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Ramón Peña / En pocas palabras: Narrativa del destierro

A partir de 1939, con la pérdida de la República y el inicio de una dictadura que escarnece a la intelectualidad española, ocurre el éxodo de notables escritores. Entre ellos, ilustres poetas como Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén por nombrar solo algunos. Fueron los llamados Poetas del Destierro, cuya voz, prohibida de escucharse y de leerse en España, pero resistida a callar, continuó feraz en Latinoamérica y otras latitudes. Voces libres, incompatibles con la sombra clerical y fascistoide que imperó durante casi cuarenta años.

Muchas décadas más tarde, huyendo también de una dictadura, acompasada con ruina moral y duras carencias materiales, Venezuela es fuente de exilio de importante gente de letras. Un número de destacados poetas, dramaturgos, ensayistas, novelistas han tomado la ruta del destierro. Hoy nos detenemos un minuto en una joven escritora, María Elena Morán (Maracaibo, 1985) y, concretamente, en su novela Volver a cuándo, galardonada recientemente en España con el Premio Café Gijón.

La novela tiene como punto de partida el desastre de la revolución “bolivariana” y la devastación del país. Su protagonista se aventura a las incertidumbres del destierro, impulsada por el desengaño de su sueño revolucionario traicionado. Sus andares atestiguan lo portátil de la vida del migrante que no renuncia a su identidad nativa. Un relato que comparte solidariamente las adversidades de los venezolanos en diáspora.

Como rasgo distintivo, la narración y diálogos acuden frecuentemente al habla marabina, se valoriza con convicción el dialecto regional, libre de cualquier supuesta “corrección” lingüística. Su pródiga ficción, incluye hasta un pertinente aliño fantasmal, evocador de las historias de Rulfo. Políticamente, expone la maleabilidad existencial de los dirigentes revolucionarios cuando el poder les brinda la oportunidad del lucro personal.

En Volver a cuándo vivimos con hondura la diáspora y su origen, pero, sobre todo, apreciamos una muestra patente de la calidad y el potencial de nuestra narrativa del destierro.

 

 

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