Ramón Piñango: “Necesitamos un gran articulador de voluntades”
El próximo 25 de abril se realizará el Foro “El reto de la responsabilidad social 60 años después de Maracay”, presentado por el Pensamiento Gerencial Venezolano, organizado conjuntamente con la Asociación Venezolana de Ejecutivos para conmemorar el seminario “La responsabilidad empresarial en el progreso social de Venezuela”, en el que hombres de empresa, de gobierno, de la iglesia y activistas sociales, se reunieron en aquella ciudad para debatir sobre el futuro social del país y las razones que el empresariado tenía para contribuir a su progreso mediante la formación del hombre venezolano. El Pensamiento Gerencial Venezolano es una iniciativa de Frank Briceño Fortique presentada a las autoridades y al Consejo Académico del IESA, que aprobado fue adscrito al Centro de Gerencia y Liderazgo, designando como su coordinador al profesor Ramón Piñango.
Sólo en los períodos democráticos, en Venezuela hubo capacidad para imaginar el país, concitar voluntades y promover objetivos, alrededor de los cuales había un consenso político. En el año 1935, a la muerte de Juan Vicente Gómez, una sociedad sedienta de libertades, de espacios públicos, de formas distintas de hacer las cosas, irrumpió para ubicar al país en el siglo XX. Más adelante, en nuestra difícil y turbulenta historia, en el año 1963, un grupo de capitanes de empresa se reunieron en el Hotel Maracay para analizar el papel de la iniciativa privada, para enfrentar una realidad social preocupante. Sin ambigüedades, sin matices, sin eufemismo, se llegó a la conclusión de que el país estaba en emergencia.
Pero había un ánimo, un deseo de cambiar las cosas, un sentido de pertenencia, una identificación plena con el país. Entonces, era cuestión de crear conciencia y potenciar esfuerzos. Eso fue lo que ocurrió y ese es el espíritu que Ramón Piñango*, desde el IESA, quiere rescatar, como una forma de hacer memoria que nos lleve a superar crisis que hoy enfrentamos. Pero tienes que creer, a veces se necesita una inyección de entusiasmo tan simple como eficaz, fue lo que caracterizó a José Antonio Abreu cuando creó y desarrolló el Sistema de Orquestas, ejemplo para el mundo.
¿Cómo caracterizaría a la Venezuela de los años 60?
Al final del primer gobierno democrático, comenzaba la acción política de la izquierda, fueron los años duros, protestas estudiantiles, acciones violentas en las calles, propiciadas por el Partido Comunista y grupos radicales, muchos apoyados por la revolución cubana. Eran tiempos de ebullición social y política. En ese sentido, mi generación estaba muy politizada, te lo digo como estudiante de esa época. Tenía amigos en uno y otro lado, como parte de lo que estábamos viviendo. Preocupados por la estabilidad social y política del país. En ese contexto se organiza la reunión empresarial en el Hotel Maracay. Algo de lo que te estoy diciendo, aunque no tan explícito, lo puedes percibir en la intervención que hiciera Alfredo Anzola en esa reunión.
El empresariado conocía la situación social del país. Altos niveles de pobreza, el 50 por ciento de la población menor de 15 años, la ausencia de la figura paterna en las familias.
Sí, en ese contexto social se ubica la reunión y el documento de Maracay. La pregunta que nos hacemos actualmente es: ¿Dónde estamos ahora?, ¿Qué podemos hacer en términos de la Responsabilidad Social Empresarial? Aquel era un contexto de crecimiento económico, hoy, por el contrario, vivimos una contracción de la economía muy prolongada y significativa. Además, hay ciertos temas mucho más explícitos que en los años 60: la igualdad en general, la igualdad de género, la no discriminación, los niveles de pobreza son mucho más altos y lo que es peor en este momento: una frustración de lo que pudo haber sido y no fue. Haber logrado unas mejoras importantes durante 20 o 30 años y después comenzar a caer, que es peor que nada.
¿Qué puede hacer el sector empresarial actualmente?
