En 63 años de «revolución» Cuba ha sido obsequiada con unos 300.000 millones de dólares en cash, bienes de capital y de consumo, «ayuda al desarrollo», petróleo y gasolina, materias primas, maquinaria, tecnología y asesoría técnica, armamento préstamos y créditos internacionales (que luego nunca ha pagado a sus acreedores).
Dicho en cubano, los hermanos Castro desde 1960 le han tumbado al mundo casi un tercio de billón de dólares (millones de millones), y el pueblo está hundido en la extrema pobreza y pasa hambre.
El Plan Marshall que sacó a Europa Occidental de la devastación tras la Segunda Guerra Mundial ascendió a 13.000 millones de dólares de entonces, equivalentes a 87.100 millones de dólares de 1990 cuando la URSS desapareció, y a 204.620 millones de 2023.
Hagamos con Cuba lo mismo. Según la calculadora online Dinero en el tiempo, un dólar de 1965 tiene en 2023 un valor de 9,74 dólares. Uno de 1975 equivale a 5,70 dólares, y uno de 1985, cuando los subsidios soviéticos alcanzaron su máximo nivel, vale hoy 2,85 dólares.
Entonces, si se hace un prorrateo año por año del valor del dólar, advertimos que el volumen de recursos financieros regalados a Cuba fácilmente triplica al Plan Marshall.
Solo que Europa Occidental es hoy punta de avanzada del desarrollo del Primer Mundo industrializado, mientras en Cuba nueve de cada diez ciudadanos, el 88% de la población, viven en la extrema pobreza, pasan hambre, o están desnutridos. Así lo acaba de revelar un reciente estudio realizado en la Isla por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que incluyó 1.354 entrevistas en 75 municipios.
Y eso que en la encuesta se tomó como base un ingreso mínimo diario de 1,95 dólares. De haberse aplicado el ingreso mínimo de 2,15 dólares diarios que establece ahora el Banco Mundial, nos habríamos percatado de que, crease o no, en la Cuba actual el 98% de los habitantes son extremadamente pobres, y muchos malviven en la miseria.
Los emigrados, 102.252 millones; la URSS, 120.000 millones
En tanto, solo los emigrados cubanos han entregado a la Isla 102.252 millones de dólares desde 1993, casi el 90% desde EEUU. De ellos 52.252 millones en remesas de dinero en efectivo, y 50.000 millones en paquetes con alimentos, medicinas y otros bienes de consumo, según un estudio realizado por Cuba Siglo 21.
Y el economista cubano Carmelo Mesa-Lago calcula en 65.000 millones de dólares el monto total de los subsidios soviéticos al castrismo. Eso es el triple de toda la ayuda financiera concedida por la Alianza para el Progreso lanzada por el presidente John F. Kennedy para América Latina, entre 1961 y 1970.
Pongo un ejemplo que recuerdo muy bien. Cuando el precio del azúcar en el mercado libre mundial oscilaba entre cuatro y seis centavos de dólar la libra, Moscú pagaba a Cuba 45 centavos la libra y le compraba entre cuatro y cinco millones de toneladas de azúcar.
Y hay más. Cuba tenía asignada en el CAME una cuota anual de consumo de 13 millones de toneladas de petróleo, pero solo consumía diez millones. Moscú no enviaba a Cuba ese tonelaje «sobrante», sino lo exportaba al mercado internacional y enviaba las divisas a La Habana. En los años 80, como ya conté en otra ocasión, el presidente de la JUCEPLAN (ministro de Economía) Humberto Pérez, me dijo off the record que aquella exportación de petróleo no consumido le reportaba a Cuba más divisas que la zafra azucarera, que no llegaba a los 500 millones de dólares.
Y luego saqué la cuenta en detalle. Haciendo la conversión se estaban reexportando 21,4 millones de barriles, que a un precio entonces de unos 30 dólares estaban reportando al castrismo unos 642 millones de dólares anuales. Luego la dictadura ha hecho lo mismo con el petróleo regalado por Venezuela, lo reexporta y se embolsa las divisas.
