Ramón Peña / En pocas palabras: Guerras imperecederas
Una verdadera salva de artillería ha marcado el inicio de este 2024. En la alborada del año nuevo, cientos de misiles despertaron a los aterrorizados ciudadanos de Kiev. Presumiblemente, en desquite por un previo bombardeo ucraniano de la ciudad rusa de Belgorod. Un día después, un dron de Israel explotó en el centro de Beirut para liquidar a uno de los cerebros militares de Hamas. En el Mar Rojo, destructores de EE.UU. se apresuraban a disuadir a las milicias hutíes de Yemen de atacar pacíficos barcos mercantes. Hechos no sorpresivos, todos adscritos a las guerras en Ucrania y en Oriente Medio.
Otro acto violento, aun de mayor encono, ocurrió, pero no atinente a estas dos guerras, sino a una contienda religiosa que data del siglo VII. Miles de devotos iraníes, musulmanes seguidores de la facción chiita que acudían a un cementerio a homenajear a su héroe, el general Qasem Soleimani, líder de las Gard Corps iraníes, liquidado por un dron estadounidense hace cuatro años, fueron víctimas de dos detonaciones que dejaron casi cien muertos. Los autores, un par de “mártires” forrados de explosivos en representación del llamado Estado Islámico, o ISIS, que reúne a devotos de la facción sunita del islam.
ISIS reivindicó el hecho como parte de su misión de liquidar apóstatas chiitas. Recordemos que todo empezó a la muerte de Mahoma en 632, cuando dos bandos debatieron el derecho a sucederlo: un califa elegido por la comunidad musulmana (Sunitas) o Alí, el yerno del profeta (Chiitas).
Así amanece la humanidad este nuevo año, bajo aprensiones que entreveran las incertidumbres de la Inteligencia artificial del SXXI con la saña de un pretendido reinstaurador de la soberanía zarista rusa del SXVII, la disputa perpetua sobre la franja de Canaán entre el río Jordán y el Mediterráneo y una querella de 14 siglos por determinar el legítimo sucesor de Mahoma…