Raúl Ochoa Cuenca: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde
La emigración de nuestra población de los últimos 7 años ha cambiado rápidamente el mapa demográfico venezolano y lo que es peor, las características de la familia venezolana.
Hacia los años 70 Venezuela era considerado por los organismos especializados de la ONU, como uno de los países que menos emigrantes tenía en el universo.
Venezuela era un país de inmigrantes. De excelentes inmigrantes, quienes venían a hacer labor de patria, quiero decir a trabajar honradamente, mi suegro entre ellos.
Pero esto cambió de forma rápida, muy rápida hasta convertirnos en un país de emigrantes como hoy sin duda lo somos. Pero veamos un poco más esta nueva situación que está viviendo la sociedad venezolana.
Actualmente se contabilizan 6 millones de venezolanos repartidos por el mundo. Esto representa una buena parte de sus habitantes, ya que la población estimada, según Naciones Unidas, es de 28 millones de habitantes.
La emigración de masa es negativa para cualquier país, pero la emigración de masa compuesta en un 80 % por la sabia joven de una nación es de una inaudita gravedad, ya que se trata mayoritariamente de venezolanos en edades comprendidas entre los 18 y los 40 años, por lo cual, para efectos de los medidores sociales, la fase poblacional anteriormente mencionada supone una aceleración del envejecimiento de la población.
Es importante igualmente mencionar que varios países a través de sus órganos han expresado que la inmigración venezolana es de lejos la mejor. No es por chauvinismo que esto afirmo, basta leer que de todos los médicos venezolanos que han optado por ejercer la profesión en Chile el 97 % aprobó el examen de la reválida del título.
Así es lo expresado por el presidente de la comisión de educación del parlamento de la República Oriental del Uruguay cuando dice que la venezolana es una inmigración de lujo; eso, a mí, como venezolano, me llena de orgullo.
Basta también decir que la secretaria de asuntos interiores de los Estados Unidos, ha afirmado que la inmigración venezolana es la mejor recibida por los gringos en los últimos cuarenta años.
La hermana República de Colombia al otorgarle el estatuto de residentes al millón setecientos mil venezolanos que allí viven, calculan que esta inmigración criolla hará crecer el PIB de hasta 1.8 %. Sí, creo que lo podemos decir con orgullo, somos una emigración de lujo.
Cito un ejemplo que toca mis sentimientos no solo como venezolano, sino como un zuliano. El desastre a que nos han llevado los energúmenos delincuentes de la banda de Miraflores, ha obligado que nuestro recurso más preciado, más que el bendito petróleo, nuestros jóvenes, nuestros profesionales, nuestro especialistas, a quienes el Estado venezolano formó con una inversión millonaria en los mejores centros de educación del mundo, léase “Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho”, estén hoy esparcidos por el mundo contribuyendo a la formación de riquezas en otras latitudes.
Cito un ejemplo de lo que fue nuestro sistema educativo universitario, los médicos egresados de LUZ. Era una universidad que recibía los enviados de universidades americanas, los llamados scouts que durante el último año de la carrera, el sexto, visitaban nuestros muchachos con el fin de proponerle que siguieran sus estudios especializándose en los Estados Unidos. Si señores, así es, nuestros egresados y no solo en medicina eran buscados por las universidades americanas. Nuestro sistema educativo era ejemplo y también envidia del resto de los países de la América Latina. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
¿Estamos conscientes que la comisión ejecutiva de la Unión Europea afirmó en el año de 1978 que Venezuela tenia los niveles de educación y sociales en general más adelantados que los de Portugal en ese momento, que venía de salir de la dictadura de los militares encabezados por el almirante Tomás?
Tenía razón el diputado uruguayo cuando afirmó que los profesionales venezolanos están más preparados que los profesionales de esa bella nación, lo cual es bueno recordar que ese país nos ha abierto los brazos así como los venezolanos lo hicimos con los que huían de la dictadura militar de Bordaberry.
Ahora veamos, muy brevemente una razón y que seguramente será la más importante, la cual ha obligado a nuestra juventud a abandonar la tierra donde nacieron y para muchos de ellos donde estaban creciendo: La actual realidad económica y social nuestra.
Esta impresionante cifra del 2014 de 482,4 millardos de dólares USA era el PIB de la nación venezolana, mientras que per cápita era de 16. 054 dólares USA. El Producto Interno Bruto (PIB) venezolano descendió a niveles de US$19.000 millones de dólares en 2020, lo que supone un PIB por habitante de apenas US$600, cifra que significa un retroceso de más de 70 años, puesto que en 1950 el PIB per cápita ascendió a US$751,04. Lógicamente podremos entender sin más explicaciones por qué nuestra juventud, e inclusive adultos en edades medianas, se han visto en la imperiosa necesidad de emigrar, inclusive hacia países que hasta hace pocos años los veíamos como países “pobres”.
La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) elabora anualmente desde 2014 “la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI)” que analiza y muestra la situación social de Venezuela. Como todos los años, esta encuesta profundiza en diversos aspectos de la situación de país como demografía, nutrición, pobreza, emigración, trabajo.
Por qué nuestros jóvenes se fueron y por qué continuarán abandonando nuestro país, es muy fácil de entender.
Argentina y Colombia a raíz de los acontecimientos inesperados y diabólicos causados por el Covid 19, han perdido riqueza en forma discreta, mientras el caso de Venezuela nos dice que prácticamente la economía desapareció durante los desgraciados y largos años de la dictadura de Maduro. Huelga repetir que en la otrora gran Venezuela no hay nada. Todo lo robaron y en su paso lo que aún quedaba, simplemente lo destruyeron.
Raúl Ochoa Cuenca en Anfi del Mar, Abril del 2021