Radiografía de Venezuela: estamos mucho mejor, gracias
Hoy en las calles de Caracas se habla de que estamos mejor. Es el lema de moda hoy junto a otro muy cruel que dice: «Esto ya se arregló». Podría ser, sin embargo, el lema actual de la capital ucraniana: «En Kiev todo está mejor». Y cómo no estarlo, si ya no existe la amenaza de las tropas rusas porque se han marchado a aniquilar otras ciudades.
La frase, por lo tanto, puede sonar cruel, pero es cierta. Es fácil estar mejor, tras padecer Covid o salir a las calles y quitarse la mascarilla, o encontrar una mantequilla que hacía años que había desaparecido de los estantes, pero estar mejor no significa que estemos bien.
La economía, en el suelo
La caída estrepitosa de la economía y la hiperinflación se detuvo y aunque hay múltiples causas, la principal es porque llegó al suelo, o como decimos en Venezuela: «Llegamos al llegadero». Ningún país puede llegar a colapsar al 100% y cerrar sus puertas. Al pasar de 350.000 millones de dólares de PIB en 2012 a 46.000 en 2021 (13%) aterrizamos en el piso del país petrolero.
La economía de Venezuela no puede caer más bajo que su propia miseria»
Voy a hacer una analogía para que se entienda mejor la situación venezolana. Es como si a un madrileño o un vasco que ganaba mil euros mensuales y apenas le alcanzaba para cuidar a su familia, lo despiden, no encuentra un nuevo empleo, y aunque busca todo lo que puede, solo logra llevar a casa 130 euros. La economía de Venezuela no puede caer más bajo que su propia miseria. Esos cuatro euros diarios que lleva a su casa, fruto de la generosidad de algún buen samaritano, significan su piso.
De este modo, no podemos caer más de ese 13% que representa poco más del 40% del PIB de Cuba. Aunque crezcamos el 10% en los próximos diez años no alcanzaremos el tamaño de la economía cubana.
La hiperinflación de millones por ciento arrasó con el bolívar que hoy es utilizado para pagar pequeñas compras, billetes del transporte público o cambios en los supermercados. Continuando con la analogía, como en la iglesia nos dan limosnas en dólares pues nos sentimos mucho más estables que con la locura anterior y celebramos que la mayoría de la clase media posee tarjetas de crédito o débito en dólares estables, ya que operan con bancos que no están en Venezuela.
Los ‘cisnes negros’
Venezuela pasó de un cisne negro llamado Donald Trump a la aparición de otro llamado Vladimir Putin. Mientras escribo estas líneas Venezuela produce el doble de barriles que en 2020 y el precio subió de 40 dólares ese año a poco menos de 70 en 2021 y hoy se encuentra en 113 dólares. Por lo tanto, lo que para Europa es una tragedia inflacionaria y de precios, para la miseria venezolana es literalmente un alivio.
Volviendo a la analogía, esa persona que recibía cuatro dólares diarios durante tres años recibe hoy el doble, un pensionado que recibía dos dólares mensuales hoy recibe 30, de modo que algunos notan que a su alrededor hay un leve bienestar y que las cosas están mejor.
Algunos economistas esgrimirán cifras que demostrarán que es alegría de tísico, pero para un país en el que la FAO sostiene que se suministran apenas 2.200 calorías diarias, proporcionar a los hijos 2.500 produce a los padres mucho bienestar.
Y no se nos debe olvidar que el obrero que hasta hace muy poco se alimentaba de arroz con sal, bañado en caldo de huesos de pollo y no desayunaba, si hoy puede incluir unos gramos de proteína se siente mucho, pero mucho mejor. Si un venezolano no podía comprar un medicamento con su pensión y hoy puede hacerlo, aunque sea solo uno para utilizar el restante en comida, la crueldad entonces sería no admitir que está mejor.
Las negociaciones secretas
La estabilidad que se percibe en Venezuela en los últimos diez meses se debe a un aspecto vital: los venezolanos han estado concentrados en sobrevivir, muertos de miedo y muy ocupados buscando el sustento. Han pasado casi dos años sin hablar de política y sin querer saber de ella, cansados de las falsas expectativas sembradas y de los recurrentes fracasos. De esta manera parcialmente curados de la confrontación y al ver lo ocurrido con la oposición, más del 80% de los venezolanos ha entrado en modo supervivencia y la apatía hacia la política se ha generalizado como nunca antes.
