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Reflexiones sobre América Latina 2015: Integración, Autonomía y Liderazgo

Trazar un camino hacia 2025 de America Latina requiere un doble ejercicio: anticipar las tendencias mundiales y detectar las aspiraciones ciudadanas y objetivos gubernamentales de cada país.

Conferencia IDEA-FUNGLODE, PUCMM, REPUBLICA DOMINICANA.

Sergio Bitar, Enero 2015.

Sin duda, los escenarios probables 2015-25 serán más difíciles que lo vivido la última década. Sin embargo, esas dificultades también podrían transformarse en una necesidad insoslayable y un acicate para innovar, hacer reformas y mejorar la eficiencia de los gobiernos.

¿Cuáles son esas tendencias mundiales y cómo podrían influir en las políticas y acciones de los países latinoamericanos?

Urge complejizar la estructura productiva para ganar autonomía

Los cambios en el poder económico mundial y la velocidad de innovación tecnológica colocan a cada país de la región ante un escenario distinto del prevaleciente hace una década. Mientras en la pasada apreciamos una declinación de EEUU, un empantanamiento de Europa y un progreso imparable de China, hoy EEUU aparece recuperando su economía y China disminuyendo su ritmo.

La demanda de recursos naturales, sello de la década que acaba (2003 – 2013), acarreó una subida de precios sorprendente. Estos recursos fueron utilizados para fines sociales (pobreza, bienes públicos) y fueron mejor gestionados que en los años noventa, gracias a políticas macroeconómicas serias, que también ayudaron a superar la crisis financiera mundial de 2008.

El futuro será distinto. No habría subida de precios (tal vez niveles más bajos que en el pasado) lo cual requerirá mayor austeridad de las finanzas públicas y del gasto social.

¿Qué efectos se pueden avizorar, nuevos espacios de autonomía, oportunidades y riesgos?

El dilema de la región será como elevar productividad para sostener el crecimiento y el financiamiento para proseguir la política social.

El gran debate latinoamericano es como diversificar la estructura productiva y potenciar las políticas de desarrollo basadas en exportación de alimentos, minerales y energía. Si bien estos temas se han discutido hace años, adquieren mayor relieve ahora. Es muy probable que la mayoría de los gobiernos adopte nuevas medidas para una mejor “gobernanza” de los recursos naturales. Ello puede dar impulso a reformas tributarias, a la creación de fondos de inversión acumulando recursos en los periodos de buenos precios, y a priorizar formas de desarrollo social y ambientalmente sustentables. El capital de los recursos naturales se debería acumular para transformarlo en otras formas de capital, que mejoren calidad de vida y productividad. El ejemplo mas notable es el fondo de inversiones noruego, que supera los 800.000 millones de dólares (2015) alimentado con los excedentes de precios de petróleo. Muy probablemente en los países latinoamericanos se intensificarán programas en infraestructura, educación, especialmente técnica, energías renovables, y ciencia y tecnología. Nuestro problema es que estos proyectos y las políticas transversales aun no operan con eficacia, no se coordinan entre si y no son parte de un programa integrado. Aquí radica el próximo desafío.

Las grandes industrias basadas en recursos naturales, especialmente las minas y el petróleo, siguen siendo cuasi- enclaves, con escasa difusión interna. Articularlas con el resto de la estructura productiva y crear nuevas actividades es una meta antigua que ha tenido escaso éxito.. En estos años habrá que profundizar los engarces hacia atrás (“clusters” de bienes y servicios para la producción, procesamiento de recursos naturales para agregar valor). Sorprende el aun menguado esfuerzo en investigación tecnológica, pues, salvo Brasil, se sitúa bien por debajo del 1% del PIB en todos los países. Es de prioridad crear espacios de diálogo entre científicos y políticos.

La creación de mecanismos y nuevos programas de largo plazo será un desafío principal (ver ”¿Cómo Repensar el Desarrollo Productivo?”, Crespi, et al editores, BID, 2014). Si no se implementan nuevas políticas continuaría predominando una coyuntura cíclica y la bonanza no se capitalizará para elevar productividad. Tales políticas deben ser respaldadas por el Estado de modo persistente.

