Raúl Ochoa Cuenca: La tortura en Venezuela
Esta nota está dirigida especialmente a los representantes de la Plataforma Democrática en Ciudad de México
Prohibido olvidar
En el año 2013 el régimen de los ayatolas venezolanos refrendó la Ley Especial para Prevenir y Sancionar la Tortura y Otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, vigente desde el 22 de julio de 2013.
Invito a mis apreciados lectores a dar un paseo, pasar revista, a prácticas anti natura o de torturas, por las cuales han sido acusados dos dictadores durante todo el siglo XX. El general Juan Vicente Gómez, quien con sus compadres nos gobernó hasta 1935 -año de su muerte-, y posteriormente Marcos Pérez Jimenez, quien nos humilló hasta el inicio del año 1958 con esas salvajes y crueles prácticas.
Posteriormente cuando creímos que con los Gómez y los Pérez Jiménez y también los Pinochet, los Bordaberry y ya por último, los asesinos militares de la Argentina, habían finalizado los denigrantes y tristes recuerdos de las torturas, un manso pueblo aupado por intereses, lo confieso, por mí desconocidos, el venezolano, votó el inicio de la peor pesadilla que nación alguna podía imaginarse.
Me refiero a un régimen dirigido por analfabetas, pero inspirado en mentes lúcidas como Carl Schmitt, el alemán malvado y cruel a quien la única diferencia que hubiese hoy tenido con Jorgito, es que el criollo es médico y el alemán era jurista. Pero son iguales por vocación, ya que ambos han sido autores de leyes de la muerte, Schmitt durante el III Reich y Jorgito durante la Revolución Bolivariana.
Pero en vez de cumplir y hacer cumplir preceptos primarios, los cuales en forma inequívoca aparecen en la constitución de la república aprobada en 1999, ya desde el año 2002 y aún prácticamente estrenándose en la presidencia Hugo Chávez, hay denuncias del inicio de esta macabra práctica de la tortura en nuestro país.
En 2003, cuatro jóvenes militares vinculados a los soldados sublevados en la Plaza Altamira durante el paro petrolero de 2002 fueron asesinados. Zaida Peraza, de 28 años; Darwin Argüello, de 21; Ángel Salas, de 21, y Félix Pinto, de 22, fueron encontrados muertos en dos lugares diferentes de las afueras de Caracas con signos de haber sido torturados, reportó en su momento la valiente defensora de derechos humanos, la abogada venezolana Tamara Suju.
El diario digital madrileño Libertad Digital.com, desnuda de cuerpo entero las barbaridades que inició el maula del pitico, léase Chávez, como ya hemos visto a raíz de los eventos conocidos como las protestas de la Plaza Altamira.
Libertad Digital.com en su edición del 9 de agosto del 2017, nos muestra a través de un trabajo de investigación, firmado por el periodista y economista español Manuel Llamas, que en ese desgraciado año del 2017, se sucedieron más de 130 asesinatos, 4.000 heridos, 5.000 detenciones arbitrarias e infinidad de torturas. Es un informe donde Manuel Llamas le pone nombre y apellido a las víctimas de la represión inspirada en Chávez y ejecutada últimamente de forma continua por Maduro y sus secuaces.
Es necesario no olvidar que estas prácticas inspiradas en las mentes oprobiosas como la de Chávez y acto seguido de la de Maduro, son ejecutadas por otros venezolanos, en algunos casos nacidos en el mismo barrio de donde vienen esas nuevas víctimas del régimen.
En el informe al cual hago referencia, Llamas denuncia que 101 personas fueron asesinadas directamente por los efectivos de seguridad del Estado (40%) o bien las bandas armadas chavistas que actúan al margen de la ley (52%). Según este periodista, al menos el 83% de estas muertes fueron por impacto de bala solo durante el año 2017.
Espero, sin embargo, que las negociaciones que se están celebrando actualmente en la Ciudad de México, y las cuales cuentan con el patrocinio de grandes países y algunos de entre ellos muy importantes democracias, se convierta en algo real y que le permita a la nación hoy más pobre del continente americano y antepenúltima del mundo, comenzar a olvidar esta pesadilla que se mantiene activa las 24 horas del día, ya que las torturas y las muertes no se detienen, el número de presos políticos es in crescendo, la pobreza aumenta como el monte, el hambre camina a pasos agigantados y si el pueblo sale a la calle a protestar lo acribillan a balazos, sin olvidar que los Marines no vendrán.
Independientemente de la decisión de buena parte de la comunidad internacional de sostener las elecciones del 21 de noviembre, no creo que nadie en forma sensata pueda avizorar una solución cierta a esta situación, la cual raya con convertirse en una crisis humanitaria de imprevisible magnitud. No hay peor ciego que aquel que no quiere ver.
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 6 de septiembre del año 2021.