¿Qué significa ser español?
Vivimos en el reino de la literalidad más absoluta, el sentido del humor está proscrito
El pasado julio tenía previsto participar en un curso de verano llamado ‘La nación: pasado, presente y futuro’, organizado por Issep. En ella estaban convocados ‘fachas’ tan ilustres como nuestro Girauta, Quintana Paz o J. J. Esparza. Haber sido invitada me hizo sentir un tanto (léase «un mucho») presionada por ser, junto con mi tocaya Marion Maréchal, la única mujer ponente. ¿Miedo a los hombres? Ninguno, lo paso excelente en un grupo así, lo mismo que disfruto de una reunión de féminas. No, el problema es que esto de querer aupar a la mujer a casi todos los ámbitos de la vida ha conseguido que algunas acabemos preguntándonos si nos convocan por nuestra valía o por rellenar cuota. Y a mí eso de que me clasifiquen por razón de sexo no me gusta un pelo, excepto en aquello de salvar a las mujeres y a los niños primero. Si muchas de nuestras madres y abuelas tuvieron que aguantar que no se las tomara en serio ahora algunas vivimos de forma inconsciente con la eterna duda de saber por qué se nos elige, si por nuestra valía o por nuestro sexo. Para este viaje no hacía falta alforja.
Me desvío. Lo primero que me llamó la atención de este curso fue su título: está organizado por la ultrasupercalifragilísticaespialidosa derecha y, sin embargo, omiten la palabra España. No sé si habrán notado que en prensa apenas se menciona este nombre, ha sido fagocitado por el omnipresente ‘enestepaís’. Incluso en unas jornadas en las que se va a hablar (bien) de España no la nombramos: ya ni los ‘fachas’ sabemos hacer el fascismo como Dios manda. Iba a soltar un «esto con Franco no pasaba», pero no está el patio para sornas inocentes, vivimos en el reino de la literalidad más absoluta, el sentido del humor está proscrito. Lástima, es lo que realmente nos salva en situaciones dramáticas. Prescindiré del chiste, mejor recordar aquello de que a España no la va a reconocer ni la madre que la parió, a ver si el hecho de que lo dijera Alfonso Guerra me otorga algo de patente de corso en esta locura en la que se ha convertido el ámbito de la opinión pública.
El curso se pospuso a causa de las elecciones generales, tendrá lugar a lo largo de hoy y el fin de semana. Mañana me toca responder, junto con Hughes, la siguiente cuestión: «¿Qué significa ser español hoy?». Al ritmo que vamos, si el curso llega a retrasarse un año la pregunta debería cambiar a «¿Qué significaba ser español?». La única respuesta certera y precisa que se me ocurre a la cuestión es que ser español significa disfrutar de ese invento maravilloso que son las persianas. Quien vivió en el extranjero lo sabe. Y quien no, no lo valora, porque no le han faltado. Algo parecido ocurre con ser español: no lo valoraremos hasta que nos vayamos a tomar viento. Entonces todos entenderán qué significaba ser español. Lástima.