El anuncio de la creación de una Plataforma Unitaria de organizaciones de la oposición democrática, ha despertado un abanico de opiniones. Muchos lo celebran, otros escépticamente le otorgan el beneficio de la duda, también hay quienes a priori lo desdeñan como más de lo mismo.
Veamos. La Plataforma encierra en sí misma una positiva evolución como reemplazo del G4 que, como lo precisaba el dígito, limitaba el elenco a cuatro partidos. Por el contrario, propone un escenario abierto a las organizaciones políticas y civiles que comparten el objetivo del cambio político y decidan sumarse. Lo de Unitaria es crucial, adjetiva lo contrario a la oposición invertebrada, fragmentada, que ha privado hasta el presente, con narrativas que se contradicen entre sí, en ocasiones con mayor ahínco que contra el adversario común.
La propuesta de ir más allá de los siete meses que restan de 2022 para organizar la escogencia de un candidato único, también tiene la virtud de la sensatez. Es crear primero, en un proceso de consultas y acciones en todo el país, las condiciones para que esa elección primaria despierte expectativa optimista y entusiasta por su resultado. Es avivar bríos de triunfo y derrotar escepticismo, apatía y hasta la resignación que hoy ensombrece el espíritu de muchos opositores. Por supuesto, esta apertura también podrá incorporar a centenares de miles de decepcionados que alguna vez creyeron en la promesa revolucionaria hoy convertida en sombras.
El desafío es para todos, dirigentes y electores. Para los primeros, ya no hay lugar para divos ni divas, sí para la inteligencia y la capacidad estratégica necesarias que anticipen y enfrenten las celadas del enemigo. Para los electores, en lugar de, temerosos, atribuirle poderes mágicos al CNE, más importante será recordar y aprender las lecciones de nuestros triunfos en las parlamentarias de 2015 y en la elección del gobernador de Barinas el año pasado…