Reinaldo Escobar: Consensos y disensos frente a la política de Trump para Cuba
Cientos de personas se dieron cita en las inmediaciones del Teatro Manuel Artime para mostrar su desacuerdo con el giro de la política hacia Cuba. (14ymedio)
Durante este fin de semana los medios oficiales han repetido hasta el cansancio la declaración del Gobierno en respuesta al discurso de Donald Trump. La retórica del texto recuerda los años previos al deshielo diplomático, cuando la propaganda política giraba en torno a la confrontación con el vecino del Norte.
Más allá de esas palabras, en la Isla muchos respiran aliviados porque los pasos principales dados por Barack Obama no tendrán marcha atrás. Ni la remesas de las que dependen tantas familias van a ser recortadas, ni la embajada de EE UU en La Habana cerrada.
En las calles cubanas la vida continúa su lenta marcha lejos de lo dicho en el Teatro Artime de Miami y lo publicado por la Plaza de la Revolución.
Julia Borroto puso desde el sábado a congelar el pomo de agua para la cola que le espera este lunes a las afueras del consulado estadounidense. Esta camagüeyana de 73 años, que llegó a la capital justo tras el discurso de Trump, recuerda que le habían dicho «que se iban a acabar las visas y los viajes, pero veo que no».
En las calles cubanas la vida continúa su lenta marcha lejos de lo dicho en el Teatro Artime de Miami y lo publicado por la Plaza de la Revolución
La jubilada también tenía otra preocupación: que reactivaran la política de pies secos/ pies mojados eliminada por Obama en enero pasado. «Tengo dos hijos que estaban tramando tirarse al mar. Acabo de mandarles un mensaje para que se olviden del asunto».
Las esperanzas de muchos balseros frustrados estaban puestas en que el magnate devolviera los privilegios migratorios que disfrutaron durante más de dos décadas los cubanos, pero Trump los defraudó. Cientos de migrantes isleños que han quedado atrapados en Centroamérica en su ruta hacia EE UU aguardaban también ese gesto que no llegó.
Entre los cuentapropistas la preocupación se palpa. Los dueños de casas particulares que alquilan a turistas y los propietarios de restaurantes privados lamentan que la nueva política conlleve una disminución de turistas norteamericanos en la Isla. Los yumas son muy deseados en el sector privado, especialmente por sus generosas propinas.
Mary, que lleva un negocio de hospedaje en La Habana Vieja, se siente preocupada. «Desde que empezaron a venir los americanos prácticamente no tengo un día con habitaciones vacías». Había hecho planes sobre la base de mayores flexibilizaciones y esperaba «que se abriera más ese turismo».
En la televisión nacional hay una catarata de «indignadas respuestas del pueblo» donde no faltan las alusiones a la soberanía, la dignidad y «la voluntad inquebrantable de continuar el camino pese a las dificultades». El castrismo aprovecha la oportunidad para reactivar la adormecida maquinaria propagandística que llevaba años sin su protagonista fundamental: el enemigo.
Sin embargo, lejos de los micrófonos oficiales la gente se muestra indiferente o inconforme con lo sucedido. Un bicitaxista jura no saber de qué le están hablando cuando se le pregunta por los anuncios de este viernes y un jubilado se limita a comentar: «esa gente que aplaude a Trump en Miami ya no se acuerda de cuando hacían aquí la cola del pan».
«Esa gente que aplaude a Trump en Miami ya no se acuerda de cuando hacían aquí la cola del pan»
De los trece activistas que se reunieron con Barack Obama durante su viaje a La Habana, al menos cinco opinaron para este diario sobre la trascendencia de la nueva política hacia Cuba.
José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), estuvo en aquella mesa en marzo de 2016 y también fue mencionado en esta ocasión por Donald Trump durante su discurso. El activista tenía previsto haber estado en Miami para la ocasión, pero en el aeropuerto de Holguín se le negó la salida y posteriormente fue arrestado.
