Recordando al maestro Ozu
Hace pocos días decidí interrumpir lectura antes de la hora acostumbrada y ver una película; quería que fuera una clásica, ante la lánguida oferta (al menos hasta ahora) de filmes actuales supuestamente merecedores de premios. Ya lo he dicho antes; la cosecha cinematográfica de 2018-19, al parecer, es más escasa en méritos que la de los años precedentes.
Comencé la búsqueda pensando en alguna comedia italiana (volví a disfrutar hace poco «La Armada Brancaleone«, con el gran Vittorio Gassman, Catherine Spaak y María Grazia Buccella), pero de repente una intuición aparecida quién sabe por qué razón me llevó al Japón. Puesto a escoger entre mis tres directores favoritos de ese país, Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu, decidí dejar la escogencia al azar, el primer filme que me encontrara en el archivo. Así, me encontré con la última película del maestro Ozu, «El sabor del Sake«. Mis recuerdos de ella son tan positivos como los de todas las películas suyas que he visto. Ozu, por cierto, nació y murió un 12 de diciembre (1903-1963).
Un perfeccionista nato, «era visto como uno de los directores «más japoneses» y, como tal, su trabajo fue raramente mostrado en el extranjero antes de la década de los sesenta. No empleó el sonido hasta 1935 («¿para qué buscar el ruido cuando reina el silencio?», decía. Su plano característico («the tatami shot», que él inventara y perfeccionara) era el tomado desde solamente unos 90 centímetros sobre el suelo, esto es, el punto de vista de un adulto sentado sobre un tatami. También fue un firme defensor de la cámara estática y las composiciones meticulosas donde ningún actor dominase la escena. El de Ozu es un cine silencioso, elíptico, meticuloso en la puesta en escena, muy citadino (el paisaje urbano siempre presente).
El «Tatami shot» en una escena de «Tokyo Story»
Posición de la cámara para el «Tatami shot»
El matrimonio, la familia, y las relaciones entre generaciones son predominantes en sus argumentos, que él escribía con su gran amigo Kogo Noda.
Siempre que pudo trabajó con un equipo técnico-artístico fijo, en el que fueron decisivos el actor Chishu Ryu, la actriz Setsuko Hara y, sobre todo, el operador Yuharu Atsuta y el guionista Kogo Noda.
Como decimos arriba, sus películas llegaron a ser conocidas en el occidente a comienzos de los sesenta, iniciándose entonces una creciente admiración por su arte en el muy diverso mundo del cine. Es el momento de mencionar que la revista mensual británica, «Sight and Sound», publicada por el British Film Institute, cada diez años invita a un grupo de profesionales vinculados al cine (directores, críticos) a que hagan una selección de las mejores películas de todos los tiempos. En la última votación, hecha en 2012, «Tokyo Story», de Yasujiro Ozu, fue votada por los directores como la Mejor Película de la historia (el resto quedó así: 2. (empatadas) Ciudadano Kane y 2001 Odisea en el Espacio; 4. 8 1/2 (Federico Fellini); 5. Taxi Driver; 6. Apocalipsis Ahora; 7. Empate entre El Padrino y Vértigo; 9. Mirror (Espejo, Andrei Tarkovsky,1975); 10. Ladrón de Bicicletas.
En «Tokyo Story», coinciden por igual directores, guionistas, críticos y público en general, palabras como poesía, o belleza, alcanzan alturas pocas veces vistas en el cine.
La considerada mayor, más importante obra maestra de un director que filmó varias, es la tercera parte de la llamada trilogía de «Noriko», personaje femenino presente en «Primavera Tardía« (1949), «El comienzo del verano» (1951), y «Tokyo Story« (1953). El papel de Noriko, en las tres películas, lo interpreta la ya mencionada Setsuko Hara, y en ellas también actúa Chishu Ryu, el actor que trabajó en más películas de Ozu.
Setsuko Hara y Chishu Ryu, en «Tokyo Story»
Vale la pena mencionar asimismo que Setsuko Hara (quien trabajó en un total de 6 películas de Ozu), al morir éste, en 1963, decidió retirarse del cine, para asombro de público y crítica, negándose incluso a dar entrevistas, hasta su muerte en 2015, a los 95 años.
Manuel Hidalgo comenta lo siguiente en el diario El Mundo: «Es probable que el director japonés más conocido en Occidente sea Akira Kurosawa. También, que Kenji Mizoguchi sea muy apreciado por la minoría cinéfila mejor informada. Pero Yasujiro Ozu (1903-1963) fue el director nipón que mayor influencia ha tenido entre los creadores del cine mundial. Podemos pensar en Aki Kaurismaki, Jim Jarmusch, Abbas Kiarostami, Claire Denis, Víctor Erice, Hirokazu Kore-eda y Wim Wenders, quien le dedicó un excelente documental, Tokio-Ga (1985). Por no hablar de su asumida influencia en Kazuo Ishiguro, reciente Premio Nobel de Literatura».
Setsuko Hara y Chishu Ryu, en una memorable escena de otra de mis películas favoritas de siempre, «Primavera Tardía» (1949).