Ramón Peña / En pocas palabras: Endeudados
Un rasgo notable de la economía mundial hoy, es el crecimiento de la deuda externa de los llamados países emergentes, la cual promedia 58% del Producto Interno Bruto (PIB). Diez años atrás era de 42% y continúa abultándose especialmente en aquellos países de menguados ingresos, como la Venezuela empobrecida, cuya deuda externa se estima en unos US$180 millardos, monto superior al de su encogido PIB.
En artículo reciente, la señora Kristalina Georgieva, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (The Price of fragmentation, Foreign Affairs, Sept. 2023), atribuye este creciente desequilibrio al deterioro de la cooperación internacional, a la fragmentación por barreras al comercio e inversión y rivalidades geopolíticas, que ponen en riesgo los beneficios que derivaron de la globalización impulsada décadas atrás, como cadenas internacionales de suministro y mayor transferencia de tecnología. Pero esa misma globalización ha acarreado también pérdida de empleos y profundización de la desigualdad social, que han levantado barreras proteccionistas, regreso a la producción doméstica, caída del comercio y ralentización del crecimiento económico.
Un factor importante también a ser considerado sobre el estado actual de la deuda mundial, es el famoso Belt and Road Initiative de China. Este gigantesco proyecto, en los últimos diez años, ha canalizado créditos por más de un billón de dólares en más de 100 países. Una iniciativa que le otorga presencia estratégica a China en esos países y, eventualmente, le permite controlar o apropiarse de recursos e infraestructura. Muchos de los proyectos financiados han fracasado (véase Fondo Chino-Venezuela). China, por esta vía, ha adquirido puertos y otras importantes propiedades.
Los países emergentes, carentes de liquidez financiera para solventar sus deudas, recurren al FMI por fondos que podrían tener otro fin más sustentable para sus condiciones de vida. Sus economías comprometidas, junto al cambio climático, la guerra, el encarecimiento mundial de alimentos, vislumbran la profundización de privaciones en estos países, llevando a cuestas una deuda externa que luce “eterna”.