Reaccionarios contra la derecha
Cuando la derecha se vuelve iliberal no logra ir a algo anterior a la izquierda sino a algo anterior a la propia derecha
La derecha no nace contra la izquierda. Más bien al contrario, es la izquierda la que nace contra la derecha. La derecha nace tras el absolutismo y, en su rama liberal, contra él. El tradicionalismo reaccionario y nostálgico del antiguo régimen es otra cosa, algo que no debe identificarse con la derecha. O, dicho de otro modo, la derecha política no viene definida históricamente solo por el tradicionalismo sino, sobre todo, por el liberalismo. Luego esa derecha liberal se desarrolla en forma de conservadurismo, pero lo que pretende conservar no es un modo de vida ‘tradicional’ sino lo ganado en las revoluciones liberales, es decir, soberanía nacional, constitucionalismo, separación de poderes, imperio de la ley, aconfesionalidad del Estado, democracia representativa, etc. El tradicionalismo, así, no sería sinónimo de conservadurismo sino de reacción, es decir, exactamente lo opuesto. Porque un reaccionario hoy no quiere conservar el pasado sino destruir el presente, parar el tiempo y sus consecuencias e ir marcha atrás a toda velocidad para llegar a un estadio anterior y, casi siempre, mítico, legendario e irreal.
Porque huelga decir que tradición es a tradicionalismo como progreso a progresismo: apenas trampas semánticas. Y al igual que el progreso no es patrimonio de los progresistas, la tradición no lo es de los tradicionalistas. Respetar tus tradiciones no es ser tradicionalista. Y, mucho menos, de derechas. La tradición es, por definición, de todos, aunque el tradicionalista se la apropie y la utilice como excusa para poner palos en la rueda del tiempo, es decir, para detener el progreso. Evidentemente no lo puede conseguir y lo que logra es una forma alternativa de progreso. E intentando proteger la tradición solo consigue ponerla en peligro al convertirla en odiosa.
Pero el liberalismo es como el colesterol: hay uno bueno y uno malo. El bueno es el que nace del pesimismo, es decir, el consciente de que la naturaleza humana es imperfecta y el que no ve en la política un camino para alcanzar ese delirio de perfección. Es más, la historia nos enseña que, siempre que lo intenta, solo consigue violentarnos hasta el extremo. Esta clave liberal se asienta en la creencia en el pecado original mientras que la clave reaccionaria, paradójicamente, no basa su pesimismo en que la naturaleza humana sea imperfecta, sino en que la historia siempre va a peor. En el decadentismo. Un escepticismo de origen frente a un escepticismo de destino.
Jaroslav Pelikan decía que «la tradición es la fe viva de los muertos mientras que el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos». Cuando la derecha se vuelve iliberal no logra ir a algo anterior a la izquierda sino a algo anterior a la propia derecha, es decir, una autonegación que, en nombre del tradicionalismo reniega de su tradición y nos lleva a un tipo de progreso basado en pilares erráticos que suponen, en una nueva dialéctica, la base que da fuerza y motivos a la izquierda.