Ramón Peña – En pocas palabras: Dividendos vs. Clima
¿Es de la naturaleza humana que, juntos en un bote a punto de hundirse, unos achican el agua mientras otros hacen peso?
En el Acuerdo de París, en 2015, 196 naciones convinieron en hacer los esfuerzos necesarios para limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius sobre el nivel preindustrial, al fin del siglo. Una meta concurrente con la de cero emisiones de dióxido de carbono (Net Zero) en 2050, conscientes de que, el no lograrlo, acarrearía desastres planetarios de elevadas temperaturas, inundaciones, sequías, pérdida de cosechas, extinción de especies…
Según un reporte reciente de avance, dados los registros de emisiones de dióxido de carbono en 2022, habría que reducir a la mitad su incremento de aquí a 2030, para tener un 50% de posibilidades de cumplir las metas propuestas. Todo esto exige, según la Agencia Internacional de Energía, un drástico desplazamiento del uso de combustibles fósiles en los próximos diez años.
Pero no todos comparten la misma inquietud. Las corporaciones petroleras están invirtiendo este año US$500 mil millones en exploración y producción de petróleo y gas natural. Una de ellas, Exxon Mobil Corp., al ser confrontada por Climate Action 100+, una red mundial que presiona a las grandes corporaciones a asumir las acciones necesarias para cambiar su patrón energético, sencillamente respondió: alcanzar el Net Zero es una “posibilidad remota”, en consecuencia “no debemos afectar nuestros estados financieros” … “acarrearía un riesgo de pérdidas financieras…” Sin duda, una controversia diáfana entre dividendos y esfuerzo climático.
En la reunión del G20 este mes de julio, de un tenor similar, ha sido la respuesta negativa de Arabia Saudita, China, Rusia, Indonesia, Sudáfrica, ante la propuesta de triplicar el aporte actual a energías limpias y disminuir gradualmente la inversión en combustibles fósiles, incluido el carbón.
Como vemos, la preocupación no es compartida por todos, aunque todos estamos a bordo del mismo bote.