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Rodrigo Paz y la promesa de una nueva era para Bolivia

En un histórico balotaje entre candidatos de derecha, los bolivianos respaldaron al Partido Demócrata Cristiano. Con el fin del MAS, surgen expectativas sobre la gobernabilidad y política exterior.

Rodrigo Paz y la promesa de una nueva era para Bolivia

“Bolivia va a recuperar su relacionamiento internacional”. El mensaje del presidente electo, Rodrigo Paz Pereira, fue claro respecto a la política global que encaminará desde su gobierno los próximos cinco años. Y este podría ser uno de los virajes más contundentes y rápidos para marcar una diferencia con el izquierdista Movimiento Al Socialismo (MAS), que se mantuvo en el poder por casi dos décadas.

En 2008, el entonces presidente Evo Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg acusándolo de conspiración. Desde ese suceso, ambos países no tienen embajadores y las relaciones. Solo se mantienen a nivel de encargados de negocios, sin una normalidad diplomática. El distanciamiento exacerbado por los discursos del “anticapitalismo y antiimperialismo” quedarán atrás con una intención ya expresa del gobierno de Donald Trump de recuperar a Bolivia como aliada.

La visión de Paz es que el país debe salir del “aislacionismo económico y geopolítico” y las condiciones en este momento son auspiciosas para el cambio de timón. Aunque el camino podría no estar libre de tensiones, especialmente desde Washington con su política proteccionista.

Otro país que representará un gran desafío es Chile, con quien Bolivia no tiene relaciones diplomáticas formales desde 1978. Se mantienen vínculos consulares y comerciales y ha habido avances en temas fronterizos, de migración y comercio. Pero el peso de la historia y la causa marítima aún juegan un rol determinante en el imaginario cívico. Para Paz, ese escenario también mejorará. “No tenemos las relaciones que queremos… es tiempo de que Bolivia y Chile trabajen de forma más cercana”.

Revisar la diplomacia heredada

Pero también están las relaciones complejas y polémicas, presentadas como estratégicas por el gobierno del aún presidente en ejercicio Luis Arce y que son parte de la herencia ideológica de Evo Morales. Con Rusia, los lazos se reforzaron en torno a la energía nuclear, la explotación del litio y la provisión de equipamiento militar. Por otro lado, la cooperación tecnológica, médica y de infraestructura con Irán. En estos casos Paz no habla directamente de romper relaciones, sino de revisar los convenios, transparentarlos y a partir de eso asumir decisiones.

A estas relaciones observadas dentro y fuera del país se suma el alineamiento que ha mantenido Bolivia por casi 20 años con Venezuela, Nicaragua y Cuba, en una clara muestra de afinidad ideológica y búsqueda de autonomía frente a Occidente, y que ha decantado en un costo muy alto de la imagen país ante la comunidad internacional. Aunque la postura de Paz sobre Venezuela es contundente y se refuerza por la cercanía con la Nobel de la Paz María Corina Machado a quien le ha expresado su respaldo para recuperar la democracia.

La estrategia de “mostrar otra Bolivia al mundo” está encaminada, por lo menos desde la visión política del nuevo gobierno. Pero los pasos concretos seguro exigirán análisis más profundos y decisiones meditadas sobre los impactos comerciales, geopolíticos y sociales para el país.

La promesa del combustible

De acuerdo a la evaluación del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y los observadores del proceso, la jornada de votación se desarrolló con normalidad. Pero precisamente normalidad no es la palabra que describe la situación actual de los bolivianos.

El domingo 19 de octubre, mientras una parte de la ciudadanía acudía a las urnas, otra se quedaba dentro de sus transportes a la espera de combustible. Filas kilométricas de camiones, minibuses y autos particulares esperando diésel y gasolina evidenciaron la profundización de la crisis energética. Si bien esta no es una novedad y se arrastra desde hace un año aproximadamente, en los últimos días el problema se agudizó.

El actual gobierno prácticamente garantizó que habrá suministro hasta que el presidente Arce entregue el poder, el 8 de noviembre. ¿Y después? Responsabilidad de los nuevos gobernantes. Paz respondió que en cuanto tome las riendas del país habrá combustible y las filas desaparecerán. Aunque esta mágica promesa no convence del todo. Los sectores perjudicados por el desabastecimiento están en alerta y cuenta regresiva para controlar que el gobierno cumpla.

El desafío de superar la crisis

La realidad puede ser más dura. No existe una clara dimensión de la crisis estructural que golpea al país, como resultado de un modelo económico fallido y de la opacidad con la que se ha manejado la gestión de Arce. El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el PIB cayó en -2,40% para el primer semestre de 2025, el primer retroceso sostenido en más de cuatro décadas.

La recesión no es solo un dato, se vive en las calles y en la cotidianidad, con el deterioro del poder adquisitivo, el desabastecimiento de combustible, la escasez de dólares y una inflación galopante. Por eso Paz insiste en “ordenar la casa primero” y luego pensar en cómo encarar gestiones financieras con organizaciones del exterior. El camino para este objetivo es superar lo que él denomina “Estado tranca”.

Por eso, sus propuestas apuntan al “capitalismo para todos”, una medida que se concretaría con la reducción de las cargas tributarias y de aranceles, la facilitación de acceso a créditos y la adopción de una nueva banda cambiaria. También busca descentralizar los recursos públicos con “Agenda 50/50” y reformar el Estado con algunas medidas como el congelamiento de las empresas deficitarias. Su compañero de fórmula Edmand Lara prometió, por su parte, bonos y algunos incentivos más de corte populista que deberá cumplir cuando esté en el ejercicio de sus funciones.

¿Cuánto podrán esperar los sectores afectados y los ciudadanos esperanzados por un cambio? ¿Cómo el binomio Paz- Lara podrá garantizar gobernabilidad, mientras ordena la casa con los costos sociales que esto supone? Sin duda, los próximos años pondrán a prueba no solo a los nuevos gobernantes, sino también la fortaleza de los bolivianos.

 

Rodrigo Paz y Edman Lara. Festejos de la victoria presidencial 2025. Foto: Prensa Rodrigo Paz.

La dinastía política de Rodrigo Paz

Si bien una parte del electorado lo ve como una figura de “renovación”, Rodrigo Paz no es nuevo en el escenario boliviano. Fue alcalde de la región de Tarija, diputado y actualmente senador nacional. Pero además proviene de una de las dinastías políticas más importantes del país. Es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993) y líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Además es sobrino nieto de Víctor Paz Estenssoro, artífice de cambios estructurales con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), en momentos claves del siglo XX.

El apellido Paz pesa en su trayectoria política. Pero tener ese respaldo e ir trazando su propio camino, lo ha enfrentado a algunos tropiezos, como las críticas por sus gestiones en la región de Tarija, con la ejecución de obras, y prácticamente el abandono a su senaduría por dedicarse a la campaña electoral.

Con 58 años y teniendo por delante el desafío más importante de su vida política, Rodrigo Paz aún es esquivo respecto a su ideología y rechaza encasillarse como de izquierda o derecha. Sin embargo, en una reciente entrevista con el diario El País, trató de despejar esta duda: “Soy de centro. Podríamos decir que somos nacional popular democráticos, con una fuerte vinculación nacional, pero democrática”.

¿Qué tan cercano podría ser su vínculo con el MAS? Es tema de debate en las redes sociales, charlas de pasillo y conversaciones en espacios populares. No hay certezas, pero la duda está instalada. Más aún luego del pronunciamiento del expresidente Morales, quien aseguró que el binomio ganador del balotaje se consolidó con el voto “evista”, pero “no es un cheque en blanco”.

 

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