«Es el discurso que debía ser pronunciado y el que pudo haber evitado Raúl Castro», afirma categóricamente el exprisionero político. Ferrer considera que Obama hizo lo correcto cuando comenzó una nueva era en las relaciones entre los dos países pero «la respuesta del régimen castrista fue morder la mano que se le tendió».
En opinión del líder opositor, en los últimos 20 meses se ha multiplicado la represión y «resultaba obvio que había que administrar una medicina diferente» porque «a una dictadura como esta no se la debe premiar, se la debe castigar y más cuando se le dio la oportunidad de mejorar su conducta y no lo hizo».
A Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, también le impidieron volar hasta Miami para asistir al evento. Para ella, las palabras del presidente estadounidense fueron claras y «si el régimen cubano acepta las condiciones que Donald Trump le ha impuesto, Cuba empezará a cambiar».
Soler cree que la respuesta del Gobierno cubano está dirigida a confundir al pueblo, que «no sabe exactamente lo que ha ocurrido». Sostiene que Trump quiere mantener los negocios con Cuba «pero no con los militares sino directamente con el pueblo», algo que la prensa oficial no ha explicado.
Dagoberto Valdés considera que hay una notable diferencia entre el discurso propiamente dicho «que parece un regreso al pasado por el uso de un lenguaje de confrontación» y las medidas concretas
El opositor Manuel Cuesta Morúa, que gestiona la plataforma #Otro18, es tajante y apunta que «volver a las políticas fracasadas es la mejor manera de garantizar el fracaso». Las medidas anunciadas por Trump, en su opinión, no ayudan a los cambios no ayudan a los cambios, y le devuelven al Gobierno cubano «la coartada para mostrar su naturaleza represiva».
El disidente cree que la nueva política intenta devolver el debate sobre la democracia en la Isla al escenario del conflicto entre Cuba y Estados Unidos, «justamente cuando ya se empezaba a rescatar en el escenario nacional entre el Estado cubano y la ciudadanía, que es donde corresponde».
El director de la revista Convivencia, Dagoberto Valdés, considera que hay una notable diferencia entre el discurso propiamente dicho «que parece un regreso al pasado por el uso de un lenguaje de confrontación y las llamadas medidas concretas que se han tomado».
Para Valdés no hay una reversión mayoritaria de la política de Obama. «Se mantienen los viajes de los cubanos americanos, la embajada, la remesa… y quedó abierta la posibilidad de una mesa de negociación cuando el Gobierno cubano haga reformas relacionadas con los derechos humanos».
La periodista Miriam Celaya presagiaba que el discurso no sería «como esperaban los más radicales de Miami y de la llamada línea dura de la oposición cubana. Lo que viene es un proceso y no significa que a partir de mañana ya no vienen más norteamericanos a la Isla y que se acabaron las negociaciones de cualquier tipo«, advierte.
La periodista Miriam Celaya presagiaba que el discurso no sería «como esperaban los más radicales de Miami y de la llamada línea dura de la oposición cubana»
En su habitual estilo punzante, agrega que «por mucha fanfarria, pitos y címbalos que tocaron, por mucho que hayan abundado las sonrisas, y por mucho que se le rieron los chistes a Trump, no parece que los cambios van a ser tan promisorios como piensan los que proclaman que al Gobierno se le acabó el pan de piquito».
Celaya arroja luz sobre el hecho de que la declaración oficial del Gobierno cubano «manifiesta la intención de mantener el diálogo y las relaciones en el marco del respeto». Esta es una gran diferencia con otros tiempos en que un discurso como ese «hubiera provocado una marcha del pueblo combatiente y una movilización militar».
En lugar de eso, el oficialismo ha optado por las declaraciones y las consignas revolucionarias en los medios nacionales. Pero en las calles esa retórica apenas cala. «La gente está cansada de toda esta historia», sentencia con aburrimiento un pescador en el Malecón habanero. «Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo hunda».