Venezuela pasó de tener todas las opciones sobre la mesa con Trump, a todas las opciones por debajo de la mesa con Biden. El actual presidente de EEUU ha sido mucho menos oscurantista que Obama, y aunque la pandemia y las manifestaciones detuvieron mucho el proceso con Cuba, el cisne negro de Putin vino a cambiar todo más allá de la transformación europea, la ampliación de la OTAN o los precios del petróleo. Hoy vemos cómo los estadounidenses están reabriendo su consulado en Cuba, permiten los vuelos hacia y desde la Isla, las remesas y alivian las pesadas cadenas de la administración Trump.
Las negociaciones, de las que la oposición se ha enterado la última, han permitido que el régimen se mueva con mayor holgura y que el ‘presidente Maduro’, como le llama ahora la Casa Blanca, haya logrado producir un millón de barriles»
Y las negociaciones, de las que la oposición se ha enterado de última, han permitido desde mayo de 2021 que el régimen revolucionario pueda moverse con mayor holgura y que «el presidente Maduro», como ahora le llama la Casa Blanca, haya logrado producir un millón de barriles. Con la entrada de Chevron en el mercado incluso puede llegar a los dos millones a finales de año. Centrarse en la discusión sobre si logrará o no tales metas, si se robarán o no el dinero, o si los traders se llevan o no la mejor tajada, es absurda pues lo que importa en realidad es el mensaje que enviaron a las bases opositoras y a los sobrevivientes. A quien pedía en la Iglesia le llegará un poco más y estará agradecido.
En breve veremos que levantarán algunas sanciones y quizás se reanuden las relaciones consulares, junto a la llegada de algunas petroleras y transnacionales a Venezuela. Seguramente lo que queda de la clase media celebrará que ya puede obtener su visa desde aquí porque la embajada de los EEUU estará abierta y nuevamente volará en American Airlines. Entonces a quien tiene al lado en la cola le dirá: «Sin duda que estamos mejor».
Las primarias
La primera víctima postpandemia fue la credibilidad opositora. El venezolano tiene hoy muy claro quién emergió como ganador y quiénes fueron los grandes perdedores en esta nueva etapa. Sean republicanos o demócratas, europeos o asiáticos también todos los apoyos internacionales llegaron a sus propias conclusiones. En primer lugar, quedó claro que la oposición venezolana no tiene planes ni estrategias para formar gobierno. En segundo lugar, es que el problema venezolano lo quieren arreglar al estilo Zimbabue, o dialogando desde dentro con quienes gobiernan.
Y como en Venezuela nadie parece capaz de guardarse un secreto se filtraron las reuniones en Panamá (El Tiempo) organizadas por el Departamento de Estado, en las que dejó claro que la oposición debe prepararse para unas primarias en 2023 y así elegir un candidato para unas potenciales elecciones en 2024. La discusión se centrará en si Juan Guaidó es o no candidato, si se ampliará o no la participación, pero la realidad es que el Departamento de Estado está liderando el proceso para llevar a cabo elecciones internas de la oposición con miras a unas presidenciales al año siguiente. Simplemente significa que, en la práctica, ya se reconoce y se reconocerá a Nicolás Maduro como el presidente legítimo hasta esa fecha y es él con quien hay que negociar.
El mensaje de la Casa Blanca para las bases opositoras es lapidario: ‘Veremos en 2024 si sois capaces de sacar a Maduro con votos’»
Una vez descartado que haya elecciones de gobernadores, alcaldes y asambleístas antes de 2025, lo único que significa esto es que se llegó a una negociación secreta que incluye reconocimiento tácito, el perdón de los pecados para muchos, el descenso de la presión, perdones o rebajas a sentencias, eliminación de sanciones y el mensaje electoral para las bases opositoras es lapidario: «Veremos en noviembre de 2024 si sois capaces de sacar a Maduro con votos».
Las nuevas alianzas
Vladimir Putin no se suicidó en Ucrania, simplemente optó por matar a Rusia. Si algunos estudios sugerían que esa nación sería la primera potencia económica de Europa para 2050, ya no lo será. Putin pasará a la historia de la humanidad como el hombre que acabó con dos tercios de sus mercados de exportación, unificó a la Unión Europea, amplió la OTAN y eliminó todas sus relaciones para conseguir desarrollar tecnologías punteras y crecer.
