Ramón Peña / En pocas palabras: Soberbia vs. conocimiento
El Santo Oficio restringía duramente la curiosidad e indagación científica. Galileo, Copérnico, Miguel de Servet, Giordano Bruno, entre otros, fueron sus víctimas, tanto como el conocimiento mismo. Esto es de todos sabido. Pero algo realmente sorprendente es que, en este SXXI de prodigiosos avances en el saber, esa oscuridad sea reeditada por un catecismo político que atenta contra las posibilidades de desarrollo de la ciencia y la libertad de los investigadores científicos.
El actual vicario de la Casa Blanca, un sabelotodo, obsesionado por erradicar de las universidades estadounidenses cualquier rasgo de diversidad, equidad e inclusión, a las que censura por investigar sobre temas proscritos, como el cambio climático, entre otros, y las acusa caprichosamente de antisemitismo “sistemático”, las castiga cancelando subsidios a proyectos científicos y reteniendo miles de millones de dólares de aporte federal a las casas de estudio.
Desde inicios del SXX, la potencialidad científico-tecnológica de EE.UU. ha sido imbatible gracias a sus recursos, su infraestructura académica y su libertad de investigación. Entre 1901 y 2024, 55% de los 759 premios Nobel en ramas científicas los ganaron sus académicos. A partir del 2000, 35% correspondieron a inmigrantes en EE.UU. El país ha sido un imán para atraer talentos de todo el planeta. Pero hoy, la restricción de recursos y la imposición y censura de temas de investigación instan a mentes brillantes, nativas y extranjeras, a buscar ansiosamente otros destinos para continuar sus investigaciones.
Como parte del despropósito, la Secretaria de Seguridad Nacional, la señora Kristi Noem, por cierto, la misma que afirmó ante el Congreso que Habeas Corpus “significa la facultad del presidente para expulsar a inmigrantes”, ha prohibido a la Universidad de Harvard inscribir estudiantes extranjeros y ordena transferirlos o retirarles el estatus legal a 6.700 de ellos en la actualidad…
De este modo, a riesgo de una importante fuga de cerebros, la primera potencia científica mundial es víctima de la soberbia de un liderazgo que desconoce su propia ignorancia…