Raúl Ochoa Cuenca: La mujer entre bárbaros
Tomo como referencia para este articulo una nota del periodista italiano Lorenzo Cremonesi, quien desarrolla, a mi criterio, una interesante reflexión que es una advertencia al mundo, sobre el futuro que le espera a la mitad de la población de ese país, por siglos convulsionado, llamado Afganistán.
Cuando hablo de la mitad de la población menciono obviamente a las mujeres, a quienes ya las nuevas autoridades afganas han anunciado que esos seres tan humanos como los hombres y quienes además son el simbolo de la humanidad y del sacrificio en el universo, asi como en siglos anteriores estarán bajo el férreo control de un clero, reaccionario, machista e inhumano, y que es del declarado y no escondido criterio de considerar el sexo masculino como superior al género de nuestras madres.
Pareciera que hasta nuevo aviso, el futuro de las afganas será el ya odioso sistema aplicado en Irak durante el reinado del Estado Islámico o ISIS, autodenominado Califato Islámico, conocido asimismo como Estado Islámico, una doctrina heterodoxa del Islam suní, formado por radicales fieles a Abu Bakr al-Baghdadi, que en junio de 2014 se autoproclamó el Califa desde la ciudad Iraquíana kurda de Mosul, pidiendo lealtad a todos los musulmanes. Este terrorista confeso se suicidó el 27 de octubre del 2019, ante su inminente arresto por parte de las fuerzas especiales de los Estados Unidos en la ciudad de Barisha, en Siria.
Hago mención a este asesino ya que hoy el mundo conoce sus bárbaras prácticas con las mujeres de la minoría etno religiosa llamada yazidíes, a quienes imitando la barbarie japonesa con las mujeres coreanas durante la segunda guerra mundial, el Isis las tenía como premio sexual a los combatientes fieles a ese asesino.
Las mujeres afganas, quienes vieron sus derechos completamente cercenados durante el dominio talibán (entre 1996 y 2001), que impuso una versión estricta y radical de la ley islámica o sharía temen que esta historia, triste por demás, se repita. Todo hace indicar que así será. Es igualmente importante mencionar que más del 80 % de la población afgana es sunita, la misma tendencia religiosa del estado islamico, del Isis.
Durante la administración Taliban entre 1996 al 2001, eran comunes las lapidaciones de las mujeres acusadas de adulterio, así como los cruentos castigos corporales tanto para hombres como para mujeres que osasen quebrantar la ley. Veamos brevemente algunos aspectos de la vida diaria que estaban prohibidos a las mujeres durante la gestión del régimen talibán.
Entre 1996 y 2001 en Afganistán la mayoría de las mujeres tenían prohibido trabajar o estudiar y se les obligaba a usar un traje que cubríese todo el cuerpo, incluyendo la cara con el velo facial conocido como burka, el cual sólo lleva una rejilla en los ojos para poder ver. Las niñas podían ir a las escuelas hasta los 10 años, pero después, no estaba permitido. La mujer no puede salir de la casa sino está acompañada por un Mahram, un hombre guardián. Suele ser alguien de la familia y pasea con ellas para ir de compras o incluso para ir al médico. Las computadoras están prohibidas, ya que son consideradas instrumentos de culturas extrañas a la de la Sharia.
No está permitido mostrar los tobillos, por eso la vestimenta o túnica debe ser lo suficientemente larga. La ley sobre la intimidad de las parejas prevé que si la mujer se detiene cerca de su novio, será castigada hasta con 23 latigazos.
Pese a todo, la sharia está abierta a interpretaciones. Puede ser ley absoluta, como parece que será en Afganistán y es actualmente en el sultanato de Brunei o de inspiración o interpretación personal, como ocurre en la mas liberal Turquía.
Finalmente apreciados lectores, ruego me disculpen por lo rudo de esta frase: en esa sociedad afgana, la cual desde ahora es gobernada por lo talibanes o muyahidines y quienes en mi criterio son simplemente unos bárbaros desalmados, la mujer la consideran solo apta para tres funciones: cama, parir y fogón.
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar, en una clara y fresca madrugada del 20 de agosto del 2021.