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Ramón Peña / En pocas palabras: Colombia

Senador colombiano Miguel Uribe Turbay en estado crítico refiere parte  médico - Agencia Venezolana de Noticias

 

A la salud del sobreviviente senador Miguel Uribe Turbay

 

Como el rayo que no cesa, diría el poeta Miguel Hernández, la violencia política se hizo genética en Colombia desde el 9 de abril de 1948. En esa fecha, Jorge Eliécer Gaitán, líder carismático del Partido Liberal fue baleado a muerte por un sicario, hecho que desencadenó una revuelta popular, conocida como el Bogotazo, con saldo de cientos, o miles, de muertes y que fue un parteaguas en la historia de Colombia.

La violencia saltó de la ciudad al campo. La tradicional grieta clasista del país y la desigualdad en el acceso y usufructo de la tierra fueron aupados por este hecho, que agudizó los ya existentes brotes de protesta agraria armada. Estos movimientos campesinos fueron luego moldeados en guerrilla por el partido comunista colombiano, en el marco de la guerra fría y con el apoyo de la Unión Soviética y China.

En 1966 se constituyeron las FARC y el ELN, ambos respaldados por la revolución cubana castrista. A mediados de los 70 nació el M-19 como guerrilla urbana, uno de cuyos comandantes preside hoy Colombia. Con el desmoronamiento de la URSS en 1990, las guerrillas apelaron al narcotráfico como fuente de financiamiento, entretejido con los carteles de Medellín y Cali.

Cinco candidatos y precandidatos presidenciales han sido asesinados en los últimos 45 años por guerrillas o por carteles. Los intentos de pacificación de varios presidentes de la república resultaron todos muy limitados. Hoy, las guerrillas disidentes de las FARC y el ELN campean en Colombia y, de paso, hacen de Venezuela su santuario.

Si evocamos aquella frase atribuida al Libertador Simón Bolívar: “Venezuela es un cuartel, Colombia una universidad y Ecuador un convento”, vemos cuan pretérita luce tal afirmación en la Colombia contemporánea. Por su parte, Ecuador, en lugar de convento es hoy el Hub del narcotráfico latinoamericano. Solo Venezuela cumple fatalmente con ese aforismo, sometida a un código de imposición cuartelaria…

 

 

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