El reto más importante que nunca, pero también más difícil, es estimular y potenciar la creatividad. Eso incluye no solo al sector privado, sino a las organizaciones de la sociedad Civil. ¡A todas! (gremios profesionales, sindicatos, ongs). ¿Qué podemos hacer? ¿Seguir haciendo lo mismo, a pesar de que las circunstancias han cambiado? En mi opinión, eso sería mortal.
El reto que identificaron los empresarios en Maracay fue aumentar y fortalecer la educación en el país. Paradójicamente, la sociedad venezolana enfrenta un reto similar. El país ha experimentado una pérdida importante de capital humano. Muchos profesionales, técnicos y obreros especializados han emigrado.
El gran reto para todas las organizaciones e instituciones venezolanas es el mismo: tienen que repensarse; mantener la calidad de sus servicios con estructuras y procedimientos más flexibles. Y esto vale para Fe y Alegría, las universidades y el IESA. Eso es fundamental: ser más flexibles y tratando de llegar a una población cada vez mayor. Partir de ese principio, lo cual no es fácil para las universidades privadas y menos para las universidades públicas, por el estado en que están y por el sueldo mísero que les pagan a sus profesores. Hay gente que le dedicó su vida a la educación superior y prácticamente se encuentra en la indigencia. Los maestros de primaria, como estamos viendo, lo que ganan no les alcanza para pagar el transporte público. Entonces, el reto es ahora o nunca. Creo que es importantísimo no cocinarse en la misma salsa. Hay que trabajar en equipo, propiciando intercambios de puntos de vista diferentes, para que pueda haber innovación y explorando las posibilidades.
¿Qué cosas hay que tomar en cuenta?
Hay dos frases que suelo citar en mis clases. Una es de Ortega y Gasset. Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. Y la otra es de Francisco de Asis: Empieza por hacer lo necesario, luego haz lo posible y de pronto estarás haciendo lo imposible. Como estrategia, esta frase es fabulosa. Ortega y Gasset es un español plenamente ubicado en su tiempo. Son frases que hay que tener en el eje del pensamiento, para enfrentar los retos de la Responsabilidad Social Empresarial en el momento actual, 60 años después del evento de Maracay.
Esa reunión sirvió para catalizar la Responsabilidad Social Empresarial, que para ese momento se encontraba en una fase embrionaria.
Hubo allí dos discursos significativos, particularmente notables. El de Alfredo Anzola y el de Eugenio Mendoza. En muchos sentidos, Eugenio Mendoza se adaptó a su tiempo, con una preocupación particularmente importante por sus trabajadores. Ordenó hacer estudios para saber cómo vivían ellos. De ahí surgieron ideas de lo que había que hacer, una de ellas el Hospital Ortopédico Infantil, y las viviendas que pronto se popularizaron entre los sectores medios y de bajos recursos.
A nosotros nos ha costado mucho entender el país que tenemos, creo que hay muchos diagnósticos, muchas reflexiones, pero no por eso tenemos una idea clara o precisa de lo que estamos viviendo.
Sí, coincido contigo. Pero tener en este momento, de gran confusión, una idea clara es sospechoso. Yo no la tengo. Me atrevería a plantear cosas muy generales, pero eso hay que aterrizarlo. Si alguien me pregunta: ¿Cómo se lleva eso a la acción cotidiana al día de mañana? ¿Cuál es el primer paso que debo dar? Esa es una pregunta muy seria.
Si hay una conjunción de estados anímicos, de voluntades, ¿Se podría llegar a una idea precisa?
Diría que sí, pero en este momento, en abril 2023, no es fácil, cuando los venezolanos, colectiva e individualmente, están pensando en ¿Cómo sobrevivo? Y las empresas en ¿Cómo llego al año que viene? ¿Cómo hago para no despedir tanta gente? Todas las empresas, grandes y pequeñas, han reducido su personal para poder sobrevivir. No es fácil y, decir lo contrario, es simplemente irreal. Por eso cito el pensamiento de Francisco de Asis: ¿Cómo puedo hacer lo necesario en medio de tantas restricciones?, pero hay que hacerse la pregunta. Diría que en el país empezamos a ver algunas expresiones, emprendimientos de gente muy modesta, sin mucho capital.
