Reinaldo Escobar: El club de los monstruos
Más allá de una exitosa película de horror de los años 80, El club de los monstruos ha devenido en una categoría para identificar a grupos de humanos en diferentes esferas. En el convulso y polarizado mundo en que vivimos cada extremo se siente con derecho a colocar a países y gobiernos en su particular visión de la monstruosidad, asociada a criterios políticos, económicos, religiosos o ideológicos.
La reciente presentación virtual del presidente de la República de Cuba en las Naciones Unidas, el señor Miguel Díaz-Canel, confirmó la pertenencia del país a uno de esos grupos.
Díaz-Canel ratificó su solidaridad con la unión cívico-militar que controla hoy Venezuela y condenó los intentos de «destruir la obra iniciada por el comandante Hugo Chávez Frías y continuada por el presidente Nicolás Maduro Moros»; corroboró «la invariable solidaridad con el pueblo de Nicaragua y con el Gobierno liderado por el comandante Daniel Ortega»; condenó «enérgicamente las sanciones unilaterales e injustas contra la República Popular Democrática de Corea», y expresó su «solidaridad con la República Islámica de Irán ante la escalada agresiva de Estados Unidos».
Todas estas exigencias, enunciadas formalmente a nombre de Cuba en la ONU, reflejan en realidad las predilecciones ideológicas del partido político que detenta el poder en la Isla
Por si fuera poco, haciendo velada alusión a los incidentes en Hong Kong, condenó «la injerencia en los asuntos internos de la República Popular China, y manifestó su oposición a «cualquier intento de lesionar su integridad territorial y su soberanía», y rechazó «la intromisión extranjera en los asuntos internos de la República de Belarús», reiterando su «solidaridad con el presidente legítimo de ese país, Alexander Lukashenko».
Presentó otras demandas menos monstruosas, como la exigencia de reparaciones de algunas naciones del Caribe por los horrores de la esclavitud; el «compromiso histórico con la libre determinación y la independencia del hermano pueblo de Puerto Rico»; «el legítimo reclamo de soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur» o «el compromiso con la paz en Colombia».
Todas estas exigencias, enunciadas formalmente a nombre de Cuba en este foro, reflejan en realidad las predilecciones ideológicas del partido político que detenta el poder en la Isla. Ni siquiera se puede decir que están buscando posicionar a la nación de forma ventajosa bajo la óptica de quienes quisieran invertir o de los que pudieran colaborar. Son declaraciones que recalcan la continuidad con el pasado que ubicó a Cuba en el polo fracasado de la Guerra Fría.