La experiencia asiática ofrece ejemplos que ponen de relieve la posibilidad de avances sustantivos en calidad de la educación, ciencia y tecnología, emprendimiento e innovación. En estos campos las brechas entre Asia y América Latina se están ensanchando. Podemos aprender qué políticas de algunos asiáticos son más eficaces en contexto latinoamericano.

Priorización de la educación para la productividad y la igualdad

En esta nueva etapa los gobiernos deberían priorizar políticas transversales que mejoren eficiencia en logística, infraestructura, energía, ciencia y tecnología, concesiones, diálogo público-privado, atracción de inversiones extranjeras, estímulo a pymes, agilización de trámites administrativos.

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La presión social y política será más intensa en el sector educacional. Allí las familias depositan sus esperanzas de futuro. Veremos planes de formación de profesores, extensión de la educación preescolar, técnica, cursos de capacitación laboral. La educación superior tendrá rápida expansión y demandará voluminosos recursos para el financiamiento estudiantil. El mejoramiento de la calidad seguirá creciendo en importancia (ver gráfico, rendimientos en matemática, alumnos 15 años, 8 países latinoamericanos en color, últimos lugares; 7 asiáticos en primeros lugares) y se abrirán grandes oportunidades para ampliar el uso de tecnologías de la comunicación para extender cursos en línea, que deberán aprovecharse a tiempo o quedar rezagado.

Incierta integración económica para el liderazgo político

La creciente multipolaridad, ausencia de potencias hegemónicas con poder global, ¿alentará las alianzas regionales? Es posible que se creen condiciones favorables para una mayor integración regional en America Latina. La integración comercial de bienes y servicios intraregional bordea el 20% del comercio total de la región, bien distante de Europa, Asia y America del Norte. Las expectativas son escépticas, los márgenes son escasos y creo que prevalecerá una región disociada en lo económico (ver UK Ministry of Defence “Global Strategic Trends –Out to 2045”, 2014 , se prevé qué región seguirá fragmentada).

Sin embargo hay factores positivos. Un ejercicio práctico es poner una meta (¿pasar de 19 a 25% de comercio intraregional en 2025?) y analizar qué menú de acciones permitiría alcanzar esa meta.

En lo económico podría lograrse un acercamiento Alianza del Pacifico- Mercosur, promover la eliminación de barreras no arancelarias, alentar las inversiones de empresas latinoamericanas (multilatinas) que puedan crear cadenas de valor, y acrecentar la movilidad de las personas. Las migraciones continuarán creciendo y una política más abierta y regulada de movimientos de personas debiera concordarse pronto. En particular, se puede organizar un programa de intercambio de estudiantes de postgrado y jóvenes profesionales, que contribuiría a la integración regional (analizar acuerdo Alianza del Pacifico para otorgamiento becas reciprocas).

La continuación de proyectos de infraestructura, carreteras, corredores bioceánicos, energía (transmisión) son una palanca potente para la integración ( ver proyectos IIRSA). Igualmente la capacidad tecnológica de la región podría impulsarse mediante la creación de un fondo regional multianual para proyectos multinacionales (‘ver World Economic Forum ” Bridging the skills and innovation gap to boost productivity in Latina America” enero 2015). La experiencia de “Horizon 2020″ de la Union Europea, que financia y planifica proyectos entre varios países, y a los cuales pueden integrarse países latinoamericanos que poseen acuerdos con la UE, puede replicarse en nuestra región).

Un acercamiento Brasil – México sería también una señal poderosa.

Es muy probable que se firmen nuevos acuerdos globales como TPP y TTIP y se avance con nuevas formas en Asia ( RCEP). Ellos crearán nuevas realidades para los países de America Latina. Algunos se articularán ( Alianza del Pacífico y TPP) o intensificarán negociaciones ( Mercosur – Unión Europea), y posiblemente se privilegien iniciativas hacia fuera de la región. La clave dependerá del liderazgo político para hacer participes a los distintos países latinoamericanos en las diversas iniciativas, buscando la ”convergencia en la diversidad” . Esto supone superar exclusiones tradicionales como Pacífico- Atlántico y, más recientemente diferenciaciones ideológicas (estatistas, neoliberales, industrialistas, aperturistas) , muchas veces ficticias.

