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Periscopio La Habana: Reacción de la urbanista Rita M. Yebra al artículo de la Torre K: «Caprichos que provocan vértigo».

 

Querido ahijado, amigo y colega Bertín(1)

Sabes que vivo “fuera del barrio” por mas de 20 años, -aunque siempre viajé anualmente-, ahora por razones del Covid19, eres tú quien en las últimas etapas me has mantenido actualizada sobre los acontecimientos en mi país. Hoy, quisiera incorporarme a tus opiniones sobre el “proyecto de la Torre K”.

Siempre le dijimos “El Hueco”, y nos llamaba mucho la atención. En 1952 comencé la carrera de Arquitectura; en esa etapa vivía en una casa de huéspedes en 25 y K, después trabajé en una oficina en L y 25, por tanto pasaba frecuentemente por “El Hueco”. Siempre me imaginaba el potencial de esta parcela. Estando en el lugar que estaba, podría representar para nuestra “ciudad sin centro”, el tremendo proyecto que podría acompañar el Habana Libre (en su día Hilton, el mejor y más moderno hotel de convenciones de la cadena en el Caribe), al edificio del Instituto cubano de Radio y Televisión con su Cine-Teatro Yara (originalmente conocido como el edifcio Radiocentro), el edificio del Retiro Odontológico, la Heladería  Copelia, etc, y todos con su aproximación al mar. Con quince metros bajo el nivel de calle, la población podría tener un centro de innumerables actividades de entretenimiento y culturales, vinculado sin duda a una unidad hotelera como función complementaria, pero nunca supe en aquella época que hubiera un proyecto para esta apetitosa parcela.

Sabes que el urbanismo es mi especialidad profesional; viviendo en Paris por cuatro años (1968/1971) viajé por toda Europa y posteriormente puedo decir que conozco casi todas las ciudades capitales del mundo. Mi conclusión, después de tantos años de experiencia y vivencias,  es que lo que me debería interesar, lo que me provoca, me apasiona, me emociona, lo que me hace vibrar, es sentir el “ambiente” de una ciudad a “escala urbana-escala humana”. Es la relación de  áreas construidas con espacios abiertos, con personas; es una relación que se encuentra muy bien lograda en ciudades pequeñas y medianas. No es el caso de Moscú o Beijing, más bien en las ciudades del Báltico. New York es una combinación de “la gran manzana”donde se concentra el entretenimiento con los negocios y una ciudad en el exterior donde vive la población.

 

 

La Habana es realmente una gran ciudad, quizás una de las más interesantes del Nuevo Mundo, aunque es probable que los dirigentes de su gobierno aún no se hayan enterado. Su desgastado fondo habitacional por años, acompañado de fenómenos naturales-frecuentes como es el caso de los ciclones, las subidas de mareas, áreas inundables, la visible falta de mantenimiento y factores similares, la deja en una terrible condición de deterioro. Se ha hecho (2014) un somero cálculo de lo que costaría la recuperación de este fondo  habitable y se supone que no bajaría de los trescientos mil millones de dólares, según expuso en diferentes conferencias el arq. Mario Coyula.

 

 

Actualmente el desarrollo de la autosustentación del país es mínima; prácticamente la agricultura y la ganadería son casi inexistentes, una economía que en gran parte se sustenta por las remesas que llegan del exterior. De acuerdo a la Editorial-Carta de La Habana/1998de la arq. Gina Rey: “El desarrollo sustentable a nivel local requiere un enfoque que involucre a las autoridades locales con los residentes y organizaciones comunitarias en el diseño y provisión de servicios integrando los ecosistemas locales como base…” “requiere así mismo un equilibrio entre el desarrollo económico, el comunitario y el ecológico…” ¡Bravo!, no tengo noticias de que la Inversión que se realiza en la torre K, ¡¡haya tenido algún estudio previo!!!, sobretodo por lo que implican las necesidades actuales de la población.

Citando a Le Riverend, La Habana, Biografía de una provincia,1961: “Aún, es algo más a través de la ciudad, de esas formidables y tristes paredes había un mundo de color y alegría, un caleidoscopio de razas y etnias, de etapas históricas, finalmente la riqueza y la miseria de la cara del capital…”

La Ciudad de San Cristóbal de La Habana, no es New York , la ciudad de los rascacielos, y nunca lo será; La Habana, que me ha hecho llorar caminando por sus calles, oyendo a la gente hablar, gritar, cantar su música, emocionar, -aunque quisiera que cuando vuelva me encuentre las aceras arregladas-, seguirá siendo LA HABANA. Esa que a todos nos encanta, aunque ya no encontremos un amigo porque se fue a otro país, o a otra dimensión.

¿A quién, o, a qué tarado se le ocurrió que nuestra Habana sería ciudad de rascacielos? , ¡un rascacielos en una ciudad en la pobreza!, ¡con una población que por supuesto no podrá entrar a la “Gran Torre K” porque no tendrá los dólares y en caso de tenerlos seguro que le daría uso en algo más útil!

A quién, que todavía está oculto, porque no se conoce su nombre, se le ocurrió “la brillante idea por unos dolaritos más”, que por supuesto no se va a reflejar en mejoras para la población como lo hacen en Dubái, ya que lo común es pagar salarios de miseria a la población trabajadora, cuando perdemos una ciudad en la vulgaridad del turismo de “Cinco Estrellas”, Y las colaterales, ……sin identidad, ¡qué falta de respeto!….creo que esto es peor que “convertir Escuelas en Cárceles”.

Estamos frente a una expresión colosal que le falta el respeto a la historia, a una ciudad de más de 500 años, con una identidad definida y perfectamente lograda, que además nos distingue, un fenómeno singular por el cual se nos identifica mundialmente.

¿Cómo podríamos calificar que en el Siglo XXI se barrerían absolutamente los valores de un patrimonio construido y se promueva el irrespeto de una edificación de 42 plantas que no tiene nada que ver con la ciudad que la rodea?

 

Dra.Arq. Rita M.Yebra García

 

(1). N. autor: me refiero al Arquitecto Edelberto Díaz Aguilera.

 

 

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