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Roberto Ampuero: «La derecha debiera exigirle definiciones a la izquierda para ver si están dispuestos a ir a la calle si pierden la elección»

En Mirada Crítica, el excanciller se refirió al clima electoral y afirmó que «como ciudadanos no podemos aceptar que un sector imponga la visión de ‘si usted vota por este grupo o este partido le vamos a volver a quemar al país'».

 

¿Tienen los candidatos asegurada la gobernabilidad? La pregunta, que hace alusión al estallido del 2019 y su amenaza a la institucionalidad y democracia, se reinstaló en el debate esta semana y es uno de los temas que aborda Marcela Cubillos en su programa Mirada Crítica. En este capítulo conversó con Roberto Ampuero, escritor y ex canciller, sobre lo que llamó “el chantaje de la paz social”, así como del trasfondo de los desencuentros de la candidata comunista Jeannette Jara y su partido.

Hay una lección que sí aprendieron todos los comunistas chilenos, que es esta de estar con un pie en la calle y otro pie en el poder constituido. ¿Qué opinión le merece este debate sobre la paz social? 

-Este es un chantaje que la sociedad chilena no puede aceptar. Como ciudadanos no podemos aceptar que un sector nos imponga la visión de ‘si usted vota por este grupo o este partido le vamos a volver a quemar al país’. El mensaje es un chantaje que se crea y se afirma a través de la recreación y la advertencia de que el país va a volver a arder por los cuatro costados. Yo creo que es una situación delicadísima para la sociedad chilena que merece una respuesta de amplios sectores democráticos, de denunciarlo. Y creo que también es muy grave cuando sectores de la derecha se embarcan dentro de este chantaje por razones coyunturales y consideran que otro sector de la derecha es incapaz de garantizar la gobernabilidad. Hay que manejar con mucha inteligencia, con mucha prudencia lo que se hace y rechazar de plano que aquí, dentro de las derechas, haya sectores que representan un peligro porque no serían capaces de garantizar la seguridad del país, la gobernabilidad del país.

Sería importante exigir, como fuerzas que están luchando por obtener la presidencia y el Congreso, un acuerdo de que no es legítimo ni aceptable que nuevamente quienes pierden en las urnas impongan condiciones desde la calle.

A mí me preocupa enormemente para el futuro del país este lema de ‘o gobernamos desde La Moneda o gobernamos desde la vereda’. Esto es gravísimo y me ha llamado la atención que haya pasado sin que haya habido reacciones. Creo que el sector en su totalidad debería condenar esto y exigir definiciones de parte de la izquierda, desde los socialdemócratas hasta los comunistas, sobre si están dispuestos a ir a la calle si pierden la próxima elección.

¿Es real la tensión que se ha visto entre el PC y la candidata y militante del partido Jeannette Jara, o se trata de un “montaje” para mostrar la distancia que dice tener con los ideales comunistas?

-Yo tiendo a pensar que esto sí es real y que obedece a diferencias internas, divisiones internas en el Partido Comunista de Chile. Cosa que además no debería extrañarnos, porque es como un Parque Jurásico, es un partido que no se ha actualizado dentro de su ideología marxista-leninista, no ha hecho ni siquiera la transición hacia lo que es hoy el comunismo chino, que demuestra que es posible tener un partido único, gobernante, con una economía de mercado. Por lo tanto es muy posible que se esté discutiendo incluso a partir de estos supuestos, de cómo adaptarse a la realidad actual.

-¿Qué riesgos reales ve para la democracia con una candidata comunista con la realidad del Partido Comunista chileno? 

-Esto lo hemos escuchado muchas veces: los países que fallan son aquellos que no son capaces de aprender de sus lecciones de la historia, es decir, que tienen mala memoria o que simplemente no se informaron al respecto. Creo que eso ha pasado en Chile y en otros países también del mundo. Y esto lleva a que uno vuelva a tropezar como país dos veces con la misma piedra. Para mí es una expresión de lo mal que han hecho las tareas los sectores democráticos y amantes de la libertad dentro de lo que se denomina la batalla de las ideas. Esto es un descuido que pasa necesariamente por la atención que han brindado o no han brindado los partidos políticos del sector identificados con la democracia y la libertad. Es un riesgo real. Es muy interesante recordar que en septiembre del año 2019 el Parlamento Europeo aprobó una resolución transversal condenando los crímenes y condenando en la actualidad a lo que es el nazismo y el comunismo. Esa es una declaración de lo que es la consciencia política, democrática y humanista de Europa. Ese es un acuerdo indiscutido, transversal. Y sin embargo, en Chile esto no ha tenido un eco. Recordemos que el nazismo y el comunismo son las peores experiencias totalitarias que ha tenido el mundo y las más perfectas en el sentido de la destrucción del opositor, de las personas, de la libertad, de la democracia, la violación permanente de los derechos humanos. Y que no estemos conscientes de eso llama mucho la atención.

En un marco más amplio, el Partido Comunista de Chile tiene una historia que ya se le ha convertido en lastre, que es cada vez más difícil de defender como proyecto histórico, de la cual Jara tiene que ir separándose. Pero ella, al definirse como socialdemócrata revela dos cosas: una, que siente que la argumentación de defender los principios marxistas del Partido Comunista ya no tiene futuro en Chile, y dos, demuestra que su formación política e ideológica ha sido insuficiente, porque no se da cuenta que es extremadamente contradictorio ser comunista y definirse como socialdemócrata. Los socialdemócratas surgen y se desarrollan como una opción que se enfrenta al comunismo, es decir, quiere transformaciones sociales, pero dentro del marco democrático liberal de la sociedad.

Yo creo que el PC tiene un instinto, un instinto de poder. Hay una cuestión coyuntural de oportunidad, de no perder energía dentro de esta elección presidencial que Jara no va a ganar. Pero también una necesidad profunda de un partido que sabe qué le conviene: el Partido Comunista tiene claro que es mejor formar parte de una alianza que esté en el gobierno, pero sin tener a la figura principal, es decir, al Presidente como un militante comunista; operar dentro de lo que es el gabinete, dentro de lo que son las subsecretarías, dentro de los cargos que se van abriendo, porque está también en línea con una concepción, yo diría, más moderna, gramsciana, de lo que es el Estado y cómo conquistarlo.

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