Desde septiembre del año pasado, nuestro Estado Apure es teatro de guerra. En aquel mes murieron cuatro militares venezolanos, dos de ellos víctimas de minas sembradas por la guerrilla colombiana. Este año, a partir de marzo, 16 soldados han muerto, 4 se encuentran desaparecidos y 8 son rehenes de la llamada facción de Gentil Duarte de las FARC. Hechos agravados por el desplazamiento de más de seis mil venezolanos de sus lugares de residencia y refugiados en territorio colombiano y por la muerte de civiles apureños. De estos acontecimientos nos enteramos por inestimables ONGs y periodistas de investigación, quienes dan cuenta de los hechos, a riesgo de ser sancionados por la pretendida “hegemonía comunicacional” del régimen.
Es sorprendente el silencio que priva en la institución militar, la Asamblea Nacional del 6/D, la Defensoría del Pueblo y el Ejecutivo, sobre estos hechos prolongados y de tanta gravedad. Cabe preguntarse: ¿Prefieren callar por no tener explicación aceptable para los venezolanos preocupados por la invasión de nuestro suelo? ¿Son hechos tolerados…? Y le preguntamos también a la oposición: ¿Por qué no ha denunciado y exigido unitaria y formalmente al régimen y a la fuerza armada explicación y vías de solución ante esta crisis?
Hablamos de Apure, pero los venezolanos que habitan todos nuestros estados fronterizos también son testigos de la presencia de facciones del ELN, las FARC y otras bandas que actúan impunes en esas entidades, que los hacen víctimas de extorsión, secuestro y violencia, y también explotan abiertamente nuestra riqueza minera. Entonces le preguntamos al señor Ministro de la Defensa ¿Cómo se materializa la tantas veces repetida afirmación de que “está garantizada la soberanía del país”…?
Como en las coplas del corrido llanero Quirpa, que popularizara nuestro Quinteto Contrapunto, hoy “Apure llora en silencio…”, pero un silencio que además de muerte, es también de callada vergüenza nacional por el territorio ultrajado.