Rafael Rojas: Bolivia, ¿fin de una hegemonía?
Si el MAS no llega a aproximarse, ni siquiera, a la media de su antiguo espacio, es muy probable su derrota en el balotaje en Bolivia

Seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el cierre de campaña para las elecciones de Bolivia, el 14 de octubre de 2020. // Foto: Archivo | Martín Alipaz | EFE
En un mes habrá elecciones en Bolivia y el panorama resulta cada vez más competido e incierto. A diferencia del 2020, cuando el MAS fue unido a las elecciones generales, después del interregno de Jeanine Áñez y las protestas populares contra su gobierno en 2019, esta vez va dividido, por lo menos, en tres facciones: la del expresidente Evo Morales, que, aunque inhabilitado, reclama su derecho a participar en la contienda; la del actual presidente Luis Arce y la de Andrónico Rodríguez, el joven senador de Cochabamba postulado por la Alianza Popular.
Es la primera vez, desde 2006, que el MAS no presenta un candidato de unidad a las elecciones bolivianas. Ni Evo ni Arce aparecerán en la boleta electoral y la candidatura de Rodríguez cuenta con bases masistas, sin que sea evidente cuáles de las corrientes internas de ese movimiento la acompañarán hasta el final. La relación entre Morales y Rodríguez parece estar profundamente agrietada y la del presidente Arce y el vicepresidente David Choquehuanca tampoco transmite plena cohesión.
En las elecciones de 2020, el MAS obtuvo 55% en condiciones sumamente favorables. El gobierno interino de Jeanine Áñez era demasiado impopular, el intento de reelección anticonstitucional de Evo Morales, su renuncia y exilio habían sido subsumidos por el relato del golpe de Estado. El triunfo de Arce fue visto como un regreso merecido del MAS al poder, que permitiría dejar atrás la profunda crisis política y social de 2019.
El escenario electoral es ahora mismo muy distinto. Los candidatos de oposición Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga Ramírez, dos conocidos políticos del periodo anterior a la hegemonía masista, tienen mayores intenciones de votos que Rodríguez. Las encuestas dan a Doria cerca de 19% de posibilidades, a Quiroga 18% y a Rodríguez sólo 12%. Es muy poco probable que de aquí al 17 de agosto, día de las elecciones primarias, haya un claro alineamiento del MAS.
La incógnita es qué pasará entre agosto y octubre de 2025, cuando se produzca la segunda vuelta. Si Morales, Arce, Choquehuanca y otros líderes históricos, más las asociaciones regionales y comunitarias que conforman el amplio y diverso mapa del MAS, respaldan a Rodríguez, la vieja hegemonía de la izquierda boliviana pudiera subsistir, aunque reconfigurada. Bajo cualquier modalidad de gobierno de Rodríguez es difícil que se reproduzcan las líneas programáticas evistas o arcistas.
Si el MAS no llega a aproximarse, ni siquiera, a la media de su antiguo espacio bajo la candidatura de Rodríguez, como parece suceder ahora, es muy probable su derrota en el balotaje. Para la oposición bastaría una unión de Doria y Quiroga, más Manfred Reyes Villa, el cuarto candidato, empresario y alcalde de Cochabamba, que ronda el 9% en la intención de voto, y que ha mostrado un profundo rechazo al legado masista, para acercarse al 50% de los votos. De suceder esto último, veríamos el fin de otro régimen bolivariano.
*Este artículo se publicó originalmente en La Razón, de México.