Por otra parte, la imagen para sus aliados ha sido tremenda. Si no fue suficiente verlos amenazar al planeta con la devastación nuclear, los chinos tomaron la misma nota que con Chávez. Sobre una nación capaz de usar el petróleo por razones políticas y aunque no lo diga, si bien no se independizará como el G-7 y Europa, minimizará su exposición al riesgo como solo los chinos saben hacerlo. Y qué decir de los militares que han visto su ejecutoria en la guerra. ¿Quién va a querer un tanque ruso a partir de lo visto? Ahora todos se preguntarán: ¿Y esos son los que nos iban a defender?
Póngase en el pellejo de los cubanos de toda la vida, que pensaron que Rusia podía defenderlos con armas, cuando son incapaces de cruzar un río a pocos kilómetros de su propia frontera. Póngase en el pellejo de los incautos que creyeron que en la banca rusa había algo de poder y que el dinero estaba protegido. Póngase en las botas de quienes compraron un cacharro ruso, sabiendo que su industria militar en la mayoría de sus mercados, está condenada a terminar como chatarra.
El problema no es que Putin se suicidara sino que demostró que es solo un arma nuclear, más sofisticada que la de Corea del Norte, pero igualmente vacía por dentro»
El problema no es que Putin se suicidara, sino que demostró que es solo un arma nuclear, más sofisticada, grande y rápida que la de Corea del Norte pero están igualmente vacíos por dentro. Nunca alguien perdió tanto, por conseguir tan poco. Pero la clave aquí está en las nuevas alianzas, no solo porque desde Suiza a Finlandia o Suecia todo se realineará, sino aguas abajo harán lo propio.
De hecho, el impacto para la industria de armamento ruso -que ya hacía aguas- no solo por el aislamiento, sino por imagen, se quedará sin clientes importantes. Todo el que tenía un arma rusa en Europa se la dará a Ucrania a cambio de material alemán, español o estadounidense y los aliados en el tercer mundo, habrán visto que ya no es factible, visto el aislamiento de Rusia, que esta sea considerada una potencia más allá de lo nuclear.
La ‘glasnost’ venezolana
Como reza la moraleja de la fábula del escorpión y la rana que lo ayuda a cruzar el río, la naturaleza de Putin y del régimen venezolano es muy de ellos y no se van a picar entre sí. Quien representa a la rana en este caso es Estados Unidos, pues los intereses convergen sin que un pequeño detalle como aumentar la producción petrolera, signifique traicionar a Vladimir Putin.
De hecho, esta movida está autorizada por Putin -para eso viajaron a Rusia-, porque tarde o temprano la ayuda que ha dado el líder ruso será pagada con la misma moneda y serán los venezolanos los que ayuden a los rusos a sortear el aislamiento.
Ni hay ‘glasnost’ en Venezuela ni ‘perestroika’. Aquí lo único real es que no hay dinero… tratan de salvar el sistema anterior haciendo algunas concesiones a los jóvenes o al sentido común»
No. Tampoco hay una glasnost en Venezuela y mucho menos una perestroika. Aquí lo único real es que no hay dinero y en todo caso -si insisten en comparar- podría ser parecido al período de Yuri Andropov en la Unión Soviética cuyas reformas -similares a las de Venezuela hoy- no eran de apertura, sino tratando de salvar el sistema anterior haciendo algunas concesiones a los jóvenes o a lo que indicaba el sentido común.
Para que haya glasnot, lo primero que debe hacerse es reconocer públicamente los errores para que permeen a las bases de apoyo del régimen revolucionario. Y aquí no se han movido un ápice. De hecho, creen que fueron exitosos al lograr destruir prácticamente todo el sistema de producción, las bases industriales y comerciales de Venezuela. Llamar a los presidentes argentino, chileno y peruano «la izquierda cobarde» porque «no se atreve a enfrentar al capitalismo» o celebrar «las gloriosas victorias que hemos construido» y tener a Chávez aún como modelo, indica que estamos aún muy lejos de la desestalinización que requiere una apertura.
