Democracia y Política

Revisión entre cubanos

Estados Unidos (con presidentes republicanos o demócratas) siempre ha estado al frente del mundo por su realismo y pragmatismo. Es grande porque comete errores pero sabe enmendarlos. No se puede negar una realidad. El caso cubano ha estado estancado por décadas y este cambio de la política de Estados Unidos se tiene que ver como algo positivo y como un nuevo impulso de solidaridad con el pueblo cubano; es una sacudida y reto para todos los cubanos democráticos para que sean más originales, creativos e independientes en buscar caminos de solución y convivencia entre cubanos. También es un desafío para las autoridades de Cuba ante el desarme que le ha dado Estados Unidos a todas las históricas justificaciones para mantener a Cuba con un candado nacional.

El disgusto de algunos pocos cubanos exiliados y opositores internos con este cambio de panorama en las relaciones Cuba/Estados Unidos es porque siempre han puesto todas sus esperanzas y fe en factores externos. Hace ya mucho tiempo en reunión con líderes exiliados les expresé que esto venía y se iban a enterar por la prensa y que debíamos hacer planes y proyecciones entre cubanos. Subestimaron mi opinión y miren los resultados. ¿Por qué sucedió? Porque era algo que –aparte de no dar resultados– no estaba en sus manos, no controlaban. Pusieron huevos en una sola canasta.

Definitivamente el exceso de pasión, la falta de visión y la irresponsabilidad de nosotros los cubanos nos han hecho mucho daño en todos los tiempos. Nos extralimitamos y exageramos las situaciones. Canjes de prisioneros entre Estados Unidos, Alemania y la Rusia comunista existieron siempre, pero algunos influyentes cubanos quieren ser tan radicales que están hasta en contra de esas humanitarias gestiones. Ese extremismo de los cubanos fue lo que nos llevó al precipicio castrista. Si nuestros abuelos y padres no hubieran sido tan simples y extremistas se hubieran podido hacer negociaciones políticas con el autoritario gobernante Fulgencio Batista, como ocurrió con las dictaduras militares de Chile, Argentina y Brasil, las cuales llevaron al retorno de la democracia en esos países.

También engañamos y embarcamos a los aliados. En 1960 y 1961 los primeros líderes exiliados hicieron creer al gobierno norteamericano y a los que se enrolaban en la brigada 2506 que allá en Cuba todos estaban esperando una invasión libertadora. Era mentira. El inmaduro pueblo cubano apoyó desde el principio a los barbudos que bajaban de la Sierra y en esa época todavía ese respaldo era mayoritario. Contra la brigada expedicionaria cubana que entró por Playa Girón en 1961 no luchó un ejército profesional, sino hombres de pueblo que se enrolaron voluntariamente en las milicias nacionales. Después, con el embargo económico y los obstáculos a los viajes de cubanos hemos engañado al pueblo norteamericano cuando la realidad es que los cubanos desean el contacto pueblo a pueblo.

A partir de ahora el juego es al duro para las autoridades de Cuba, para el pueblo y para sus adversarios internos y externos. El juego es de ideas. La oposición interna y externa está necesitada de una revisión muy seria y honesta para proyectarse con efectividad. Las denuncias diarias sin mucho peso y las pequeñas bullas callejeras no nos han identificado con la población cubana, sea por miedo, confusión, oportunismo o apatía. Se debe ser realista. Para un pueblo que lleva 56 años sin las tres necesarias comidas diarias y sin conocer el juego democrático de las libertades políticas, sus prioridades son económicas. Si la disidencia y los exiliados le hablan de elecciones como primer punto te ven como un extraterrestre. Lo de Cuba es un proceso gradual.

Es cierto que hoy el régimen no cuenta con aquella base de apoyo popular que tuvo, pero esa desilusión no se ha transformado en simpatía y apoyo a la oposición y a los exiliados. Y para indagar las causas no debemos sólo esgrimir el miedo del pueblo a la represión. También han sido el discurso político extranjerizante y la falta diaria de iniciativas criollas y viables que no han motivado a la ciudadanía cubana, para ir convirtiendo en aliadas a las propias instituciones del régimen. En Cuba no todos dentro del gobierno son esbirros, ni todo está perdido. Y también entre los exiliados hay líderes con luz propia como Carlos Saladrigas, Marcelino Miyares y Jorge Mas Santos que se proyectan acorde a los tiempos.

Es solo con una alta visión política y pragmatismo que se dan pasos. Para que los adversarios internos y externos cubanos logren contagiar a los indiferentes, a los desilusionados, a los que sólo piensan en irse de Cuba, y a los que dirigen dentro del régimen para que alcancemos pasos superiores, hay que proyectar el discurso y el trabajo dentro del entorno de la realidad cubana, sin exclusiones, ni ideas extremistas. Hay que edificar la nación cubana construyendo pisos gradualmente sobre los ya existentes.

El presidente de Estados Unidos nos reta a buscar caminos entre todos los cubanos.

 

Oscarpena_cuba@yahoo.com

@OscarPenaCUBA

 

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