Si queremos rescatar ideas y voluntades del encuentro de Maracay, creo que hay que hacer una conjunción de esfuerzos, de pensamientos, la idea de repensar el país, como se hizo en esos años.
Necesitamos un cambio cultural. Los usos y costumbres, el lenguaje y la manera de pensar las cosas han cambiado bastante, si nos ubicamos en 1963. Es un momento de analizar alternativas y dejar atrás los estereotipos, quien diga que no los tiene se cree un dios. Voy a poner un ejemplo: En Venezuela tenemos el caso del Sistema de Orquestas. Recuerdo que hubo muchos incrédulos con lo que pretendía hacer Abreu, porque consideraban un imposible que jóvenes y niños venezolanos pudieran interpretar correctamente piezas de los mejores compositores del mundo. Nunca olvidaré el día en que un amigo muy cercano que trabajaba en la parte administrativa con Abreu, me llama por teléfono y me pregunta: ¿Ramón quisieras escuchar un ensayo de los niños del Sistema? Va a empezar a las 10, en la sala de ensayos de Montalbán. Me quedé impresionado, niños de todo el país ensayando. Al mediodía, después de marchas y contramarchas, el director les dice a los niños. Yo sé que están cansados, que tienen hambre, pero les tengo una sorpresa. ¿Cuál es la sorpresa? Dudamel. Se reanuda el ensayo, no, no, así no. Ok, se los voy a explicar como se lo explique a la Orquesta Filarmónica de Berlín. ¿Está hablando en serio?, pensé yo. La Filarmónica de Berlín está considerada por muchos como la mejor orquesta filarmónica del mundo. Empieza Dudamel, imagínense que están en una sala de baile y uno de ustedes ve a una muchacha que le gusta y con la que quieren bailar. Y sus panas, así mismo dijo Dudamel, le dicen: dale, dale, sácala a bailar… dos o tres pasos adelante y se frena por el temor a que le digan que no, avanza un poquito más, duda, sus panas lo animan y le pregunta a la muchacha: ¿Bailamos? Y ella le dice que sí. ¡Quiero la duda! ¡Quiero la vacilación! Y después quiero que estallen todos los instrumentos cuando les dicen que sí. Aquellas sencillas palabras, aquel momento, me pareció brillante. Y la ejecución sonó muchísimo mejor. ¡Ahora sí!, dijo Dudamel. Sí, aquellos muchachos podían producir la música como cualquier europeo.
¿A partir de la duda?
No, a partir de la experiencia y no de teoría y solfeo. Aprender a tocar música tocando el instrumento. Una innovación que parecía imposible. Entonces, creer que se puede es fundamental. Hay que abandonar los estereotipos. Pensar que una persona porque es pobre o no tiene el mismo nivel de instrucción no puede hacer ningún aporte a la empresa donde trabaja, es uno de los estereotipos más arraigados. Diría que en la parte operativa no, pero cuidado, en otras áreas te puedes sorprender.
En la década del 60, el ex presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy dijo que, antes de finalizar la década, su país pondría el primer hombre en la luna. Muchos pensaron que estaba loco, pero trabajaron en función de ese objetivo. Hubo un líder, una voluntad y una conjunción de propósitos y objetivos. Eso no lo tenemos en este momento.
Yo no estoy pensando en un líder salvador, Dios nos ampare y nos favorezca, sino en un conjunto de personas. Lo que se necesita es un gran articulador de voluntades. Liderar no es una persona, un Bukele, que parece que está haciendo milagros, que tiene el don de la levitación. Pero si creo en un conjunto de personas que puedan aportar. Y eso necesita un mínimo de coordinación, un mínimo de gente que anime, y un mínimo de recursos también. Una gran función de la empresa es descubrir los valores que hay. En una comunidad puede haber gente valiosa. ¿Para qué? Para resolver los problemas en la distribución de agua, por ejemplo. No se trata de poner al hombre en la luna, pero sí de descubrir el talento de las personas. Los muchachos juegan metras o bailan trompo, pero el equipo de José Antonio Abreu, y quiero subrayar la palabra equipo, descubrió que si se podía formar una orquesta. Si crees que puedes, tienes parte de la pelea ganada. No la tienes ganada, pero sí la disposición a dar la pelea.
