Ramón Peña / En pocas palabras: Sin límites
Lo que describe el reportaje de la agencia Bloomberg, que circula en las redes, de dos periodistas en tres días de visita a la Faja Petrolífera del Orinoco es atroz. La que fuera bautizada por Chávez como la Reserva Magna, jactándose –como si fuese obra suya- de contar con la mayor acumulación de hidrocarburos del planeta, hoy es un cementerio de instalaciones abandonadas. Un complejo industrial de inversiones millonarias llevado a la ruina por la accion combinada de la corrupción, la desidia y la ignorancia. Plantas y equipos herrumbrosos al libre arbitrio de merodeadores y rateros, quienes sin temor saquean sus componentes a la luz del día, sin necesidad de esconderse en la noche porque no hay quien vigile. Los pocos trabajadores, que aun no han abandonado la Faja, en ausencia de normas de operación de las instalaciones, canibalizan partes y piezas para utilizarlas en lo que aún funciona.
En esto concluye el proceso iniciado el 1 de mayo de 2007 en aquel acto “patriótico” de nacionalización de la Faja Petrolifera del Orinoco y de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas. Una efeméride en la que el farsante anunció que acababa con la privatización de la industria acometida en la década de 1990 y sellaba “la soberanía petrolera” de Venezuela, prometiendo que para el año 2019 el país estaría produciendo 6 millones de barriles diarios.
Es ilimitado el desastre de nuestra industria petrolera, en similares condiciones se encuentran refinerías, tanqueros, terminales, plataformas costa afuera, plantas del lago de Maracaibo y hasta la seguridad y salud de los trabajadores, carentes hoy de seguro médico.
No tuvo que acontecer una guerra devastadora, terremotos o tsunamis, bastó el asalto de una banda criminal, la cual, además de rendir cuentas por lesa humanidad, lavado de dinero y otros delitos, también tendrá que responder por la destrucción del patrimonio de la nación.
El enlace a la nota:
Reportaje Bloomberg