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Ramón Peña: En pocas palabras / Inquisición anti académica

Cómo estudiar en una de las mejores universidades del mundo: HARVARD — Misstudy

Harvard

 

La libertad de enseñanza e investigación de las universidades estadounidenses, contando con el significativo apoyo económico del gobierno federal y de la industria privada, ha sido la viga maestra de la supremacía alcanzada por Estados Unidos en el ámbito científico-tecnológico mundial. Esa relación ha gestado incontables invenciones, descubrimientos, tratamientos médicos y avances de primer orden en todos los campos sin exclusión. Pero hoy, es blanco de los arbitrarios sobresaltos que a granel emanan de la Casa Blanca.

El gobierno, utilizando como instrumento de presión –o chantaje–los fondos federales a las universidades, pretende imponer normas sobre la admisión de docentes y estudiantes, especialmente extranjeros; el curriculum de las materias a ser dictadas; el contenido de proyectos de investigación y exige eliminar toda consideración de diversidad, equidad e inclusión de los campus universitarios. Otro requerimiento es castigar el antisemitismo de las manifestaciones pro Palestina escenificadas el año pasado. Aquí cabe comentar que, en gran medida, fueron protestas contra acciones del gobierno de Benjamín Netanyahu, no  implícitamente antisemitas. En todo caso, son hechos que pueden investigarse y calificarse

El ámbito de la medida incluye a las más prestigiosas universidades agrupadas en la Ivy League, como Harvard, Columbia, Princeton, Penn State, y abarca un total de 60 universidades. Algunas instituciones doblaron la cerviz ante la coerción económica, pero la Universidad de Harvard, la más antigua del país, amenazada con la congelación de US$ 2 mil millones y la pérdida de su exención fiscal, ha respondido, en carta abierta de su rector Alan M. Garber: La universidad no renuncia a su autonomía académica ni a sus derechos constitucionales”.

Era difícil imaginar que EE.UU., faro universal de libertad y democracia coincidiera con regímenes totalitarios en la intención de controlar cuanto se haga y se piense en las universidades. Sucedía, por ejemplo, en la URSS por motivos ideológicos. Pero aquí no hay ideología. Luce sencillamente como otro delirio autocrático del narcisismo gobernante.

 

 

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