Rajoy declina la investidura y traslada la presión a Sánchez
Aprovecha el flirteo de Sánchez e Iglesias sobre un Ejecutivo alternativo y decide ganar tiempo dando paso al PSOE
El presidente del PP, Mariano Rajoy (PP, 122 escaños), tomó ayer una decisión política inédita que pone patas arriba las estrategias de todos los partidos y que traslada toda la presión para formar Gobierno al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. En contra de lo que había manifestado la víspera, Rajoy declinó ayer la propuesta del Rey para someterse al debate de investidura, lo cual supone que será la primera vez que el vencedor de unas elecciones generales en España no se someta al debate y la posterior votación del Parlamento.
Ante esta situación, el próximo miércoles 27 de enero Don Felipe reiniciará la ronda de consultas con los líderes de los partidos con representación parlamentaria para verificar si, efectivamente, Sánchez está en disposición de alcanzar su objetivo. El líder del PSOE deberá pasar ahora de las palabras a los hechos. En caso de que no sea capaz o de que decidiera seguir los pasos de Rajoy, se abriría una nueva situación de incertidumbre, pues la legislación no prevé qué hacer en caso de que nadie se someta a la investidura. Fuentes consultadas por este periódico aseguran que llegado ese punto sería el Congreso quien convocaría nuevas elecciones.
Sin apoyos, «todavía»
No obstante, el anuncio de Rajoy no significa que renuncie a ser reelegido como presidente del Gobierno, sino que prefiere dejar la iniciativa a Sánchez. La palabra clave de su intervención en Moncloa tras la reunión con el Rey fue «todavía», pues aún confía en conseguir esa gran coalición de tres partidos junto al Partido Socialista y Ciudadanos. La novedad está en que el presidente del PP confía en convencer al PSOE una vez que Sánchez haya fracasado en su intento de formar un «gobierno de progreso a izquierdas y derechas». «En este momento», reconoció Rajoy, «no estoy en condiciones de presentarme a la investidura porque no solo no tengo todavía una mayoría: tengo una mayoría absoluta acreditada de votos en contra».
La prueba de que el movimiento de Rajoy descolocó ayer a la dirección del PSOE estuvo en la reacción del número dos de Sánchez. César Luena lo calificó de «propio de un antisistema» y de «irresponsable». La nueva situación podría repercutir, además, en el próximo Comité Federal socialista, previsto para el próximo día 30 y la última oportunidad para quienes dentro de las filas del PSOE aspiran a impedir que Sánchez pacte con populistas y nacionalistas. Luena admitió ayer que estudiarán su aplazamiento.
Mientras, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, trató de arrogarse el «éxito» de la renuncia de Rajoy y buscó incrementar la presión sobre Sánchez, al que reclamó que estuviera «a la altura».
Órdago de Iglesias
Si la jornada política finalizó ayer en estado de máxima ebullición, el comienzo del día no estuvo exento de tensiones, todas ellas en el marco de los encuentros con los líderes del PSOE y de Podemos, a quien Don Felipe recibió por la mañana. Las dos personas que aspiran a liderar la izquierda española estaban ayer citados con el Rey con tan solo dos horas de diferencia. Iglesias (Podemos, 65 escaños), a las 10:00; Sánchez (PSOE, 90 escaños) a las 12:00. Ciento veinte minutos de adelanto que el líder populista trató de poner a su favor al tomar la iniciativa en la propuesta de formación de un Gobierno «del cambio».
Pablo Iglesias lanzó un órdago en toda regla a Sánchez al informar al Rey -y luego a los españoles en rueda de prensa- de que estaba dispuesto a sumarse como vicepresidente a un Ejecutivo presidido por Sánchez y en el que los ministerios se repartieran de modo proporcional.
Esta propuesta supuso un giro radical a sus planteamientos políticos, pues ha pasado de afirmar en julio que nunca entraría en un Gobierno que no presidiera él mismo, a proponer este mes un candidato independendiente y, ahora, estar dipuesto a formar parte de un gabinete tricolor junto al PSOE e Izquierda Unida.
Semejante cambio de actitud sonó más a estratregia partidista y a ataque al Partido Socialista que a una convicción real, y eso que Iglesias llegó a concretar que su partido debería ocupar cuatro ministerios e incluso explicitó que uno de las carteras debería ser para su número dos, Íñigo Errejón, y otra para su rama catalana, En Comú Podem (bajo el argumento de que fue la fuerza más votada en Cataluña).
Sea lo que fuere, lo cierto es que el órdago de Iglesias a mediodía trasladó la atención sobre la respuesta de Pedro Sánchez, a esas horas todavía reunido con Don Felipe. La beligerancia con la que el líder de Podemos trataba de poner contra las cuerdas al líder socialista enervó a destacados dirigentes del PSOE, impactados ante un Pablo Iglesias que parecía haber ido demasiado lejos: no sólo se arrogó el espíritu del «cambio», sino que se saltó los tiempos y no dudó en plantear su propuesta al Rey sin habéresela consultado antes a la persona de la que pretende ser su vicepresidente. También olvidó que el partido más votado entre la izquierda es, al menos de momento, el socialista. Más que una oferta de pacto lo de Iglesias parecía un chantaje en toda regla. De sus palabras se desprendían muchas más imposiciones que cesiones para encontrar el acuerdo.
Así, mientras el líder socialista departía con el Monarca y le presentaba su propuesta -consistente en dejar paso a Rajoy para intentarlo en caso de fracaso en su investidura-, se produjo una auténtica «conmoción» entre los barones y dirigentes socialistas, informa Gabriel Sanz: una jugada «maestra», según veteranos dirigentes consultados por ABC, que busca quitar a Sánchez la iniciativa del «gobierno de izquierdas» y además poniendo «un precio imposible» por más que les halague los oídos a las bases del partido.
El exdiputado socialista Eduardo Madina escribió en Twitter que la oferta de Iglesias «se parecía mucho más a un intento de humillación al Partido Socialista que a una voluntad real de negociar nada. El PSOE merece respeto». Por su parte, el exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba mostró su estupor en facebook al asegurar que es «la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno insultando gravemente al partido con el que quieres acordar».
Sánchez, balones fuera
Finalizado su encuentro con el Rey, Pedro Sánchez compareció ante la prensa en la misma sala que un par de horas antes poblaba la cúpula al completo de Podemos. Sánchez buscó la cuadratura del círculo hasta recurrió al humor para no tener que pronunciarse sobre el órdago de Iglesias, al que necesita si quiere formar gobierno. «Entré en Zarzuela sin un gobierno y parece ser que tengo todos los ministros y ministras nombrados», broméo.
En su comparecencia, Sánchez intentó navegar entre dos aguas, pero desveló sus intenciones con dos de sus declaraciones. La primera, en clave de pactos, al afirmar que «los votantes de Podemos y los del PSOE no entenderían que Pablo y yo no nos entendiéramos». La segunda en materia de plazos, tan importantes en política: «es el tiempo de Mariano Rajoy», dijo una y mil veces el líder del PSOE.
Tanta insistencia sobre que «corresponde» al presidente del PP la responsabilidad de formar gobierno ofrece alguna pista sobre el temor de Sánchez a que Rajoy se quitara momentáneamente de en medio, como así sucedió en el último momento del día. De ahí que ayer, tras una jornada de enorme intensidad política, en las filas del PP se respirara un alivio inversamente proporcional a la responsabilidad -y quizá angustia- que empezó a circular por la calle Ferraz de Madrid.