¿Podría señalar algunas ideas que, dentro del concepto de la Responsabilidad Social Empresarial, faciliten la imbricación, la conexión de una empresa con su entorno?
Una cosa fundamental es descubrir los recursos humanos que existen, pero que no se han detectado, no se han cuantificado. La gente que puede aportar destrezas diferentes que pueden ayudar muchísimo al desarrollo de una empresa. Por cierto, no es algo muy novedoso. Es algo que, cotidianamente, se practica en los países desarrollados: Habla, habla con tu empleado. ¿Tú crees que hay una manera mejor de hacer lo que estás haciendo? ¿O con mayor eficiencia?
¿Y más allá del portón de las empresas? ¿En el entorno donde viven sus empleados y trabajadores?
Lo importante es que las empresas sean sensibles a lo que está pasando en el entorno. Porque ese empleado, que quizás no es un ingeniero, pero participa en una etapa, pequeña o no, de un proceso, debe ser apoyado y reconocido. En esa misma medida, también estas apoyando a la comunidad. Pero también ocúpate de saber ¿Qué está pasando con la familia de ese empleado? ¿En qué lo puedes ayudar? ¿En nada, porque estás en un momento muy crítico? ¿Estás seguro de que no puedes hacer absolutamente nada? Quizás puedas hacer algo muy sencillo, pero que es valiosísimo para el empleado. Al empleado, ahora lo llaman colaborador. Entonces, pongamos en práctica la palabra colaborador. Que no se quede como una cosa hermosa, como un eufemismo, para adaptarnos a los giros del lenguaje.
¿Cómo se establece una relación de colaboración? ¿Cómo incorporas a la gente a ese vínculo, a esa relación?
Ante todo, respetar al otro que es diferente a ti. No estoy hablando de que lo trates de usted, sino de que lo reconozcas. Conocerlo. Preguntarle. ¿Qué opinas de tal cosa? Darle la oportunidad de que pueda aportar algo, para que sea colaborador justamente. Que las empresas se dejen de eufemismos, porque pueden ocultar viejas prácticas. Que el lenguaje evolucione, está bien. Pero demuestra que los tratas como verdaderos colaboradores.
Dale significado a la palabra.
Exactamente. Dale significado existencial a la palabra.
Esta puede ser una oportunidad para que las empresas venezolanas, tal como se lo plantearon en el encuentro de Maracay, se vinculen a las necesidades sociales del país.
Esperamos y aspiramos que, en el foro del 25 de abril, se aborden y estudien esos temas. No todos, porque son muy amplios y complejos, pero que al menos se tomen en consideración esos temas. Que de alguna manera se asuman.
Qué motivaciones del foro de Maracay se pueden rescatar, visualizar y proyectar en el encuentro del IESA abril 2023.
Al día de hoy, el encuentro de Maracay es importantísimo: las ganas de hacer algo, la motivación para hacer algo por el país. Más allá de la simple ganancia de la empresa. Una nueva disposición, una nueva actitud. Asumir que eres parte de este país. Es lo que uno advierte en cada una de las ponencias que se presentaron en el evento de Maracay. Yo me considero parte de este país y quiero hacer algo por este país. Eso estaba clarísimo en los participantes, en los dueños de los negocios, en los capitanes de empresa, en los ministros e invitados que asistieron a ese foro. Vuelvo a la frase de Ortega: yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella, no me salvo yo. Por tanto, soy parte de esto.
***
RAMÓN PIÑANGO: Licenciado en Sociología. Universidad Católica Andrés Bello. Doctor en Educación por la Universidad de Harvard. Maestría en Sociología por la Universidad de Chicago. Ex presidente del IESA. Autor de libros y capítulos en libros (20), articulista de diversas publicaciones. Recientemente fue incorporado como Miembro Honorario de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Especialista en Comportamiento Organizacional, con particular énfasis en liderazgo, la relación entre las organizaciones y su contexto social y cultural, la resiliencia organizacional en entornos adversos y empresas familiares.