Reflexiones para una derecha renovada
La regeneración que se espera del Partido Popular solo puede tener un anclaje programático y unas ideas revigorizadas si bajo unas mismas siglas se reconcilian los distintos matices, la diversidad y las familias que lo componen
El mundo parece escindirse entre quienes antes prefieren señalar a un enemigo que aportar una solución, entregando la política al gesto y la palabra a la hipérbole. Por ello, se hace imprescindible ofrecer, en afectos e ideas, una vía racional, ilustrada, que persiga un espacio de libertad política y económica en un entorno de desarrollo y entendimiento transnacional. En esta dirección, los españoles deben encontrar el equilibrio que siempre ha encarnado el Partido Popular.
Tras unos años bajo el marchamo de que la nueva política era la solución a la apatía de nuestro sistema de partidos, hoy observamos cómo aquellos que pretendían asaltar los cielos y darle la vuelta al sistema han acabado haciendo su revolución en revistas de moda. Fotos y vestiduras para rellenar espacios de entretenimiento, quizá porque lo creen más útil para seducir a los electores. Gustar es más fácil que convencer. En la era de los likes, los políticos, como los cantantes, son en sí mismos potenciales objetos de consumo emocional. La actualidad reclama cada día un contenido efímero que circule con rapidez para ganar seguidores. Esto incluso nos ha llevado a una deriva esteticista en la que la fotografía de las manos del presidente sustituye el mensaje político. La política ha de adaptarse a unos nuevos canales de comunicación más dinámicos y democratizados, pero la cercanía que nos reclaman los ciudadanos no debe adocenarnos en la imagen: es en las ideas donde sigue estando la contienda política. Son las que han llevado a Alexandria Ocasio-Cortez a la victoria en las primarias del Partido Demócrata en Nueva York. Las de una candidata joven que ha sabido defender con propuestas tangibles las necesidades de sus electores. Ella es un símbolo de convicción en la política y su capacidad de transformación. Convencer en política es mucho más que gustar. Es demostrar la capacidad de superar las expectativas de lo prometido.
Hacer política es más que detentar el poder, es hacerlo con principios y sin complejos, en una sana competición de ideas con las que conquistar la confianza de los ciudadanos. Así, en vísperas del Congreso Extraordinario del Partido Popular, la renovación que la sociedad española espera de nosotros solo puede tener un anclaje programático. El de unas ideas revigorizadas que sienten las bases de una nueva derecha llamada, en primer lugar, a reconciliar bajo unas mismas siglas los distintos matices, diversidad y familias que componen el centro derecha. Pero para ello es indispensable una segunda condición: disponer de un proyecto político con fundamentos ideológicos reconocibles y que a la vez sea permeable a las demandas de la sociedad. Una propuesta positiva que ilusione en un nuevo optimismo, frente a los que hacen del malestar una forma de obtener rédito electoral. Un partido que recupere consensos perdidos, que lleve la iniciativa, capaz de una conexión sentimental tan importante como la de seguir defendiendo unos valores, una capacidad de gestión y un proyecto de país con horizonte al futuro. En definitiva, para seguir siendo el gran partido de gobierno para los españoles.
La izquierda nos ha dejado un vasto espacio desde el que avanzar y ampliar nuestras bases
Ahora que el PSOE, de nuevo en el Gobierno, comienza destapando la caja de las batallas culturales, sobre la base de gestos sin coste alguno presentados como enormes éxitos de gestión. Ahora, cuando la izquierda se cimienta en un discurso de identidades y de construcción de minifundios de derechos. En este escenario de divisiones y exclusiones, desde el Partido Popular debemos tener el convencimiento de que en la España de hoy está más vigente que nunca la propuesta de sociedad abierta, de búsqueda de consensos amplios en reconocimientos mutuos y de la libertad y la tolerancia como esencia de una ciudadanía responsable, en el que sus políticos no gestionen pasiones, sino que resguarden nuestras instituciones democráticas ante los ataques y excesos populistas. Unas ideas actualizadas en el compás de la modernidad, que tienen en este su nuevo tiempo, y no precisamente en términos reaccionarios, donde algunos esperan ansiosos poder situarnos. La obsesión por lo más que políticamente correcto que abandera hoy en día la izquierda, de forma mainstream, nos ha dejado un vasto espacio contracultural desde donde poder avanzar y ampliar nuestra base, tan importante como para concitar una nueva mayoría.
Este partido también debe hacer la necesaria autocrítica para recuperar confianzas perdidas
Hoy, el Partido Popular ha de actualizar su propuesta y liderar esta nueva derecha. Un discurso liberal conservador de gran angular que abarque convicciones desde una centrada moderación, que no puede ser ni equidistancia ni criterio volátil, sino que aborde con coraje los nuevos debates que deben transformar la sociedad en las próximas décadas. Ser un partido de amplias mayorías y de gobierno, con una trayectoria plasmada en nuestra hoja de servicio de la que debemos sentirnos orgullosos y, a la vez, hacer la necesaria autocrítica para permitirnos recuperar confianzas perdidas. Debemos ser el partido que sea el mayor reflejo del paisaje de España, en su diversidad territorial y también generacional. El que siente sus símbolos desde el respeto al pluralismo, sabiendo que las identidades son complementarias en la capacidad integradora de nuestra democracia. El partido de la gente que ama a su país, orgullosos de su historia y de su tradición, pero también el que ambiciona afrontar los desafíos del futuro. El partido de la ejemplaridad en la gestión de lo público, sin ambages. El que sabe defender mejor las aspiraciones de la gente, porque nuestras propuestas buscan la igualdad de oportunidades en el origen: en la educación, en las condiciones que fomentan el empleo y una economía de progreso que asegure el Estado de bienestar. El partido que debe marcar la agenda y el liderazgo en la transición energética y medio ambiente, en la conciliación familiar, la brecha salarial, en las oportunidades (y riesgos) de la revolución tecnológica o en la convivencia entre derechos individuales ante las amenazas de seguridad global. Un partido con vocación europeísta que defienda los intereses de España ante los debates en el seno de la Unión.
Esta reflexión de ideas debe ocuparnos los próximos días, además de trabajar por una unidad que nos incluya a todos, ya que nadie sobra. De este congreso debe salir un partido puesto a punto para afrontar las próximas elecciones. El que cuente con los equipos que han demostrado capacidad de gestión, los que con compromiso, esfuerzo y pasión han renovado su espíritu para hacer de este el partido de los 10 millones de votantes. El de sus afiliados y cargos públicos que trabajan con la mirada humilde, honesta y digna en la noble labor del servicio público. El de un partido que sea referente del centro derecha en España y que salga reforzado para dar la batalla de las ideas. Porque nada permanece si no se renueva.
Andrea Levy Soler es vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular.