Reconocer a Palestina no traerá la paz
Este complicado conflicto no se resolverá, en todo caso, con consignas vacías. La mayoría de los israelíes aceptarán el autogobierno palestino sin capacidades militares
Marcha ciclista a favor de la liberación de los rehenes israelíes EP
La decisión de los gobiernos irlandés, noruego y español de otorgar reconocimiento oficial a un virtual “Estado de Palestina” ha indignado a la mayoría de los israelíes por su momento. El hecho de que esos tres gobiernos anunciaran su decisión después del 7 de octubre envía a los palestinos el mensaje inequívoco de que el terrorismo paga. Hamás puede presumir de un logro diplomático después de cometer las peores atrocidades contra los judíos desde el Holocausto.
Sin embargo, a pesar de recompensar el terrorismo, esos tres gobiernos afirman que su medida tiene como objetivo facilitar la paz. Se equivocan en su diagnóstico y en su pronóstico. Hamás no cometió las masacres del 7 de octubre debido a cierta frustración por la falta de un Estado palestino. Hamás rechaza la idea misma de un Estado árabe, que considera herética, y que quiere reemplazar por una Ummah (o comunidad religiosa) islámica. Hamás lucha por la destrucción de Israel y el asesinato de judíos, y rechaza categóricamente una solución de dos Estados con Israel. Por lo tanto, establecer un Estado palestino junto a Israel no satisfará a Hamás ni calmará su fervor yihadista.
Lo que se necesita para reducir la intensidad del conflicto y estabilizar Oriente Medio es eliminar la amenaza de Hamás, mantener un frente occidental unido contra Irán y sus representantes
Quienes afirman que Hamás no es representativo de los palestinos también se equivocan. Hamás ganó las últimas y últimas elecciones legislativas palestinas de 2006. Una encuesta publicada por el Centro Palestino de Investigación de Encuestas y Políticas en marzo de 2024 reveló que el 52% de los habitantes de Gaza quieren que Hamás gobierne su territorio después de la guerra, y que el 71% de los palestinos en Cisjordania y Gaza apoyan la decisión de Hamás de cometer los ataques del 7 de octubre.
Afirmar que el establecimiento de un Estado palestino pondrá fin al conflicto palestino-israelí es suponer que la ausencia de un Estado palestino es la fuente de ese conflicto. No lo es. El conflicto entre judíos y árabes en lo que se convirtió en Palestina en 1922 (una invención colonial británica que reemplazó a los Sanjaks –o distritos– turcos de Jerusalén y Beirut) culminó en la revuelta árabe de 1936. Para calmar la revuelta, la Comisión Peel británica sugirió en 1937: partición del Mandato entre un Estado árabe y un pequeño Estado judío. La propuesta fue rechazada rotundamente por los árabes y aceptada de mala gana por los judíos. El mismo escenario se repitió diez años después con el plan de partición de la ONU. El rechazo árabe tenía que ver con la existencia misma de un Estado-nación judío, no con las fronteras propuestas en 1937 y 1947.
Los ejércitos árabes intentaron –y fracasaron– impedir la independencia de Israel en 1948. El estado de guerra entre Israel y sus vecinos árabes continuó mientras Cisjordania y la Franja de Gaza estuvieron bajo control jordano y egipcio respectivamente entre 1949 y 1967. Ni Egipto ni Jordania estaban interesados en establecer un Estado palestino en esos dos territorios, ni afirmaron que hacerlo pondría fin al conflicto con Israel. La OLP (Organización de Liberación de Palestina) se estableció en 1964, tres años antes de que Israel tomara el control de Cisjordania y la Franja de Gaza durante la Guerra de los Seis Días de 1967. En 1974, la OLP adoptó en El Cairo su “plan por etapas” que declaraba su disposición a establecer un Estado palestino en Cisjordania y Gaza como primer paso hacia la “liberación de Palestina”.
Después de cinco rechazos palestinos sólo en las últimas dos décadas, los israelíes tienen buenas razones para ser escépticos. Y después del 7 de octubre, los israelíes tienen buenas razones para estar cansados
Ésa era la intención de Yasser Arafat cuando firmó los “acuerdos de Oslo” con Israel dos décadas después. Por eso rechazó las propuestas de paz en la cumbre de Camp David en julio de 2000 y los “parámetros” del presidente Clinton de diciembre de 2000, porque ambos condicionaban el establecimiento de un Estado palestino al fin del conflicto con Israel. Y por eso Mahmoud Abbas rechazó propuestas similares en tres ocasiones: la oferta de Olmert de septiembre de 2008; el plan Kerry de febrero de 2014; y el acuerdo de Kushner de enero de 2020.
Es cierto que el actual gobierno israelí se opone al establecimiento de un Estado palestino. Pero en las siete ocasiones enumeradas anteriormente, el establecimiento de tal Estado fue rechazado por los árabes y aceptado por los judíos. Después de cinco rechazos palestinos sólo en las últimas dos décadas, los israelíes tienen buenas razones para ser escépticos. Y después del 7 de octubre, los israelíes tienen buenas razones para estar cansados. Como demostró Israel durante su retirada de Gaza en 2005, sus asentamientos son reversibles; y como han demostrado las últimas tres décadas, cada territorio desocupado por Israel ha sido utilizado por los palestinos para lanzar cohetes, cavar túneles y lanzar ataques terroristas.
Este complicado conflicto no se resolverá, en todo caso, con consignas vacías. La mayoría de los israelíes aceptarán el autogobierno palestino sin capacidades militares. Lo que se necesita para reducir la intensidad del conflicto y estabilizar Oriente Medio es eliminar la amenaza de Hamás, mantener un frente occidental unido contra Irán y sus representantes, reformar el sistema educativo en Cisjordania y Gaza, ampliar la normalización entre Israel y los Estados árabes, e incentivar tanto a israelíes como a palestinos a negociar y llegar a acuerdos.
El Dr. Emmanuel Navon es el Director Ejecutivo de ELNET-Israel y profesor adjunto de Relaciones Internacionales en la Universidad de Tel Aviv. Es autor de La estrella y el cetro: una historia diplomática de Israel (Sociedad de Publicaciones Judías, 2020).