Ricardo Bada: Rita y Camille
Esta semana tienen lugar dos efemérides con un denominador común. Se trata del centenario del nacimiento de Rita Hayworth (17.10.1918) y los 75 años de la muerte de Camille Claudel (19.10.1943), dos mujeres a las que podemos considerar víctimas de su género.
Pocas mujeres habrá habido en la historia de la danza con una capacidad y una profesionalidad tan altas como las de Rita Hayworth, a quien Hollywood consagró como “diosa” e hizo de ella el icono sexual de los años 40 y 50, un anticipo de lo que luego sería Marilyn Monroe. Y aún menos mujeres habrá habido en la historia de la escultura con una inspiración y una fuerza creadora como las de Camille Claudel, que le aparejaron la admiración del mismísimo Rodin, de quien fue alumna y amante.
Pero la vida de RH evoca una montaña rusa que comenzó con un desplome fatal cuando muy jovencita fue usada (es el verbo exacto) sexualmente por su propio padre. Vendrían luego hasta cinco matrimonios –el segundo con Orson Welles y el tercero con el príncipe Aly Khan, jefe espiritual de los ismailitas y tronado playboy de la Jet Set internacional–, ninguno de los cuales la hizo feliz. Y luchó toda su vida para escapar al cliché de icono sexual en donde querían mantenerla sus productores, demostrando sus dotes de actriz dramática en roles como Miss Sadie Thompson y Separate Tables. Terminó diezmada por el alzhéimer, enfermedad entonces poco o nada conocida, habiendo pasado años de incubación del mal donde sus síntomas llevaron a abochornarla como alcohólica.
Y la vida de CC, que no transcurrió bajo el resplandor de los focos de los estudios y los flash de los paparazzi, no fue sino una larga sucesión de fracasos sentimentales y artísticos, que le arrebataron en vida los éxitos que su genio merecía –alguno de los cuales dizque se los autoadjudicó Rodin, su maestro– y finalmente la condujeron a llevar una vida retirada y arisca en la que como ceremonia ritual, cada cierto tiempo destruía las obras que creaba. El resultado fue que su familia terminó por internarla en una clínica siquiátrica, viviendo recluida en varias de ellas los últimos 30 años de su vida.
La vida de Camille fue filmada en 1988 a instancias de una de sus admiradoras, Isabelle Adjani, con ella en el papel protagonista y Gérard Depardieu como Rodin. Y la de Rita Hayworth tuvo la suerte de que una gran biógrafa, Barbara Leaming, le dedicase su libro Si aquello fue felicidad… El título se remite a una frase de Oscar Welles comentando otra de Rita: «Si aquello fue felicidad, imagínate lo que habrá sido el resto de su vida». Vean la película, lean la biografía. Es lo menos que se merecen estas dos mujeres excepcionales.