Ramón Peña / En pocas palabras: Pobreza con ideología de género
Ya no se trata de lamentar que Venezuela, siendo “un país tan rico”, distribuya su patrimonio tan desigualmente y cobije tantos pobres en su seno. El presente proceso de devastación económica y social es indetenible, marcha inexorable como el magma volcánico que corre por la isla de La Palma. Ahora, Venezuela ha pasado, de ser el país con mayor desigualdad social y con el mayor porcentaje de pobres a, sencillamente, convertirse en el país más pobre del hemisferio. Así se infiere de la reciente Encuesta de Condiciones de Vida 2021, según la cual, si en un arranque de “justicia social”, se distribuyera el actual Producto Interno Bruto del país equitativamente entre todos los habitantes, el promedio per cápita apenas alcanzaría a 30 dólares al mes, o sea un dólar diario para cada uno.
Es la consecuencia directa de la liquidación socialista de la capacidad productiva, estatal y privada, iniciada hace dos décadas y acelerada en los últimos siete años. Es la agonía de la generación de riqueza, la cual ha llevado, según la misma encuesta, a 94.5% de los venezolanos a sobrevivir en situación de pobreza y a 76% en el espanto de la pobreza extrema.
Es innecesario comentar que a la banda gobernante no la trasnochan estas estadísticas extremas, ya ha aprendido cómo reinar en la miseria y nada la desenfoca de su único propósito de perdurar en el poder. La Asamblea Nacional del 6/D, ni se ha dado por enterada, se ocupa de otras materias. Esta misma semana ha anunciado como gran conquista, una ley del lenguaje inclusivo, inserta en la manoseada ideología de género que, siguiendo a Gramsci, forma parte de las herramientas de la pretendida hegemonía cultural del populismo progre. La nueva ley servirá para que, quienes disfrutan esta moda del habla, practiquen diferenciando el género en vocablos como: indigente, mendicante, desnutrido, desheredado…