Ramón Peña / En pocas palabras: El pogromo de Los Verdes
“Mi señor, la vida podéis quitarme,
pero más no podéis.”
Santo Domingo de Silos a un rey castellano
El asalto vandálico, cruel y devastador de la Guardia Nacional, la Policía Nacional y el Sebin contra la residencia Los Verdes en El Paraíso, es uno de los hechos más significativos en la larga cadena de agresiones, asesinatos y vandalismos de las fuerzas oficialistas. No conocemos de un acto comparable en anteriores dictaduras criollas, en el cual se haya atacado a una comunidad entera en su sitio de residencia. Mucho menos, con tal sevicia, ferocidad y escarnecimiento, con el objetivo de causar tanto daño como fuera posible: disparando armas de fuego indiscriminadamente, violentando puertas, rompiendo automóviles, destrozando enseres, secuestrando a jóvenes, robando y hasta asesinando a inocentes mascotas. Algo que rebasa el territorio de lo político y se hunde en el barrial del terrorismo, cual acto irracional movido por lo étnico, lo fanático, lo religioso o lo esotérico.
Este evento es evocador de los Pogromos, vocablo ruso con el que se conocían los ataques contra comunidades judías, primero, en la Rusia zarista del SXIX y más tarde en tiempos del holocausto nazi. Su objetivo era el mismo: además de causar daño en vidas y efectos materiales, sembrar terror y provocar la diáspora.
Dos motivaciones se atisban en el cerebro de quienes ordenaron a sus mesnadas esta agresión miserable: primero, la cólera de los mandones del régimen por tener ante sí a un pueblo que no les teme, cuyos muertos se reproducen en nuevos combatientes, y segundo, el sentirse traicionados por el Oeste de la ciudad, con el cual, el profeta charlatán y sus secuaces, contaban para enfrentarlo a los “burgueses” del Este, pero que hoy los desafían con la misma rabia del 85% de todos los venezolanos.