La destrucción sistemática de la infraestructura industrial del país, que ha abatido nuestra capacidad productiva, redujo numerosas plantas y sistemas de distribución a escombros de metales y otros materiales. Aunque chatarra es el nombre que el DRAE le daría a esos remanentes herrumbrosos, el oficialismo los ha engalanado como “Material estratégico susceptible de reciclaje”, ítem de exportación que ya ha adquirido cierto peso en la balanza comercial.
Por decreto presidencial de febrero 2021, el Estado, exportador exclusivo de desechos y residuos, los declara “de carácter estratégico para el desarrollo nacional”. De manera que, si antiguamente eran estratégicas, por ejemplo, las 170 mil toneladas anuales de aluminio primario que exportábamos, ahora lo son los restos de las devastadas 400 celdas de reducción de las líneas III y IV de ALCASA, que las producían. Igualmente, estratégicos son los restos canibalizados de decenas de instalaciones de PDVSA.
Los puertos de donde antes salían productos petroquímicos, agroindustriales y hasta vehículos, exhiben ahora montañas de desechos metálicos para ser exportados. Por razón que desconocemos, su destino principal es Turquía. Por cierto, en el puerto de Guanta el precio de la chatarra de acero es de 80 dólares, en Turquía se cotiza en 400 dólares. Algún día nos enteraremos cómo se registra esta operación en las obscuras cuentas nacionales.
En el marco de la llamada Economía Negra, como la han bautizado algunos economistas, la chatarra, junto al oro ilícito de Guayana, el contrabando de gasolina y el narcotráfico, explican en buena medida el volumen de dólares que corre hoy por el circuito económico y que alimentan el espejismo de reactivación económica. Negocios sucedáneos de las exportaciones petroleras y no petroleras, que desde 2014 acumulan una caída de 87%.
El oficialismo no solo le ofrece chatarra a los venezolanos, ahora también la exporta.