En el plano político los escenarios son más alentadores, CELAC será el foro de negociación y acuerdo principal (OEA no lo es ni será, UNASUR luce debilitado ante inoperancia del diálogo en Venezuela, en medio de una crisis enorme). Allí debieran los latinoamericanos jugar sus cartas globales.

La política de China hacia América Latina abre interrogantes para esta nueva etapa ¿será solo un comprador de productos basados en recursos naturales o invertirá en actividades que creen cadenas de valor en la región? ¿Se concentrará en el financiamiento de infraestructura (canal de Nicaragua, ferrocarriles en varios países) o será posible asociarse en manufacturas? La estrategia de la región hacia el Asia Pacífico se puede potenciar mediante la asociación de varios países, como lo han hecho naciones de la Alianza del Pacífico y negociando juntos los acuerdos nuevos en gestación en Asia (reciente propuesta china).

Por otra parte, en este desplazamiento al Asia es prioritario un mayor vínculo con India. Y las cifras de expansión demográfica iluminan la importancia de la conexión con países africanos, con los cuales se puede, además de las relaciones comerciales y de inversión, establecer colaboración técnica.

Finalmente, la multipolaridad y la competencia global darán nuevo ímpetu a las empresas de EEUU y UE, cuyo aporte tecnológico representan una oportunidad atractiva por su aporte tecnológico en los años próximos, como asimismo la formación de especialistas en las universidades de esas naciones.

Presión social contra la desigualdad.

El fenómeno de la desigualdad acapara la atención mundial y su debate se intensificará en América Latina en los años próximos. El impacto sorprendente del libro de Piketty en las elites de America Latina anticipa que se activarán las iniciativas de reformas tributarias (14 países de la región acometen actualmente la tarea). Las propuestas apuntan a impuestos al patrimonio e instituciones que reduzcan la concentración, la cual se acelera con el cambio tecnológico y el mercado financiero global. La transparencia, los derechos, el combate a los abusos darán origen a nuevas presiones sociales. Sin duda, la mejoría de la educación será prioridad en todos los países, para combatir las desigualdades y elevar la movilidad social. El nuevo dilema será cómo financiar los gastos sociales en ascenso y recursos fiscales estrechos, como solventar gastos permanentes con ingresos permanentes.

La previsión, la salud pública, el mejoramiento de la vivienda y las ciudades, exigirá buscar fórmulas que no desborden las finanzas públicas. La experiencia reciente de los países europeos moverá a innovar en las formas de financiamiento para la igualdad y el acceso, reducir el endeudamiento y esquivar crisis bancaria y/o fiscal.

La política de inclusión continuará exigiendo un mayor esfuerzo de empleo, con apoyo a la pequeña empresa, la reforma de sistemas laborales y la formalización de la actividad productiva. La pequeña empresa de calidad contribuirá a la descentralización, a la ocupación y a la democratización de la sociedad.

La desigualdad es un riesgo para la democracia. La democracia no garantiza una reducción de la desigualdad, pero las desigualdades pueden socavar la democracia, cuando crece la conciencia y se extiende la transparencia. Combatir la desigualdad con una acción pública poderosa y eficiente es una prioridad de los gobiernos de la región y seguramente se apreciarán nuevos avances en esta dirección.

La pobreza seguirá siendo una prioridad. En la region no ha bajado el % de habitantes en situación de pobreza en los últimos 4 años ( en torno al 28% según CEPAL, enero 2015.). Allí habrán de concentrarse los esfuerzos.

Desafíos a la gobernabilidad democrática ¿qué reformas prioritarias?

América Latina posee una evidente ventaja comparativa: es zona de paz y región democrática. En la última década la democracia se ha fortalecido y debe continuar reforzándose. Un posible término del bloqueo norteamericano a Cuba ayuda también a la convergencia de America Latina en torno a la democracia y la integración. Sin embargo, asoman nuevas amenazas a la gobernabilidad democrática, y se requerirá de importantes reformas políticas. No basta con realizar elecciones, en la etapa actual se deben perfeccionar las instituciones y profundizar la cultura de convivencia e inclusión, con respeto a los derechos de todos.

En la década que se inicia habrá mayor empoderamiento ciudadano, como consecuencia de la expansión de sectores medios con más educación y mayor autonomía económica, y se levantarán demandas de calidad de servicios, bienes públicos, participación y transparencia. Las movilizaciones sociales en grandes ciudades posiblemente se multiplicarían, facilitadas por la tecnología, las redes sociales y los crecientes volúmenes de información.

