Cultura y Artes

Ricardo Bada: Anita Garibaldi

Ignoro cuántos de ustedes han conseguido quitarle el antifaz a la extraordinaria mujer que les propuse como adivinanza el martes pasado. Me alegraría saber que hubo gran cantidad de lectores que descubrieron de quién se trataba, quién era esa mujer que peleó con su compañero y luego marido en dos continentes, que le regaló un reloj de plata que él tuvo que vender para pagar los gastos de su boda, y que murió en la retirada de una derrota, embarazada de seis meses, sin que su marido pudiese velarla, huyendo como iba, una vez más, a matacaballo.

Una mujer, en fin, que lo llamaba “José”. Por cierto que ésta es –se los digo a quienes no hayan logrado desentrañar el misterio– la formidable pista fonética de que les hablérecuerden que les dije que si bien ella lo llamaba José no lo pronunciaba tal y como se escribe en castellano. ¿Adivinan ahora cuál era el idioma materno de nuestra heroína? Exactamente, el portugués. Pero ¿qué portugués: el de Portugal o el de Brasil?

Recuerden que también les dije, en mi relato de la semana pasada, que esta bellísima historia de amor comenzó, para aquél a quien ella llamaría José, al otro lado del gran charco. Con ello se abren al menos dos variantesla de una mujer portuguesa con un americano del Norte o del Sur que se llamase José o Joseph o Joe, y a quien ella llamase “Yosé”; o bien la de una mujer brasileña con un europeo cuyo nombre ella lo tradujese como “Yosé”.

Y yo les pregunto: ¿hay tantos revolucionarios americanos que hayan peleado en dos continentes, que vieran transformada en realidad la idea por la que habían luchado, y que se convirtiesen en personajes legendarios, símbolos como ningún otro del espíritu revolucionario de su país natal? Confieso que yo, al menos, no conozco ninguno, pero sí a un europeo, a un italianoGaribaldi. ¿Y recuerdan cuál era el nombre del héroe de la unidad italiana? Giuseppe, sí, Giuseppe, es decirJosé en castellano y “Yosé” en portugués, aun cuando la grafía sea exactamente la misma que en español.

Y ésta es la solución de la adivinanza, estimados lectores: la mujer que lo acompañó hasta en el campo de batalla y que murió en él, era Anita, su esposa brasileña, una de las figuras más admirables y menos conocidas de la historia de nuestro continente. Anita Ribeiro da Silva, la joven esposa de Manuel Duarte, conoció el año 1839 en Laguna, Estado de Santa Catharina, al capitán italiano Garibaldi, quien estaba luchando junto a los rebeldes contra el rey Pedro I.

Según parece, lo de Anita y Giuseppe fue un amor a primera vista, un flechazo que le valdría medalla de oro a Cupido en cualesquiera Juegos Olímpicos, y muy poco después huyeron juntos al Uruguay, donde Garibaldi combatiría contra el dictador Manuel Oribe y sería ascendido a general. Anita comparte el destino de Garibaldi también en el regreso a Europa, hasta el trágico 4 de agosto de 1849, día en que fallece víctima de las penalidades y el agotamiento en la desastrosa huida de la efímera República de Roma. La unidad de Italia, la idea fija de Garibaldi, no se proclamaría hasta doce años después, en 1861, y Garibaldi alcanzó a vivir veintiún años más: murió en 1882, no sin haber peleado contra los prusianos, en 1870, en la defensa de París. Garibaldi: nada menos que todo un hombre, hubiese dicho Unamuno.

Y Anita: nada menos que toda una mujer, diría yo. Y colorín colorado, la charada ha terminado.

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Posdata : Debo felicitar públicamente al ingeniero civil don Samuel Whelpley, en Barranquilla, y al gran escritor venezolano Ibsen Martínez, en su exilio de Bogotá, quienes acertaron la adivinanza y me lo comunicaron por email, no quisieron pregonar la solución en este foro para seguir dándole oportunidad de resolverla al resto de los lectores. Un gesto que les honra.

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