo tratará con Ada Colau. La prioridad son las políticas sociales y la regeneración. El apoyo del PNV se presenta fácil. El de la antigua Convergència más complicado. Aunque los dirigentes nacionalistas y ERC siempre preferirán un Gobierno en Madrid del PSOE a que siga Rajoy. Por ahí se les puede convencer para que rebajen su exigencia soberanista.

Mes y medio después de las elecciones, el Comité Federal del PSOE se reúne para debatir las dos hipótesis de Gobierno. El destino les ha regalado no una sonrisa, sino un auténtico dilema. Los socialistas pueden facilitar un Ejecutivo con sólido apoyo parlamentario garantizado por el pacto PP-Ciudadanos. O bien optar por la arriesgada alternativa de un Gobierno de izquierdas. El Comité Federal decide someter a votación en urna ambas propuestas. El resultado alumbrará un Gobierno e impedirá la repetición de las elecciones. Algo que nadie desea.

Hasta aquí el escenario imaginado. Quién sabe si después del 26-J esta ficción se convertirá en realidad.

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