RAÚL RIVERO: Mentiras, júbilo oficial y represión
Los opositores pacíficos, los periodistas independientes, los artistas rebeldes y la auténtica sociedad civil de Cuba entran a este verano bajo la más poderosa campaña de la dictadura en los últimos años para borrarlos del mapa de la isla. La gestión del gobierno es un coctel sin hielo y sin azúcar, pero bien mezclado, que combina represión, golpizas y calabozos con una ofensiva internacional obscena y escandalosa.
En el plano interno, el régimen ha intensificado su violencia al máximo contra los demócratas y trata de esconderla o disimularla con una corriente de júbilo oficial por el inminente restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y los brotes caprichosamente esperanzadores de los sectores marginados de la ciudadanía ante la fraternidad repentina y fogosa con el viejo enemigo de la acera de enfrente.
Así las cosas, la idea central del régimen es que los promotores de la libertad y los derechos humanos que se juegan todos los días una estancia de años en las celdas de cualquiera de las 300 prisiones del país, se aprecien por los cubanos agobiados como un estorbo a la hora de instalar el capitalismo de uantutri que tendrá sus cajas contadoras en los despachos del Partido Comunista.
Ese panorama completa el coctel con un despliegue de propaganda que publican algunos medios de Europa. En el componente exterior figuran funcionarios atildados y fieles. Y aparecen oportunistas, cómplices, el pitén de viudas de Ernesto Guevara y los castristas que pagan las embajadas de los compadres de la Sierra Maestra.
Este es un frente muy importante porque con algunas entrevistas puntuales consiguen titulares en medios que tienen influencia y llegan al universo financiero. Ese es su interés fundamental. Por otra parte, con los promotores de encuentros solidarios organizados por socotrocos nostálgicos y aprovechados, trasmiten una imagen de popularidad que necesitan para el maquillaje.
Es verdad que en el terreno de la información los empleados gubernamentales, acostumbrados a mentir en los panfletos criollos, corren el riesgo de perder los papeles y hacen crecer la particular antología del disparate del régimen. El vicecanciller Abelardo Moreno dijo esta semana en Bruselas ante un grupo de desolados periodistas que en Cuba “nosotros tenemos una libertad más total que en la Unión Europea”.
En esos días, el cardenal Jaime Ortega hizo esta declaración tajante ante los micrófonos de una emisora de radio de España: “En Cuba no quedan presos políticos”.
En un país que disfruta de más libertad que los 28 que integran la Unión Europea y en el que no hay presos políticos es difícil explicarse la existencia de personas que se arriesguen para cambiar las cosas y que haya democracia, elecciones, partidos políticos y periodismo sin mandato. Y que pidan la libertad de más de medio centenar de presos políticos con nombres y apellidos como el escritor Ángel Santisteban y el artista plástico Danilo Maldonado.
La campaña contra la oposición existe. Y la oposición también.