«Les gusta el dinero y sus hijos formados en Francia o Inglaterra ya vienen con ideas distintas», se escucha decir a la gente en reuniones o restaurantes refiriéndose a los hijos del chavismo, afirmación que muchos desean que sea cierto. Pero no les gusta más el dinero que a los hijos y yernos de Leonid Breznev, que terminaron en la mayor mafia de corrupción de toda la historia. Y los oligarcas rusos de hoy, no son otros que los hijos y nietos de los oligarcas de Breznev. Por lo tanto, mientras no cambie la naturaleza del régimen, no habrá más que lo que vemos.
¿Y qué vemos? Pues en parte la constitución de las nuevas oligarquías a lo Breznev, que han sido creadas para sostener el régimen y que como en las Unión Soviética abarrotaban los centros sociales y construían su propio estado de bienestar interior y grandes chaicas vacacionales, unido a lo que se permite muy a lo cubano y en escala, una parte de la economía privada que maneje restaurantes, tiendas de conveniencia dolarizadas -aquí llamadas bodegones-, lugares de recreo y empresas co-administradas bajo supervisión.
Y aquí hay que entender lo que buscan los que hablan de apertura. Para alguien que está en una iglesia y que vive de la limosna, que de pronto sienta la esperanza de recuperar su empleo, prosperar o incluso enchufarse, significa un cambio radical.
Los riesgos del futuro
El régimen revolucionario por una parte sabe que debe aprovechar su momento histórico, como sabe también que si llegan a ganar los republicanos en las elecciones del medio término en Estados Unidos su situación será complicada. Por lo tanto, se moverá como los cubanos bajo el grito de ahora o nunca. A su vez es consciente de que emerge como el gran ganador nacional e internacional y Putin indirectamente le hizo el favor de su vida.
Como explican algunos políticos disidentes, una cosa es la revolución sin dinero y otra muy distinta que logren el fin de las sanciones y les permitan llegar, con la masiva ayuda estadounidense, a un millón y medio de barriles diarios. Si un diez por ciento de la inversión del G7 para salir de los barriles rusos llega a Caracas, estaríamos hablando de decenas de miles de millones de dólares en inversión y de millones de barriles en pocos años.
Si llega esa pequeña pero gigantesca inversión a Venezuela, todo cambiará y muy rápido. Imaginemos lo que sería solo el fin de determinadas sanciones con un millón de barriles a este precio y que el intermediario sea Chevron. Atención que hablamos de un país famélico, de la entrada de cerca de 40.000 millones de dólares, o de casi 60.000 millones de dólares. Si son 500.000 más barriles más en 2023, esto podría ocurrir justo cuando la oposición realice sus primarias y la gran mayoría de los venezolanos se encuentre de espaldas a la política, sobre todo la opositora.
La oposición ha dejado de ser importante para la comunidad internacional y que tal y como la conocemos no existirá ya de cara a 2024, o quizá antes»
Por otra parte, las primarias serán por sí mismas el final de la oposición, si ésta no demuestra un liderazgo fuerte e inequívoco. Una atomización del voto en minúsculos segmentos sin liderazgo, hablará por sí sola y la comunidad internacional esgrimirá que no pueden ni deben gobernar. El fin de las sanciones representará una mejoría en el estado de bienestar y el mensaje ambiguo de la comunidad internacional, junto al perdón de los pecados y el reconocimiento del régimen, una invitación a la población venezolana a abandonar la oposición.
Superada la pandemia los venezolanos pueden abrazarse y salir a buscar el sustento. Por otro lado es evidente que para quienes tienen sus cuentas y seguros extranjeros la situación es infinitamente mejor que en el pasado, así como el uso del dólar sin restricciones ha permitido que la gente pueda alimentarse mejor.
La tensa paz política y que la comunidad internacional bajara las tensiones permite también que muchos se sientan mejor. Que, por ahora, el régimen no persiga a los empresarios y comerciantes ha traído una precaria prosperidad que en una escala cercana a la miseria, ha sido increíble para muchos. Y que desde el régimen hablen de coadministrar y privatizar parcialmente empresas improductivas, hace que muchos puedan soñar con volver a tener un trabajo digno.
Por eso lo que sí está claro es que si a estas alturas los opositores no han aprendido de sus propios errores corren el riesgo de quedar enterrados en 2024 bajo el lema: «Con Maduro se vive mejor».
Thays Peñalver es abogada y periodista. Es autora de La conspiración de los 12 golpes.Su último libro es Diálogos impertinentes (Forrest Media). Aquí hemos reproducido, con autorización de la autora, parte de la introducción y del capítulo titulado España.