Ricardo Bada: El maravilloso viaje de Dante
El 1.º de febrero de este año, en este mismo blog, formando parte de mi antología de páginas inolvidables, les ofrecí el fragmento del Canto V del “Infierno” en la Comedia de Dante, donde el poeta se encuentra con Francesca de Rímini y su amante Paolo:
Antología páginas inolvidables: Esperanza Ortega
La versión, dije allí, era de Esperanza Ortega, para mi gusto la mejor poeta española viva. Y hete aquí que debo volver a hablar de la Comedia y de Esperanza Ortega, y así lo haré «con mucho gusto y fina voluntá», como solía decir mi abuela Remedios, tan bella como sabia.
Ocurre que en Valladolid, y con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura de su Ayuntamiento, han editado hace poco un tesoro bibliofílico titulado El maravilloso viaje de Dante, en versos alejandrinos de Esperanza Ortega sobreimpresos a las ilustraciones a toda página y a todo color de Cintia Martín Esteban, tan admirables como los versos que cobijan.
El libro se presenta en un estuche de cartón rojo con título, nombres, créditos y un texto editorial en blanco, donde se han deslizado dos errores: “Cervero” por “Cerbero” y hablar de la Divida Comedia, como nunca se tituló el libro de Dante, ni tan siquiera en la exaltada imaginación de Boccaccio. Pero acierta la editorial cuando asegura que «Los versos de Esperanza Ortega se sitúan dentro de las ilustraciones de Cintia Martín, que conforman con sus trazos y colores los tres mundos diferentes en los que se desarrolla el viaje de Dante: Infierno, Purgatorio y Paraíso. El humor grotesco de algunas de las figuras en absoluto desdice del dramatismo del texto, al igual que la vestimenta y ambientación contemporánea de los protagonistas, Dante y Beatriz, tampoco resta verdad a un relato universal como el de la» Comedia.
Es cierto, y lo subraya el hecho de que Virgilio está caracterizado de tal manera que bien podría ser un profesor de literatura en una universidad gringa y en una película de Hollywood. Y desde luego ya sabemos que el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso no existen, pero ello no le quita ni un ápice de encanto a la reelaboración actualizada de un amor como el de Dante por Beatriz.
[Inciso a propósito: al prenderse una lámpara a su lado, estas fueron las últimas palabras de Voltaire, moribundo: «¿Son ya las llamas?» Las dijo burlándose del Infierno, para fastidiar al cura que estaba presente y había acudido con la esperanza de convertirlo in articulo mortis].
El maravilloso viaje de Dante es un libro primoroso, delicioso, y para degustarlo abriéndolo página a página como si fuese un acordeón (más bien un bandoneón) que al llegar al final permite seguir leyéndolo de atrás hacia adelante, como una forma sui generis de bustrofedón.
Me enorgullezco de poseer un ejemplar del mismo, dedicado por la autora y la ilustradora, y lo he colocado en un estante especial de mi biblioteca, allí donde sólo se encuentran libros tan raros como Los cuentos de mi abuelo el coronel, de García Márquez, editado por Smurfit Cartón de Colombia, en junio 1988, impreso y ensamblado a mano por Carvajal S.A., Cali; una edición con prólogo de Juan Gustavo Cobo Borda y preciosas ilustraciones (algunas desplegables) de Mario Gordillo, que me regaló en su día mi querido Álvaro Castaño Castillo, el Doct0r por antonomasia.
En esa balda de la estantería, conviven desde ahora el coronel y Virgilio con otros personajes no menos ilustres, como la Nora de Ibsen, y asimismo con la colección de pechos femeninos que Leonor Fini creó para una edición especial de Senos, uno de los libros más fascinantes de Ramón Gómez de la Serna. Pero esta es ya, como diría Rudyard Kipling, otra historia.