Más de 45.000 millones en «ayuda militar» de Moscú
En cuanto a la «ayuda militar» soviética, el monto ronda los 45.000 millones de dólares, de acuerdo con estimados del Departamento de Estado y de la CIA. Bernard Aronson, subsecretario de Estado en el Gobierno de George H. W. Bush (1989-1993), estimó que entre 1985 y 1990 la ayuda militar soviética a Cuba promedió unos 1.300 millones de dólares anuales, cuando ya Fidel Castro arremetía contra la perestroika de Gorbachov y Moscú había reducido los regalos a Cuba.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, la URSS entregó a Cuba gratuitamente 230 aviones de guerra, incluyendo modernos aviones de combate MIG-29 (cada uno cuesta unos 30 millones de dólares), MIG-23 (siete millones de dólares cada uno), y MIG-21. Así como cohetes tierra-aire, lanzacohetes múltiples (las «katiuskas»), tanques, cañones, baterías antiaéreas, helicópteros, fragatas, navíos torpederos, radares y tecnología de espionaje, cientos de miles de fusiles, ametralladoras, morteros, vehículos blindados, miles de camiones, jeeps y todo el avituallamiento necesario.
En resumen, posiblemente el valor de todo lo obsequiado por la URSS a Cuba no baja de 120.000 millones de dólares, y creo me quedo corto.
Llegamos entonces a Venezuela. Carmelo Mesa-Lago descubrió que solo en 2012 los subsidios y la inversión de la dictadura chavista en Cuba alcanzaron 14.000 millones de dólares. O sea, entre Hugo Chávez, y Nicolás Maduro, la dictadura venezolana ha regalado a los Castro no menos de 60.000 millones de dólares.
¿Qué hizo la dictadura con esos 300.000 millones de dólares?
Y la pregunta brota por sí misma: ¿qué pasó con ese Plan Marshall triplicado concedido a Cuba?: 1) fue engullido por la megalomanía expansiva de Castro I; 2) malversado por la oligarquía dictatorial y 3) despilfarrado en planes económicos de locura que destruyeron la infraestructura y el andamiaje agrícola e industrial precastrista y sumergieron la economía cubana en una crisis crónica, que ahora ya toca fondo.
Ciertamente, desde 1959 el castrismo ha intervenido militarmente en 22 países, 15 de ellos latinoamericanos (seis más que las diez intervenciones de EEUU a lo largo del siglo XX) y seis en naciones de Africa y Medio Oriente.
En 1966 Fidel Castro organizó en La Habana la Conferencia Tricontinental, donde surgió la terrorista Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL) con la consigna guevarista de «Crear dos, tres, muchos Vietnam». Se dispararon en Latinoamérica las guerrillas rurales y urbanas, los actos terroristas, los atentados a líderes políticos y los asaltos a bancos.
Y todo financiado por Cuba (con dinero soviético), pues Moscú rechazaba la doctrina castro-guevarista de «la lucha armada para la liberación nacional», y prefería la tarea de zapa política, ideológica, sindical y electoral, para desestabilizar la democracia liberal «burguesa» y fomentar gobiernos aliados de la URSS. Eso produjo tensión política entre Moscú y La Habana.
Mucho dinero, pese a la tensión política entre La Habana y Moscú
No se me olvida que a la celebración en Moscú del 50 aniversario de la revolución bolchevique, en noviembre de 1967, un mes después de la muerte del Che Guevara (en pugna con los soviéticos), no fue ninguno de los Castro. Enviaron a un funcionario de menor rango entonces, el ministro de Salud Pública, José R. Machado Ventura, quien ni era miembro del Buró Político del PCC, integrado por los dos Castro, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García, y un solo civil, Osvaldo Dorticós.
Machado Ventura llegó al aeropuerto moscovita y fue directamente para la Plaza Roja. Y esa misma noche regresó a Cuba sin entrevistarse con ningún funcionario soviético. La tensión política era más que obvia.
Sin embargo, el flujo de dinero y subsidios del Kremlin a la dictadura castrista continuó, y se disparó en 1972 al entrar Cuba en el CAME y acatar por fin las reglas del juego del PCUS (de lo contrario, el régimen castrista se quedaba colgado de la brocha sin su jugoso sueldo soviético).
En fin, toda esta historia confirma el fraude colosal, el parasitismo y la criminalidad de la «revolución cubana», frase que traducida al buen castellano equivale a grupo de mafiosos vividores que odian a Cuba, y que encima le han chuleado y le sigue chuleando al mundo cientos de miles de millones de dólares, hambrean al pueblo y se empecinan en «haitianizarlo».