Democracia y PolíticaHistoria

Ramón Guillermo Aveledo: El árbol talado

Conmemora cuarenta años del 23F, intento fallido de golpe de estado contra su joven democracia, una España donde resucitan viejos fantasmas del extremismo y la intolerancia y dentro de los nacionalismos, sentimientos respetables, arraigados e históricamente comprensibles, se manifiestan desviaciones francamente insensatas, a contravía de una Constitución que no es perfecta, nunca lo son las obras humanas, pero que ha servido de marco para un progreso sin precedentes en todos los órdenes. Aquella noche de 1981 pudo perderse lo que trabajosamente iban logrando un liderazgo político esclarecido. Javier Cercas, en Anatomía de un Instante, retrata magistralmente aquella mala hora que acabó siendo buena.

Para mí es un recuerdo muy vivo pero para jóvenes de aquí y allá, es episodio ignorado.

 

 

La transición española a la democracia tras la muerte de Franco fue un proceso admirable. Lo condujo un protagonista tan inesperado como incomprendido en su hora, quien resultaría excepcionalmente eficaz como político y el tiempo ha permitido su reivindicación. Adolfo Suárez, salido de las entrañas del régimen surgido de la Guerra Civil pero parte de generaciones que apenas la vivieron o ni siquiera eso y por lo mismo tenían una visión distinta a la de los vencedores y los vencidos.

En la política, otras grandes figuras como Felipe González, Santiago Carrillo y Manuel Fraga Iribarne tuvieron enorme peso en el proceso complejo. Habría que hablar de muchos porque la historia nunca es cosa de pocos. Destaco al Rey Juan Carlos, tristemente vinculado recién a noticias que ensombrecen su nombre pero que no borran su papel crucial, al Cardenal Enrique y Tarancón y justo es poner de relieve a quien desde las Fuerzas Armadas comprendió la significación del cambio para la sociedad, incluso para la institución de la que era integrante leal, el Teniente General Manuel Gutiérrez Mellado.

Divisiones, enconos, liderazgos sin aquella estatura, asignaturas pendientes, problemas viejos o nuevos cuyo consiguiente desgaste despierta la terca tentación de menospreciar lo ganado ponen hoy en riesgo aquellos logros. Quienes queremos bien a esos pueblos entrañables, deseamos que así sea.

La democracia española entonces se salvó, pero se trata de una obra siempre en construcción y sus demoledores, desde afuera o desde dentro, siempre están al acecho. Aunque sea, como el “árbol talado que retoña” del poema de Miguel Hernández Para la Libertad, porque aún tiene la vida.

 

 

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