Cine y TeatroDerechos humanosDictaduraViolencia

Ramón Peña / En pocas palabras: Ionesco en Macuto

“¡Qué curioso, qué extraño y qué coincidencia!”

De La cantante calva de Eugène Ionesco

El Teatro del Absurdo, género bastante de moda a mediados del siglo pasado, con obras de Samuel Beckett, Harold Pinter, Eugène Ionesco, se sirve de la incoherencia, los disparates, la sinrazón para criticar a la sociedad con tintes de humor. Con incongruencia entre lógica y hechos teje el hilo conductor de su trama absurda.

Tiempo sin saber de este teatro en los últimos años, pero gracias a la dictadura, hoy regresa puesto en escena en las playas de Macuto y Chuao.  Con un arrojo que no lo tendría ni el propio Tom Cruise en Misión Imposible, docena y media de hombres en un par de lanchas, supuestamente navegando confiados más de mil kilómetros desde Rio Hacha, pertrechados por Iván Duque y Donald Trump, pretendían secuestrar al Golem gobernante y otros mandones y llevárselos por el aeropuerto de Maiquetía, en un blitzkrieg más osado que el de los israelitas en Entebbe.

De alguna manera, la dictadura se las arregló (y hay que reconocerle su inventiva, a la cubana) para montar esta farsa, a partir de un contrato que no se finiquitó y cuya ejecución seguramente no habría tenido las características rocambolescas de esta “invasión”. Muy dolorosa la muerte de venezolanos llevados bajo alguna forma de engaño, y por complicidad no definida, a esta patraña.

El Teatro del Absurdo se suele presentar en el marco de un mundo vacío, pero éste se maquinó aviesamente en el marco de una tragedia social: 47 presos asesinados en la cárcel de Guanare, sin responsables, ni siquiera la ministra de los pranes; 550 mil habitantes de Petare al arbitrio violento de incontrolables bandas creadas por el régimen; penuria y corrupción por la gasolina; limosna oficial por la pandemia de apenas US$1,70; hambre social por comida, luz, gas, agua… “¡Qué curioso, qué extraño y qué coincidencia!”.

 

 

 

Botón volver arriba