Los movimientos sociales son una nueva forma de influencia y participación, y en ausencia de espacios organizados impactarán al sistema político, a las instituciones y a la formulación de políticas públicas. Partidos y movimientos sociales se influirán mutuamente. Los movimientos son intermitentes, focalizados, parciales, y sin capacidad de ejecutar, pero sacuden y son factor de cambio político, aunque no gobiernen. La relación partidos-movimientos debe ser seguida y analizada, para identificar formas de innovación. Esta tendencia se tornará más compleja ante estados frágiles, la penetración del narcotráfico y la corrupción. Pueden acarrear también nuevas formas de violencia por grupos radicales.

La gobernabilidad democrática requerirá de reformas importantes para ampliar la participación ciudadana, reforzar el poder local, fortalecer el Estado para garantizar seguridad ciudadana y combatir frontalmente la corrupción. Los casos de Petrobras e Iguala sacuden a Brasil y Mexico, y comprometen la capacidad de impulsar reformas, Venezuela se halla en una crisis donde apenas se vislumbra salida, los países del Norte de Centro América encaran a poderosos grupos criminales que socavan al Estado.

La conciencia de los derechos sociales se extiende y demandará igualdad de oportunidades y más recursos. Igualmente fuerte será la lucha contra la discriminación, la ampliación de los derechos de las mujeres y de los pueblos originarios. Conviene anticipar iniciativas que mejoren acceso, promuevan diversidad y movilidad social. Se abre una etapa nueva para la innovación político-institucional. La democracia se afirma con legitimidad electoral, pero también con la legitimidad del ejercicio mientras se gobierna.

La ciudadanía en America Latina valora la democracia, pero desdeña la política y los partidos. Será más apremiante adoptar medidas para reforzar a los partidos políticos, separar política y dinero, y tecnificar el aparato público.

Liderazgo para el cambio climático

America Latina pesa poco en la generación global de CO2 (7%, según CEPAL), pero es muy afectada por las emisiones de los desarrollados y China. Un liderazgo latinoamericano responsable y concertado es esencial para conseguir reducciones globales, y los países de la región deben dar ejemplo de contribución a la supervivencia planetaria. En 2015 cada uno habrá de comprometerse con una meta de emisiones. Este es un desafío para los próximos años, que exige coordinación regional.

Cada país ya está sufriendo las consecuencias del cambio climático: desplazamiento de lluvias (impacto en la población, provisión de agua y agricultura), alza de nivel del mar (riesgo ciudades costeras), deslizamientos de tierras, tornados. La sociedad civil incidirá crecientemente en las decisiones de nuevos proyectos que exploten recursos naturales o afecten la naturaleza, demandando también beneficios para la comunidad circundante. Los gobiernos deberán adoptar nuevas políticas de adaptación y mitigación y también más incentivos para incorporar tecnologías verdes. El resguardo de la naturaleza y de la biodiversidad como ventajas comparativas de America Latina (turismo) también pesará más en los años de la próxima década.

Diálogos nacionales para gestar visión de futuro compartida.

Gobernar mejor requerirá conocer las tendencias mundiales, especialmente tecnológicas, analizar escenarios posibles y anticiparse. Diálogos transversales y plurales sobre futuros compartidos favorecerán los acuerdos políticos, esenciales para articular nuevos pactos sociales. El liderazgo político se medirá por la capacidad de concitar un respaldo ciudadano que trascienda los periodos de cada gobierno. Además, el diseño y la ejecución de políticas complejas necesitarán de funcionarios mejor preparados, redes de expertos nacionales (universidades) e internacionales

Las naciones latinoamericanas y los organismos regionales y mundiales pueden y deben contribuir a elevar la capacidad prospectiva de América Latina y a conocer las experiencias de otras naciones más exitosas ¿Qué institucionalidad crear para la reflexión estratégica en cada gobierno y constituir redes latinoamericanas para analizar los procesos globales que nos afectan por igual? Un paso importante es poner en marcha la realización de estudios latinoamericanos conjuntos y coordinados de los escenarios globales. Es esta una reflexión relevante para reforzar la acción internacional común y mejorar la capacidad de gobernar.

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